Durante tres meses el Museo Thyssen Bornemisza da a conocer casi un centenar de obras de Raoul Dufy, (1877/1953) un pintor que supo reflejar en la evolución de su trabajo, sobre todo mediante una creciente explosión del color, el placer de vivir una vida que fue más allá del puro goce. Su pincelada es una invitación al espectador a adentrarse en el optimismo, el hedonismo, el placer de vivir, como dijo de él Gertrude Stein: Raoul Dufy es el placer. 
Y sin embargo fue olvidado tras su muerte. Poco conocido en España, ahora el Thyssen nos presenta su recreación.
Nacer en El Havre y trabajar muy joven en una compañía de importación de café del Brasil fue su primer aprendizaje sobre puertos, barcos, sus colores y sus aromas, que él consideró más tarde como una formación ideal. De adolescente comparte este trabajo con cursos nocturnos de dibujo. A los veintidós años se traslada a París con una beca que le permite estudiar, conocer galerías de arte, descubrir a los impresionistas, empezar a exponer, descubrir el movimiento fauve, la xilografía…
En 1905, durante una exposición en el Salón de los Independientes contempla el cuadro que significará su ruptura con el impresionismo y su iniciación en el fauvismo. El cuadro de Henri Matisse, Lujo, calma y voluptuosidad, basado en un poema de Charles Baudelaire contenido en su obra Las flores del mal. Un grupo de seis mujeres desnudas y un hombre se solazan en la playa de Saint Tropez; una obra puntillista que preludia el colorido del fauvismo. A decir de Matisse, Dérain y otros fauve, el impresionismo no había supuesto ruptura alguna con el pasado; seguía copiando de la naturaleza. El fauvismo crea el color a partir de la imaginación, como una interpretación del color desde dentro, por lo que la paleta es mucho más rica, ya que se multiplica por la visión interior de cada artista.
En 1908 conoce a Braque durante su residencia en L’Estaque. Éste le habla de la ruptura total que supone el cubismo, en su opinión el primer movimiento que realmente refleja la sociedad de principios de siglo XX. De estas conversaciones y a partir de la obra de Cézanne , Dufy se acercará al constructivismo, una interpretación cubista muy personal y diferente de sus cánones estéticos.
Un año más tarde el modista Paul Poiret le interesa en el mundo de las telas estampadas con destino a la moda. Dufy trabajará durante varios años en la producción de estampados de lujo para una firma importante, en un alarde de versatilidad y de interés económico. La moda de lujo es un excelente negocio de aceptación inmediata, sin los riesgos de la venta de cuadros. Casi simultáneamente se implica en un encargo como grabador para ilustrar el Bestiario o Cortejo de Orfeo de su amigo Guillaume Apollinaire. Expone una parte de estos grabados en el Salón de Otoño de París y un año más tarde una obra en la Sezession de Berlín, en la que están presentes Picasso, Braque y Dérain entre otros.
Tras la primera guerra mundial llega ese período conocido como explosión de la luz o la luz de los colores. Su obra adquiere un nuevo equilibrio, un lenguaje paisajístico en el que quiere reflejar una síntesis entre el placer de pintar al aire libre y la reflexión en el estudio. Las luces y las sombras emanan de los propios colores. La luz de la pintura es de distribución, de composición, es una luz-color. Esta dualidad interior-exterior está presente en las numerosas vistas de ventanas y balcones abiertos a varios exteriores, el mar, su calle…en un equilibrio complejo entre la transparencia del cristal y la opacidad de lo pintado.
En su madurez está muy presente el tiempo del recuerdo vinculado a lugares, vivencias, donde abundan los elementos alegóricos, mitológicos, construcciones del mundo clásico. Se vuelve más intimista en el recuerdo del ambiente musical de su infancia en Le Havre, como en el homenaje a Bach de 1952, Naturaleza muerta con violín. Con la fuerza del rojo evoca el sonido del instrumento.
El recorrido por la exposición rigurosamente cronológico discurre por las secciones Del impresionismo al fauvismo, Período Constructivo, Decoraciones y La luz de los colores.
Las escenas animadas en muelles y marcados de Normandía y Marsella, escenas de ocio, el cambio de lenguaje en la representación de la playa de Sainte Adresse, las calles engalanadas con banderas el Le Havre el 14 de julio, toda una lírica de tonos azules y malvas o el despertar de las emociones a través del color.
La geometrización de las formas en el período constructivo, sin seguir la senda del cubismo, más bien creando un lenguaje propio con el que recupera el interés por el color como en la obra quizá más destacada de esta etapa, La gran bañista.
Las Decoraciones incluyen los grabados, las telas estampadas, las cerámicas decoradas en colaboración con el ceramista catalán Llorens Artigas- En todo ello imprime su fantasía innata, recuperando la libertad de la experimentación libre, en un adios para siempre a la estética constructivista.
La luz de los colores, viene inspirada del Mediterráneo, de su luz que lleva de manera natural a la calma, a la serenidad clásica, a la ordenación de los paisajes en bandas cromáticas, a la luz-color. Y en su madurez, la presencia de la nostalgia del recuerdo, de las sensaciones desde la lejana infancia.
Todo un regalo.
- Ficha de la Exposición:
- Título: Raoul Dufy
- Organiza: Museo Thyssen Bornemisza con apoyo excepcional del Centre Pompidou.
- Colaboración de la Comunidad de Madrid
- Sede y fechas: Museo Thyssen. 17 de febrero al 17 de mayo 2015.
- Comisario: Juan Angel López Manzanares, conservador del museo.
- Comisaria técnica: Leticia de Cos Martín, área de conservación del museo.
- Número de obras: 93. (55 óleos, 25 obras sobre papel, 6 diseños en tela y 7 cerámicas)
- Prestadores: Centro Pompidou de París (36 obras), Museo de Arte Moderno de la Villa de París, National Gallery of Arte de Washington, Art Institute de Chicago, Tate Gallery de Londres, etc., etc.
