Quien se encontrara en los anaqueles de cualesquiera de las librerías que la venden en España con la revista Negratinta/ Periodismo&narrativa, percibiría de inmediato la sobria y atrayente presentación tipográfica de esta publicación trimestral que este pasado verano cumplió su número cuatro y que, por aquello del peso y el precio del papel, a partir de la próxima entrega dejará de ofrecernos ese hermoso producto impreso.
Antes de que eso ocurra, quisiera resaltar lo primoroso de la edición y lo interesante del contenido con las páginas dedicadas a Cuba, el ocaso de la última utopía, en las que se presentan al lector -bajo el titular Año I después de Fidel- artículos y entrevistas como Manual de paseo por La Habana, por Aitor Romero; una charla con el escritor Pedro Juan Gutiérrez, autor de Trilogía sucia de La Habana, en la que reflexiona sobre el encierro cultural de la isla y asegura que el país tiene un cuerpo literario tan diversos y copioso como el de Argentina y México; un precioso texto de Sámuel Pérez titulado El flautista de Pinar; una entrevista con Lapin, un ilustrador móvil radicado en Barcelona, para quien la ilustración es una forma de artesanía, y un artículo bajo el título de La muerte del gran líder, del que es autor Javi Molina.
Acompañas a ese monógrafico, entre otros textos, una larga entrevista -acaso excesivamente prolija- con la actriz Bárbara Lennie, una interviú con el cantante Xoel López, un cómic Guijarro/Narbona sobre el asesinato de García Lorca, una conversación muy interesante entre Juan Villoro y Jorge Carrión en la que ambos cronistas reflexionan cobre el oficio de contar la realidad y, finalmente, cerrando el número del pasado verano, una entrevista a fondo con el Padre Ángel, promotor de la ONG Mensajeros de la Paz.
Desconozco ahora mismo el nuevo derrotero que seguirá Negratinta, pero Pablo Sierra del Sol y quienes le acompañan en el empeño deben sentirse satisfechos de haber puesto en el mercado una publicación tan vistosa a los ojos como a la lectura, indicio suficiente acaso para suponer que se superarán en su próxima etapa, aunque en ese tránsito nos falte el papel, tan seductor siempre para cuantos nos criamos con su tacto.