Enfrentamientos violentos en los Campos Elíseos ponen en tela de juicio la política antisocial de Macron en Francia
Después de una importante movilización de cerca de 300 000 personas durante el fin de semana pasado, con bloqueos de carreteras y autopistas, el movimiento de los gillets jaunes (chalecos amarillos), ante la sordera del Gobierno de Emmanuel Macron, persiste en su movilización y ha protagonizado hoy, 24 de noviembre de 2018, una gran manifestación en París.
Mientras el Gobierno ha intentado limitar la concentración “autorizada” al perímetro del Campo de Marte en la capital, los gilets jaunes, que no tienen una dirección visible o centralizada, han decidido en cambio desarrollar manifestaciones en todo París, de carácter incontrolable, con un objetivo central: acercarse lo máximo posible del Palacio del Eliseo. Las manifestaciones empezaron por la mañana en los Campos Elíseos.
El despliegue policial en la capital es colosal, y hasta el momento el Gobierno se niega a dar marcha atrás en la principal reivindicación de este movimiento: Suprimir las tasas sobre el carburante.
“Devuélvenos el ISF “(impuesto sobre la fortuna), “Macron dimisión”, o “No a las tasas sobre el carburante”, son algunas de las consignas lanzadas por los manifestantes que cantan la Marsellesa contra la intransigencia del Gobierno, en una atmósfera que la prensa califica aquí de “insurreccional”.
Los organizadores del movimiento afirman su “pacifismo” y su derecho a manifestare, y denuncian toda tentativa de violencia, de saqueo o de desbordamiento en los posibles enfrentamientos con la policía. Sin embargo, los primeros choques se han producido ya durante la mañana de este sábado, la policía ha utilizado gases lacrimógenos y mangueras de agua para dispersar a un centenar de “casseurs” que intentaban forzar el bloqueo policial., desbordando al resto de los manifestantes.
Escenas de violencia, barricadas en los Campos Elíseos, cañones de agua y gases lacrimógenos, son las imágenes que están trasmitiendo actualmente las cadenas de información continua en televisión. La pregunta que cada cual puede hacerse es ¿Quién ha provocado y quien se beneficia con esa violencia? Violencia que será utilizada en las próximas horas por el Gobierno para intentar desacreditar la indignación de los manifestantes.
Del sábado 17 de noviembre al sábado 24 de noviembre
El movimiento de protesta de los gillets jaunes se ha articulado en Francia a través de internet y las redes sociales como respuesta al aumento de tasas sobre los carburantes, pues más allá de la fluctuación del precio del crudo en los mercados internacionales, las tasas en Francia se elevan al 60 % del precio que los automovilistas pagan en las gasolineras. Desde hace una semana ha habido cientos de heridos y detenciones en numerosos incidentes con la policía, y hay que lamentar dos muertes accidentales en los atascos provocados por la movilización.
Mientras el Gobierno intenta presentar la decisión de aumentar las tasas sobre el carburante como una medida ecológica, su credibilidad es puesta en entredicho por la realidad de su política económica y fiscal antisocial, que desde su llegada al poder favorece a los privilegiados y millonarios, mientras sigue aumentando la presión fiscal sobre las clases medias y bajas de la sociedad francesa. El carácter antiecológico de la política de Macron ha quedado clara y definitivamente demostrado con la dimisión de su ministro “ecologista” Nicolás Hulot.
No es un azar si entre las consignas que han sido lanzadas en ese movimiento de protesta contra el aumento de los impuestos, ha sido la de “Devuelve el ISF primero”, reclamando al presidente de la República que suprimió el Impuesto sobre la fortuna que lo vuelva a imponer, y recaude el dinero que regaló a millonarios y privilegiados. La demanda de suprimir las tasas sobre el carburante federa a una mayoría de franceses, según las encuestas 70 % simpatizan o aprueban la movilización de los gillets jaunes, no obstante los esfuerzos del Gobierno por estigmatizarlos como “minoritarios” y enfrentarlos al resto de la población.
