El mundo sigue, dirigida y protagonizada por Fernando Fernán Gómez, es una película brutal, salvaje, en la que los protagonistas (dos hermanas y el marido de una de ellas) muestran sus sentimientos tal como les salen de las mismísimas vísceras del alma.
No se privan de expresar nada de lo que les viene, con lo que la yugular la llevan siempre en carne viva, pero luego sigue el remordimiento, la autodestrucción (nunca el perdón).
Los perros flacos se muerden entre ellos, según dice el refrán, nunca se tiran al gordo. Y tal es el aserto que domina las relaciones entre las hermanas Luisa y Eloísa, ambas guapas pero de muy distinta calaña. Los sentimientos que las dominan, con ser nobles de nación, están ya al nacer corrompidos por la miseria extrema y por una moral hipócrita que hace que se dé importancia a lo que no la tiene, una moralina que se aplica más a cubrir las apariencias que a intentar cambiar la realidad.
Luego está el poder de la envidia, que en la mayor miseria no perdona, y que consiste en pedir a gritos que yo sea infeliz por los siglos de los siglos con tal de que a ésta se le arruine un poquito su felicidad exultante (insultante). Por eso es más pronta a pasar página la que vive bien.
El guión de El mundo sigue está basado en la novela de Juan Antonio de Zunzunegui, autor a quien tanto admiraba Fernán Gómez. Tanto que, según testimonio de Diego galán, el propio Fernando Fernán Gómez, en 1963, con motivo de sus bodas de plata como actor, se propuso aceptar todas las ofertas de trabajo que le surgieran, tanto en cine como en teatro, con tal de costear la producción de esta película. Pero una vez realizada, la censura prohibió el guión, con lo cual el estreno en 1965 fue casi clandestino -en un modesto cine de Bilbao y en programa doble- a pesar de las correspondientes adaptaciones.
El 6 de julio, El mundo sigue se pasó por dos veces en la Academia de las Ciencias y las Artes Cinematográficas (Madrid). Fue un disfrute total. Estéticamente perfecta, no sobra ni falta nada para ser una auténtica obra de arte que excede a su tiempo y la acción es arrebatadora, imparable de principio a fin. Las miserias de un Madrid gris, sucio y triste salen a flote sin tregua y sin descanso, no hay escapatoria,
El plantel es fabuloso, no faltaba nadie de los que entonces «eran»: Milagros Leal, Lina Canalejas, Gemma Cuervo, Francisco Pierrá, José Morales, José Calvo, José María Caffarel, Jacinto San Emeterio, Pilar Bardem, Mariló Ponte, Agustín González, Fernando Guillén, aunque como subrayó Gemma Cuervo, allí presente, de los papeles protagonistas «quedo yo sola, que estoy viva». y ante el silencio y las risas, añadió: «Que están ya todos muertos». y esto lo dijo con la pena de la gran película que se han perdido de saborear y las grandes actuaciones desaprovechadas al no haberse estrenado en su momento en condiciones.
Y es que, según el testimonio de Juan Estelrich, responsable con Néstor Costafreda de la remasterización de «El mundo sigue» (empeño gracias al cual se recuperó y se reestrena ahora en perfectas condiciones) cuán otras hubieran sido las carreras de Gemma Cuervo y de Lina canalejas, las dos hermanas de la película, por ejemplo, si ésta hubiera tenido su distribución.
No estoy de acuerdo con los que le niegan el sentido del humor a la película, al contrario. Hubo muchas risas a lo largo de la proyección, risas cómplices, trágicas, tragicómicas, de disfrute y comprensión de lo que allí pasaba, otras por no llorar ante las situaciones sangrantes que remiten a la actualidad, las alusiones, por ejemplo, al papel de la crítica (que en todo mandaba el dinero, como ahora). Y ello no sólo por la actitud de un miembro de la iglesia ante tanta miseria moral y física, sino que el papel de muchos de ellos, con Fernán Gómez a la cabeza, su forma de relacionarse con el entorno y de concebir la vida, incita, de puro realista, a la carcajada.
De la tragedia a lo grotesco, hay sólo un paso, las actuaciones son geniales y, como dice Gemma Cuervo con su voz inconfundible y entusiasta, «viéndola comprenderéis eso que nos preguntamos muchas veces por qué mi madre era así, por qué mi abuela era así. por qué mi tía… Pues aquí está todo: porque su vida y su alma colgaban de un hilo. Un hilo finísimo que se podía cortar en cualquier momento. por eso eran ellas así. Ahora lo comprenderéis.»
La verdad, Gemma Cuervo es de las actrices que, con su presencia y su voz, llenan el escenario e iluminan la sala. Fue la única superviviente allí presente.
Cincuenta años después de su estreno fallido, clandestino, en 1965, sale de nuevo a la luz en 2015, remozada y remasterizada en un perfecto blanco y negro, «El mundo sigue».
Y lo hará en los Cines Verdi, el próximo viernes día 10. Y para que todo el mundo pueda acudir a verla, será a precio reducido, el mismo que se cobra el día del espectador. Con ella volverán de nuevo a la vida los personajes de esa crónica desgarrada de un Madrid infeliz y grisaceo y unas gentes sobrecogidas por la miseria, no sólo económica.