Los mensajes del PP muestran con claridad la diferencia entre la “Vieja” y la “Nueva” política. El PP está escandalizado ante lo que está ocurriendo y no lo entiende, convencido de su misión y del error ajeno.
Mensajes como “No importa lo que haya comprometido su partido con la gente; lo que importa es la ley y les vigilaré atentamente”, (Montoro); o “cambiar por cambiar no, tendremos qué ver si es bueno para los españoles”, (Ana Pastor); o “Uds. (PSOE) han pasado de ser un partido alternativa de gobierno a un partido alternativo”, (Soraya Sáenz) muestran una dirección: la política como una profesión que poseen; se trata de decir a la gente qué debe hacer, cuándo y cómo sin aceptar que es al revés: somos la gente los que decimos qué hay que hacer y cuándo. ¿De verdad cree Pastor que en reunión secreta van a decidir “qué es lo bueno para los españoles”? No, la Nueva política es tan vieja que recupera aquel axioma de Demos, pueblo y Kratos, gobierno en el que la gente define su presente y su futuro.
Para los habitantes del PP la cosa es ininteligible: eso de que mande la ciudadanía les supera intelectualmente y de ahí sus actitudes arrogantes con todo lo ajeno. No responden preguntas, sus ruedas de prensa no permiten réplicas; si un periodista insiste en preguntar se le retira la acreditación o se le remite a unas declaraciones anteriores que nunca existieron, etc. Con sistema tan siniestro no es de extrañar que la vicepresidenta del Congreso se dedique al Candy Crush mientras habla su Gran Líder.
A mí me recuerdan aquel anuncio de los 70 en que un guardia daba el alto a un vehículo y el conductor le espetaba “Usted no sabe con quien está hablando” y el locutor en off le contestaba “Pero usted sí, compórtese.” Es lo que pasa con los mandamases del PP: van por la vida diciéndonos a todos que no sabemos con quién estamos hablando sin darse cuenta que son ellos los que deberían saber con quien están hablando y que están ahí no por haber sido tocados por el dedo divino de Dios o Rajoy para dirigirnos como a un rebaño de imbéciles, sino porque ha habido gente, personas, ciudadanos que les votaron y a quienes deben el puesto, un respeto y mucha humildad.
Pero no lo entienden; igual que no entendieron y perdieron en Europa y perdieron en las municipales y perderán en las generales. Solo espero que con su tradicional saber perder –es ironía, claro- no vuelvan a gritar que quien suceda a Rajoy llegó en cercanías a Moncloa.