La ilustración es la salida del hombre de su minoría de edad. El mismo es culpable de ella. La minoría de edad estriba en la incapacidad de servirse del propio entendimiento, sin la dirección de otro (… …) He puesto el punto principal de la Ilustración -es decir, del hecho por el cual el hombre sale de una minoría de edad de la que es culpable.
[Kant: ¿Qué es Ilustración? (1784)]
Pedro Soto López [1]
He querido comenzar con esta cita tomada de un artículo muy breve (solamente 7 u 8 páginas) de Kant, ese que nuestro líder Pablo Iglesias confesó no haber leído nunca, para comentar ciertos sucesos ocurridos recientemente en la Comunidad de Madrid.
Los sucesos son dos:
1.- Parece que a la anterior Presidenta de la Comunidad de Madrid, Doña Cristina Cifuentes, le otorgaron un Master universitario de manera fraudulenta, o al menos altamente sospechosa.
2.- Y relacionado con ella: Aparece de repente un video de ¡hace once años! en el que se ve a esta persona tomando (¿robando?) lo que al parecer son dos frascos de crema, de manera ilegal, y es detenida / retenida por los Servicios Vigilancia del Centro Comercial.
Hasta aquí los hechos y la modesta teoría en que me quiero fundamentar.
Nadie pone en duda la vanidad inconsistente, o la posible cleptomanía del personaje, objeto de estas noticias. Pero quiero comentar la delincuencia social que aparece detrás de estas noticias:
1.- Los Master
En la Universidad (en contra de mis conocidos de Podemos, es indiferente que sea Universidad Pública o Privada) es terrible la frivolidad con la que aparentemente se otorgan títulos universitarios: ¿Es que el esfuerzo, el mérito, la dedicación, incluso si se quiere la fortuna, no tienen valor en los resultados investigadores?
¿Dónde está calidad? ¿Dónde están los Rectorados, Decanatos, Inspecciones Universitarias, etc.? Si es cuestión de precio, utilizando la obrita de Humberto Eco ‘Cómo de hace una Tesis’, el Corte Inglés o empresa similar puede abrir una sección dispensadora de títulos.
Aparece un consentimiento social en bastantes ámbitos, universitarios o no, ante esta falsificación del Mérito, y de paso una indicación de cuanto se leen esos catálogos diplomatorios. ¡Valor científico!
¡La Cantidad, titulitis, sobre la calidad!
Y la desvergüenza extendida socialmente.
2.- La Cleptomanía del personaje.
Ya casi lo de menos es si realmente es esta enfermedad psíquica o fue un delito/ falta sancionable de acuerdo al Código Penal.
Conforme a la ley de Protección de Datos parece que las grabaciones han de destruirse a los 30 días, y la que nos ha aparecido es de unos 11 años nada menos.
Parece, por lo tanto, que hay una verdadera Mafia que diligentemente ha almacenado este dato y, sospechamos, muchos más de Supermercados, Galerías Comerciales, Calles, autopistas…, y que, en contra de la Ley, son almacenados estos datos para usarlos en posibles chantajes y coacciones.
¿Cuántos más miles, o millones, de grabaciones ilegales están almacenadas, a la espera de ser usadas?
Nos hemos encontrado con la divulgación, entiendo que ilegítima, por parte de TVE, de esta grabación. Eso que la Dirección es del mismo color político que la víctima. ¿Qué podemos esperar los demás?
Otro comentario sobre el control de la Agencia de protección de Datos: los jueces encargados de proteger ese Bien público que antes existía, el Derecho al Honor ¿Dónde están? ¿Para qué sirven? ¿O a quien sirven?
Porque han asistido a la destrucción cruel de una persona: ¿con qué ánimo asistirá esta persona a cualquier reunión pública en la que pueda ser reconocida?
Y, repito, eso que era del mismo color político. ¿Qué nos espera a los demás?
3.- Pasividad social
En el futuro, como hasta ahora hemos de tener delincuentes, en sus variadas manifestaciones. Por ello existen las Policías, Los Jueces…, quienes se supone que están al servicio de la Sociedad. Todo ello está tipificado en los diversos Códigos legales.
Pero ante la indiferencia ciudadana asistimos al espectáculo del ataque indiscriminado a personas usando los recursos –generalmente ilícitos- que la Tecnología y le Influencia les han permitido y de los que están abusando tan alegremente, con el consentimiento, repito, ciudadano, que solamente se fija en la anécdota del delito particular, pero no en la transcendía social del entramado delictuoso.
Ya no estamos en los tiempos de ‘Patxi’, sino que en una gran medida somos responsables de lo que sucede. Creemos aquello que queremos creer, y nos esforzamos por ignorar aquello que no queremos admitir.
¡Ignorancia Culpable!
- Pedro Soto López es profesor jubilado de Filosofía