Niños hiperregalados: niños frustrados

Llegan los Reyes Magos y con ellos la ilusión. Tener un balón o una muñeca era un sueño para muchos niños que acaso solamente tenían unos colores para pintar. Entonces existía la magia, la imaginación y con cuatro cartones y un poco de cuerda hacían una portería para jugar o un hogar para la muñeca.Hoy la vida ha cambiado para mal. Los padres asocian que regalar y tener cosas es sinónimo del amor que les procuran. No uno, sino dos, tres, cuatro o hasta diez regalos puede tener un niño que no sabe bien por su corta edad, pero asocia a que le quieren mucho y por eso le regalan tanto. Juguetes que ya no son juguetes porque se inclinan por las nuevas tecnologías desde niños; así que una consola puede costar 500 euros y un juego 80. Si se regalan esas dos cosas, que puede ser el salario de un trabajador, el niño se considera herido, frustrado, porque sus amigos tienen seis juegos y otras consolas diferentes.

Suplir con regalos el tiempo que no les hemos dedicado es una forma de vida para muchos padres que consideran que darles todo les hará más felices. Estos niños son hiperregalados en cualquier circunstancia por eso nada es especial; aprobar el curso, graduarse, el cumpleaños, el santo, etc. De esta forma, el día soñado no esperan un regalo ansiado ni les importa si los reyes magos se han equivocado; saben que tarde o temprano tendrán lo que querían.

Ahora bien, si por un despido, por estar en paro, por una enfermedad, la familia no puede afrontar los regalos de otros años, ¿qué sucede con los menores? Sufren una depresión leve y una tristeza infinita porque no dan valor a lo que tienen y si ese año toca solo un libro se sienten pequeños, infravalorados, frustrados en toda la extensión de la palabra y sienten que algo no va bien en sus vidas.

La única manera de volver al camino que iniciamos mal sería resumir los regalos a uno o dos por hijo. Regalos que signifiquen algo o que realmente tengan un valor importante. Volver a renombrar a un libro para que este sea un presente inigualable o bien un estuche para los lápices podría ser un buen comienzo.

Si no les acostumbramos a recibir regalos pequeños y a valorar que cuánto cuesta tener otros más caros haremos tiranos jóvenes y en los catorce o quince años, nada les será útil, bueno, valioso; nada les hará tener motivación para crear, jugar, iniciar un reto. Cuando la ilusión se pierde se tiran por tierra muchos valores aprehendidos a lo largo de su corta edad. No dar valor a las cosas por pequeñas que sean, no consideran que todo supone un esfuerzo, no cuantifican el valor real de un regalo en cantidad de horas de trabajo hace que los niños se creen con necesidades que no tienen necesariamente y además sufren y se frustren.

Esos niños luego serán adultos que considerarán que todo les es debido; no tendrán cariño por algo que se ha roto ni intentarán repararlo, no sabrán compartir ni ser generosos con otros iguales y lo que es peor, no conocerán el valor de la empatía que les es necesaria en la edad adulta para comprender que nada llueve del cielo y todo pasa por ponerte en el lugar del otro, por esforzarte y por tímidamente ir consiguiendo cosas. Educar es solamente eso, y a veces, por hiperregalar no estamos educando sino que estamos creando pequeños reyes que exigirán y no contentos con eso, nunca estarán satisfechos con nada. Y no hablemos del tema estrella de las navidades que son los móviles. Niños de corta edad, 8 o 9 años cuya mayor aspiración es tener uno y dejar de vivir en este mundo para adentrarse en los videos, las apps o los mensajes con amigos. Aunque todos los compañeros tengan un móvil, cuanto antes retrase la edad de inicio de este juguete que no es tanto, tanto más conservará la imaginación, la creatividad y los valores que les impone un pequeño balón que le hace compartir un juego entre iguales.

Todo se puede medir y en este caso, también. Conservar la ilusión de los Reyes Magos, hacer de la carta un mensaje mágico y vivir la cabalgata como niños de verdad, les hará soñar en una noche en la que esperan algo verdaderamente. Solo así, serán hombres y mujeres que aprecien la vida desde donde sucede. Las cosas y el dinero nunca dan la felicidad y los regalos no vienen del cielo sino del esfuerzo.

Ana De Luis Otero
PhD, Doctora C.C. Información - Periodista - Editora Adjunta de Periodistas en Español - Directora Prensa Social- Máster en Dirección Comercial y Marketing - Exdirectora del diario Qué Dicen - Divulgadora Científica - Profesora Universitaria C.C. de la Información - Fotógrafo - Comprometida con la Discapacidad y la Dependencia. Secretaria General del Consejo Español para la Discapacidad y Dependencia CEDDD.org Presidenta y Fundadora de D.O.C.E. (Discapacitados Otros Ciegos de España) (Baja Visión y enfermedades congénitas que causan Ceguera Legal) asociaciondoce.com - Miembro Consejo Asesor de la Fundación Juan José López-Ibor -fundacionlopezibor.es/quienes-somos/consejo-asesor - Miembro del Comité Asesor de Ética Asistencial Eulen Servicios Sociosanitarios - sociosanitarios.eulen.com/quienes-somos/comite-etica-asistencial - Miembro de The International Media Conferences on Human Rights (United Nations, Switzerland) - Libros: Coautora del libro El Cerebro Religioso junto a la Profesora María Inés López-Ibor. Editorial El País Colección Neurociencia y Psicología https://colecciones.elpais.com/literatura/62-neurociencia-psicologia.html / Autora del Libro Fotografía Social.- Editorial Anaya / Consultora de Comunicación Médica. www.consultoriadecomunicacion.com Actualmente escribo La makila de avellano (poemario) y una novela titulada La Sopa Boba. Contacto Periodistas en Español: [email protected]

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