Estamos viviendo un momento único, mágico, en la historia, sólo comparable a cuando los copistas del Medioevo se toparon con la invención de la imprenta. Es la primera vez que la información, el conocimiento y la cultura están al alcance de cualquiera que esté conectado a Internet.
Las conclusiones de la física cuántica, difíciles de digerir, nos dicen que todos formamos parte de un mismo ser, que la materia no existe si no es observada, que los procesos físicos son sólo probables y ocurren en la medida en que son observados, que la suma de experiencias humanas engrosa una conciencia universal …
Inevitable recordar a Teilhard de Chardin, quien predijo que la humanidad avanzaba hacia el Punto Omega, «una colectividad armonizada de conciencias, que equivale a una especie de superconciencia. La Tierra cubriéndose no sólo de granos de pensamiento, contándose por miríadas, sino envolviéndose de una sola envoltura pensante hasta no formar precisamente más que un solo y amplio grano de pensamiento, a escala sideral”.
¿Hablaba de la Red?
Al mismo tiempo, estamos asistiendo al estrepitoso fracaso del neoliberalismo. Porque no se puede seguir produciendo sin freno en un planeta de recursos limitados, con una población envejecida, con puestos de trabajo inestables y mal pagados.
Sabemos que estamos viviendo el final de una época, pero todavía desconocemos todo sobre la que viene.
Paul Mason, editor económico del canal británico Channel 4, afirma que la edad de oro del capitalismo en el mundo desarrollado se acaba.
En su libro “Postcapitalismo” advierte que las actuales tecnologías de la información son incompatibles con el capitalismo, en el que ningún producto puede ser gratuito.
El cambio ya ha comenzado, a medida de que nuevos tipos de economía (como la colaborativa) van sustituyendo paulatinamente a los dictados del mercado.
Poco a poco se van tejiendo redes como las que facilitan comprar y vender artículos usados, ofrecer el coche para viajes compartidos e intercambiar las viviendas para vacaciones. Surgen las monedas paralelas y los bancos de tiempo.
En su libro “La sociedad de coste marginal cero”, el futurólogo Jeremy Rifkin profetizaba que el capitalismo sería sustituido por el “procomún colaborativo”, un modelo económico en el que el capital social será más importante que el financiero, en el que compartir será más importante que competir, en el que los mercados perderán importancia ante las redes que conectan a miles de millones de personas y cosas y en el que los consumidores se convertirán en fabricantes de energía y bienes, en “prosumidores”.
Una sociedad sostenible en la que todos dispondremos de energía libre y gratuita, gracias a las placas solares en cada tejado; en la que los residuos se reciclarán en su totalidad y las materias primas se aprovecharán al máximo.
Por su parte, Zygmunt Bauman, autor de “En el mismo barco” y padre del concepto “modernidad líquida” (porque considera que vivimos en una sociedad en la que se licúan todos los valores sólidos de antes: religión, familia, pareja, trabajo para toda la vida) predice que, en el futuro, todo el trabajo será automatizado y que el mundo, como una gigantesca cooperativa, distribuirá los recursos para que todos sus habitantes seamos mantenidos con vida.
En lo que coincide con Paul Mason, quien asegura que “una renta básica para todos es imprescindible”.
Ya Karl Marx, en 1858, imaginó en su libro “El Fragmento en las Máquinas” un mundo en el que el trabajo de las máquinas sería producir y el de los hombres sería sólo el de supervisarlas.
Y profetizó que la información sería almacenada y compartida en un “intelecto general”, la mente de todos conectada por el conocimiento social, en el que cada mejora beneficia a todos.
¿La Red, otra vez?
La mujer, como agente de cambio, está llamada a ejercer un rol protagónico en esta transformación de paradigma. Desde siempre se ha sentido identificada con la acción fluida, horizontal, de cooperación, que es uno de los pilares del ecofeminismo y que se contrapone a los estamentos del poder patriarcal, rígidos, jerárquicos y verticales.
Por lo que la sociedad que se está perfilando será, seguramente, más femenina, más colaborativa, ecológica, tecnológica y solidaria.
Del 19 al 22 de abril se reunirán en Málaga, España, más de 400 expertos y varias organizaciones representativas de las nuevas economías en el Foro Global de Nueva Economía e Innovación Social (NESI).
Su objetivo es co-crear una narrativa común hacia una Nueva Economía centrada en las personas y orientada hacia el bien común, para que sirva de hoja de ruta a los gobiernos y las empresas.
Como se afirma cada año con optimismo en el Foro Mundial Social , “otro mundo es posible”.
Estamos al principio del camino…