Mi pasión por la radio se despertó en los años ochenta, etapa de mi adolescencia en la que solía entretenerme con la programación de dos excelentes emisoras en AM de Caracas, capital de Venezuela.
Me deleitaba con la calidad de las voces de los locutores que describían las acciones de las novelas de Radio Rumbos, que fue la escuela de ese género durante mucho tiempo. Enrique Benchimol, Armando Pompeyo Martínez, Saúl Martínez y Luis López Puente, con sus excelentes timbres de voz y admirable dicción, eran los encargados de mantener cautiva a la audiencia.
Notirumbos era el espacio noticioso de la estación que se identificaba como “la emisora de Venezuela”, pues sus potentes transmisores le permitían que su señal llegara a los más apartados rincones del territorio venezolano. Hoy, con la llegada de la FM y la obsolescencia en que cayó la radio en amplitud modulada, solo quedan reliquias. Radio Rumbos, Radio Continente, así como una que otra estación del resto del país, hacen esfuerzos por sobrevivir, y subsisten más por el amor propio de sus dueños, que por sentido comercial.
Radio Rumbos y Radio Continente fueron las iniciadoras del periodismo radiofónico en Venezuela, y desde el comienzo procuraron contar un excelente equipo de periodistas, locutores y técnicos, con lo cual los radioescuchas se enteraban de los hechos que eran noticia, pues la televisión aún no existía. Surgió entonces la locución de noticias como una nueva faceta del oficio del micrófono.
Desde esa época (años cuarenta) se ha empleado la frase narración de noticias, que de buenas a primeras no tiene nada de impropia; pero si se detalla sobre quiénes podrán ser llamados narradores de noticias, la situación cambia y se torna interesante. Muy recordadas son las voces de don Silvio Vargas y Alexander Fréitez Pulido.
Cuando de narrar se trata, sobre todo en lo tocante a noticias, no es el locutor el que debe llevar el nombre de narrador, sino la persona que redactó el texto, a menos que el locutor sean también periodista y lea lo que previamente escribió, describió o narró, como en el caso del ya fallecido venezolano Adolfo Martínez Alcalá, quien además de locutor era periodista, y leía las notas que él mismo redactaba, es decir, narraba. Narrar, para los que no lo tienen claro, es “contar algo que ha sucedido realmente, o un hecho o una historia ficticios, de palabra, por escrito, cinematográficamente, etc.” Y leer, que es lo que hace el locutor, es otra cosa.
La locución es una profesión digna, apasionante y muy respetada, que en el caso de noticias consiste en leer lo que otros han narrado, a menos que, como lo ejemplifiqué en el párrafo anterior, el locutor sea también periodista. En Venezuela hubo una época en que los locutores que intervenían en los espacios noticiosos de radio se hacían llamar narradores de noticias, lo cual es impropio, pues el que debe llevar ese nombre es el redactor. El locutor es solo eso, locutor, que es el que finalmente le da vida a lo que narran los periodistas, y de allí su importancia dentro de equipo encargado de informar.
Con la desaparición de los noticieros radiofónicos también ha desaparecido la denominación de narración de noticias. En algunos países, como en Colombia, a los que leen las notas, se les llama presentador, que es más adecuado que narrador.
El mismo criterio de la radio se aplica a la televisión, dado que, al igual que en la radio, existe un equipo encargado de la redacción. Y aunque por lo general son periodistas los que leen, cuando lo hacen cumplen funciones de locutor y no de periodista. Y en muchos casos, por lo menos en Venezuela, no son ni locutores ni periodistas.
Ahora, a los que sí se les puede y se les debe llamar narradores es a los que intervienen en el ámbito deportivo, que describen y transmiten las emociones de un partido de beisbol, fútbol, basquetbol u otra disciplina. Es por eso que no tengo ningún temor en afirmar que los locutores no narran noticias, solo las leen.
Muy bien dicho, a lo que le añado, también algunos locutores tienen invitados a los programas a los cuales no se le debe calificar como «entrevistados», porque eso lo hace es un profesional del periodismo, por lo que el nombre apropiado es el de «invitado». Que sigan los éxitos