Oh Boy, un ejercicio de estilo

Opera prima del director Jan Ole Gerster, Oh Boy, película que se presenta como “la revelación del nuevo cine alemán”, definición avalada por los premios 2013 a la Mejor Película, Mejor Director y Mejor Actor de la Academia del Cine Alemán y el de Mejor Película Revelación en los galardones del Cine Europeo, es una esforzada obra en blanco y negro que no puede ocultar lo mucho que debe a influencias del pasado, y muy especialmente a la nouvelle vague francesa: hay demasiado Godard y Truffaut, y mucho del primer cine independiente americano, en las veinticuatro horas de la vida errática del joven protagonista por la ciudad de Berlín.

cartel-OH-BOY Oh Boy, un ejercicio de estiloNiko, el joven treintañero de Oh Boy, hace dos años que colgó los estudios, aunque eso no lo sabe su padre que sigue enviando mil euros mensuales a su cuenta bancaria. Tampoco sabe que Niko está a punto de convertirse en un alcohólico ni que le acaban de retirar el carnet por conducir con un índice superior al permitido.

Niko podría ser un típico representante de la generación “ni-ni”, que ni estudia, ni trabaja, ni sabe realmente si puede hacer algo de provecho con su vida (independientemente, claro, de las condiciones objetivas: pero la crisis ni siquiera se menciona en la película y no parece que la gente que cruza en su recorrido ciudadano esté especialmente afectada por ella: vagabundos mendicantes ha habido siempre en las grandes urbes, forman parte del paisaje, y aquí solamente aparece uno).

A lo largo de un día en que Niko intenta cambiar su costumbre de beber alcohol por café, lo que no le resulta fácil, se encuentra con gentes diversas: conocidos –amigo que busca un papel en una película, padre que le recrimina su conducta-, desconocidos –el nuevo vecino que vive su propia tragedia jugando al futbolín en el sótano-, e incluso antiguas amistades –la gorda de la clase del instituto, que ha adelgazado hasta la anorexia y se dedica al teatro de vanguardia- , hasta que en una barra, y para que no falte nada en el relato, le aborda un viejo borracho que charla sin cesar y termina evocando un episodio doloroso y vivido en primera persona de la historia reciente de Alemania: la noche de los cristales rotos, la del 9 al 10 de noviembre de 1938, cuando los nazis destruyeron cerca de doscientas sinagogas en todo el país, saquearon 7.500 comercios propiedad de judíos, asesinaron a un centenar, provocaron el suicidio de varios cientos y deportaron a cerca de 30.000 a campos de concentración: en total, aquel pogrom y las deportaciones subsiguientes causaron la muerte de unas 2.500 personas.

Narrada como si se tratara de una película de sketchs, con una hermosa fotografía en blanco y negro y un sugestivo fondo de música de jazz, más drama que comedia, Oh Boy promete más de lo que realmente ofrece: un ejercicio de estilo más propio de uno de esos exámenes fin de carrera en que uno escribe (filma) absolutamente todo como si esa fuera la única oportunidad que va a tener de contarlo.

Oh Boy se estrena en los cines españoles el 7 de marzo de 2014.

Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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