Durante la campaña electoral de Estados Unidos, el candidato del Partido Republicano, Donald Trump, hizo varias declaraciones, algunas de las cuales arremetieron contra algunas convenciones de la ONU y quedaron resonando en el foro mundial, informa Thalif Deen[1] desde Naciones Unidas.
Trump opinó que el cambio climático era una farsa y una conspiración china; prometió prohibir a los refugiados políticos, restringir la inmigración mediante un muro en la frontera con México, prohibir el ingreso de musulmanes a Estados Unidos y diezmar los derechos reproductivos.
Además, se comprometió a desmantelar el acuerdo nuclear suscrito con Irán por seis potencias: Alemania, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Rusia y la Unión Europea (UE).
La mayoría de las propuestas de Trump, que atentan contra convenciones o acuerdos multilaterales de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), incluida la Convención sobre los Refugiados de 1951 y el Acuerdo de París sobre cambio climático, pueden haber dejado consecuencias negativas en el foro mundial.
El Acuerdo de París fue sellado en la 21 Conferencia de las Partes (COP21) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el cambio climático y entró en vigor el 4 de este mes.
Pero menos de una semana después de su triunfo electoral, el martes 8, y esta vez como presidente electo, Trump se retractó de algunas de sus propuestas, sumiendo a la ONU en la incertidumbre.
El portavoz del foro mundial, Farhan Haq, declaró el lunes 14: «Tendremos que esperar y ver cómo es el nuevo gobierno una vez que asuma. Hemos generado conciencia entre todos los gobernantes sobre los problemas que pueden surgir si no cumplimos con los compromisos hechos en París», donde se celebró la COP21.
También señaló que el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quien habló brevemente por teléfono con Trump tras su triunfo electoral, cree que el gobierno de Estados Unidos desempeñó un papel de liderazgo en los últimos meses ayudando a la comunidad internacional a avanzar hacia la entrada en vigor del Acuerdo de París y «necesitamos seguir con eso».
«Todos los esfuerzos por desviarse de ese curso de acción podrían ser desastrosos para todos los humanos en los próximos siglos e incluso en las próximas décadas. Así que tenemos que considerar todo lo que hacemos con mucho cuidado», añadió.
El peligro del aislacionismo
«A Trump le costará mucho distanciarse de los tratados multilaterales», opinó Vijay Prashad, profesor de Estudios Internacionales en el Trinity College, en diálogo con IPS.
«Su gobierno tendrá que operar dentro de los parámetros del Estado y de la historia de Estados Unidos. No es un golpe de Estado», precisó.
El presidente electo ya dio marcha atrás a varias de sus promesas electorales como el muro en la frontera con México, la mayoría del cual, de hecho, ya existe. Y en lo que respecta a las deportaciones, ya redujo el número de 11 millones a entre dos y tres millones, y no hay que olvidar que durante su Presidencia, Barack Obama deportó a dos millones de personas.
Trump descubrirá que si rompe el acuerdo con Irán, se quedará sin socios en Europa que lo sigan en la imposición de nuevas sanciones y terminará por aislar a Estados Unidos.
El Estado presionará al gobierno de Trump para que frene algunas de sus exageraciones, indicó Prashad, expresidente (2013-2014) de la cátedra Edward Said de la Universidad Americana de Beirut, quien escribió abundantemente sobre política de Medio Oriente, economía del desarrollo, relaciones Norte-Sur y sobre actualidad.
Para ser justos, recordó, Estados Unidos apenas reconoció las negociaciones climáticas y, de hecho, actuó como diluyente de las posiciones más razonables en las cumbre de Copenhague, en 2009, y de París, en 2015.
«¿Trump será peor que el statu quo?», preguntó Prashad. «El Congreso legislativo ya estaba en manos de negadores del cambio climático. Simplemente refleja sus opiniones», apuntó.
Otro asunto que habrá que ver, analizó Ian Williams, excorresponsal en la ONU para The Nation y actual para The Tribune, en diálogo con IPS, es cuán en serio es Trump cuando menciona su posición contra los musulmanes y sus prejuicios hacia los mexicanos.
«Sabemos que no tiene reparos en venderle apartamentos a insípidos jeques árabes ni ningún prejuicio particular para emplear inmigrantes indocumentados que trabajan por menos. Si tenemos suerte, su intolerancia oral fue por mera conveniencia para arengar a las masas», opinó.
Y para compensar su retórica antimusulmana, a principios de este año se comprometió a hacer que Israel pague por sus armas. Pero es de sospechar que en los primeros 100 días de su gobierno tenga que tragarse bastantes palabras al enfrentarse a la realidad de la ley y del Estado.
Williams señaló que Trump no ha demostrado tener un fetichismo ideológico. Lanza sus prejuicios libremente y, obviamente, se deleita del entusiasmo que despierta en la gente.
«Pero el vacío ideológico puede ser peligroso porque se rodeó de una mezcla de ideólogos y aduladores prejuiciosos, piensa en Rudi Giuliani o John Bolton o incluso Myron Ebell, el posible demoledor del Acuerdo de París», apuntó.
«La idea de Rick Grennell, como embajador ante la ONU, por ejemplo, no genera esperanzas», añadió.
Por su parte, Norman Solomon, del Institute for Public Accuracy, precisó: «En Estados Unidos, Trump prometió usar las potestades del gobierno federal para atacar los derechos humanos básicos, socavar las libertades civiles, a la vez que avivar el odio hacia los negros y los inmigrantes indocumentados. Su elección como presidente es una tragedia para» este país.
«No podemos predecir su apoyo a la ONU o a los acuerdos internacionales, al contrario, su hostilidad hacia el Acuerdo de París se basa en su ignorante negación de las causas humanas del cambio climático, mientras su desprecio por el acuerdo con Irán es un disparate peligroso», apuntó.
«Resta por ver si, de hecho, implementará un cambio real en su enfoque sobre las invasiones y las guerras aéreas, que han hecho tanto daño a varios países desde 2001, desde Afganistán, pasando por Iraq y Libia, hasta Siria», observó.
«La actitud de Trump hacia Rusia podría, si la mantiene durante su Presidencia, ser un cambio positivo respecto de las políticas bélicas que se fueron asentando durante el gobierno de Obama», precisó, aunque ponga nerviosos a los gobernantes de muchos países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.
Su intensión de no mantener el tono agresivo hacia el Kremlin podría, incluso, ser saludable para Europa, acotó Solomon.
Williams concluyó que Trump es una gran incógnita, pues no comparte la urgencia de los neoconservadores de rediseñar el mundo y «se expresó contra las intervenciones extranjeras, pero sospecho que al final la seducción del poder lo tentarán y lo harán hablar fuerte y llevar la batuta en el concierto internacional».
«Pero su enorme ego y su manifiesta falta de confianza en sí mismo sugieren que otros gobernantes podrían adularlo y conducirlo hacia la cordura», añadió.
Probablemente, Trump quedó encantado de que el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon lo llamara. Y su arrogancia quizá impida que sus asesores más tóxicos lo presionen para que adopte posiciones que no comparte, observó Williams, expresidente de la Asociación de Corresponsales de la ONU.
- Traducido por Verónica Firme
- Publicado inicialmente en IPS Noticias