Dicha alza de impuestos sobre el carburante no concierne solo a los automovilistas, a los camioneros o transportistas, sino al conjunto de la población cuya calefacción funciona con gas o con keroseno, pues todos los precios del carburante, como de la electricidad, han aumentado enormemente. Esas tasas son doblemente injustas puesto que es el mismo importe el que paga una familia sea pobre o adinerada. De la misma manera que es terriblemente injusto el IVA, o tasa que todo ciudadano rico o pobre paga por todo articulo de consumo, o factura.
Macron, al que la opinión francesa ha colocado ya el apodo de “Presidente de los ricos”, ha desarrollado su programa antisocial basándose en la teoría del ruiselement (escurrimiento) que consiste en afirmar: “Cuanto más dinero ganan los ricos y los empresarios, más riqueza se crea y un poco de ella puede llegar a los más pobres o necesitados”. No obstante, la realidad es muy diferente pues los miles de millones que Macron ha regalado a los empresarios millonarios y a las empresas del CAC 40 no se transforman en creación de empleos, sino en mayor capital financiero colocado en paraísos fiscales.
La política económica y fiscal de Macron se traduce en el empobrecimiento paulatino y brutal de las clases medias y bajas, con algunas limosnas para un sector de la población que no paga impuestos, y a los que les da con una mano lo que les quita con la otra. El aumento de las tasas sobre el carburante es un ejemplo evidente, pues la población en provincias y zonas rurales, que viven con menos ingresos que en las zonas urbanas, necesitan del automóvil para desplazarse, en regiones además cada vez más afectadas por el desempleo y la desindustrialización.
Gillets jaunes y convergencia de luchas
Lo que más desconcierta al Gobierno y al conjunto de la clase política, no obstante la tentativa de instrumentalización por la extrema derecha de Marine Le Pen, o de Nicolás Dupont Aignan, es que este movimiento espontáneo de protesta sin lideres aparentes, se ha formado a través de las redes sociales en internet, y fuera del control de partidos políticos y sindicatos.
Sociológicamente el perfil de los manifestantes corresponde a una población de clase media baja, no sindicalizada, cuyo nivel de vida e ingresos son directamente afectados por la política fiscal de Macron, sobre todo en regiones en donde los servicios públicos desaparecen o son reducidos al mínimo. Una preocupación general de la población hoy en día es precisamente: ¿que hace el Estado con el dinero de nuestros impuestos? La supuesta tasa ecológica sobre el carburante no se ha traducido tampoco en una política de desarrollo de energías renovables, lo que provocó la dimisión de Nicolás Hulot.
El movimiento ha provocado también en un primer momento el desconcierto en las organizaciones sindicales, cuya acción reivindicativa se desarrolla en cada gremio, pero no a nivel global de la población. El movimiento de izquierdas como el partido Francia Insumisa, ha sostenido el movimiento, aunque dejando a sus militantes la libertad de participar como ciudadanos y no en nombre de sus respectivas organizaciones, para evitar ser acusados de “querer recuperar el movimiento”.
Mientras Francia Insumisa y los sindicatos de izquierdas llaman a una confluencia de luchas en toda Francia contra la política antisocial de Macron, este movimiento espontáneo rechaza todo liderazgo de partidos o sindicatos. El sindicato Fuerza Obrera (FO) de Transportes ha llamado a la solidaridad con los gillets jaunes. Por su parte los dirigentes de Francia Insumisa, solidarios con el movimiento, han participado hoy sin pancartas partidarias en la capital.
El ras le bol (hartazgo) fiscal, ante el aumento de tasas socialmente injustas y que afectan al nivel de vida de los franceses, es sin embargo el denominador común entre los gillets jaunes y las reivindicaciones sindicales de cada gremio en lucha, de las enfermeras a los empleados de correos, de los ferroviarios al conjunto de los asalariados en lucha por aumentos salariales y mejores condiciones de trabajo. Lo que hoy está en tela de juicio una vez más es la política antisocial de Macron y su política fiscal injusta en beneficio de los grandes empresarios y de las multinacionales.