Ante la falta de buenas respuestas a los conflictos y de soluciones para las millones de personas obligadas a abandonar sus países, un grupo de diplomáticos busca promover un «cambio de mentalidad» dentro la ONU para, antes que nada, evitar las crisis, informa Jonathan Rozen[1] (IPS) desde Naciones Unidas.
Aviones franceses contra el Dáesh en Siria«Parte del desafío es la forma en que caracterizamos el trabajo de la ONU, como una de las primeras en responder, como bombero, como una organización que aparece cuando las cosas se caen a pedazos», explicó Macharia Kamau, representante permanente de Kenia en la sede de la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York.
«Eso hace que las instituciones en la ONU tiendan a ser más reactivas que preventivas», precisó, en diálogo con IPS.
Para cambiar las cosas, un grupo de diplomáticos y funcionarios del foro mundial busca reforzar el Fondo para la Consolidación de la Paz, que cuenta con unos 100 millones de dólares al año, muy poco, incluso para intervenciones puntuales tendientes a evitar crisis a largo plazo.
«Los conflictos llevan al sistema de la ONU al límite», observó el secretario general Ban Ki-moon. «Sin el Fondo para la Consolidación de la Paz, nos veremos obligados a ser testigos de la pérdida evitable de innumerables vidas», alertó.
Hacer rendir el dinero
En la conferencia de donantes organizada por el Fondo para la Consolidación de la Paz el 21 de septiembre de 2016, el aporte de 30 países llegó a 152 millones de dólares, apenas por encima de la mitad de la meta fijada de 300 millones.
«La retórica que tenemos en materia de mantenimiento de la paz va mucho más allá de la disponibilidad para hacer frente a los desafíos necesarios para lograrlo», observó Kamau, quien también preside la Comisión para la Consolidación de la Paz. «Debe ocurrir algo totalmente diferente», subrayó.
El presupuesto de este año para las 16 misiones de paz de la ONU es de apenas 8000 millones de dólares. Con visión de largo plazo, las pequeñas inversiones ayudarían a ahorrar dinero al evitar la necesidad de misiones caras para responder a circunstancias ya penosas, arguyen los defensores de la consolidación de la paz.
Pero con una mejor previsión y con inversiones diligentes se puede lograr un impacto que no se reduzca a la chequera de los países.
«Si podemos evitar que se generen esos conflictos, la mayoría de las cosas que vemos hoy, como la situación de los refugiados, que pone una gran presión sobre las personas y los países, por supuesto que no hubieran ocurrido», explicó Olof Skoog, representante permanente de Suecia en la ONU.
Una paz sostenible
La Comisión para la Consolidación de la Paz es un organismo relativamente nuevo en la ONU, creada en diciembre de 2005 y que en abril de este año amplió su mandato con la adopción de dos resoluciones idénticas por la Asamblea General y el Consejo de Seguridad.
Eso desplazó las responsabilidades en materia de consolidación de la paz hacia la recuperación posconflicto para incluir los esfuerzos de prevención y de mantenimiento de la paz.
El mantenimiento de la paz implica «la idea de que el proceso de prevención va del alerta temprana, pasa por la etapa de conflicto y hasta después del conflicto», detalló Jan Eliasson, secretario general adjunto en la conferencia del Fondo para la Consolidación de la Paz.
Eso incluye la consideración de todos los factores sociales, políticos y económicos que contribuyan a una paz sostenible.
Además, asocia la prevención de conflictos al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda de Desarrollo para 2030. Por ejemplo, el primero que procura terminar con la pobreza y el 10, eliminar las desigualdades, no serán posibles sin una paz sostenida.
Según el Banco Mundial, las personas más pobres del mundo se concentran cada vez más en áreas frágiles afectadas por conflictos y violencia, mientras las zonas más pacíficas se quedan con los beneficios del desarrollo.
Para 2030, 46 por ciento de las personas en extrema pobreza vivirán en áreas frágiles y con conflictos, 17 por ciento más que en la actualidad, según el organismo.
«Todavía es muy pronto para decir qué forma tendrá la Agenda 2030 en términos de su implementación», precisó Helder da Costa, secretario general de la asociación g7+ de países en desarrollo afectados por conflictos, en diálogo con IPS.
«Si realmente queremos construir sociedades pacíficas, necesitamos una implementación práctica en el terreno», acotó, tras una reunión por el ODS 16, que procura promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar el acceso a la justicia y crear instituciones eficaces, responsables e inclusivas.
Uno de los proyectos del Fondo para la Consolidación de la Paz destinó dos millones de dólares a registrar a unos 350 000 niñas y niños recién nacidos en Costa de Marfil. Sin ese trámite, muchos de ellos, que hubieran nacido justo antes o durante el último conflicto, hubieran quedado en un limbo legal, sin acceso a servicios sociales, educación o empleo.
Los fondos que se destinen a los ODS ayudarán a las condiciones sociales, económicas y políticas que pueden prevenir conflictos y mantener la paz. Pero es un proceso que lleva tiempo y el Fondo buscar realizar inversiones de inmediato y dirigidas con el fin de evitar posibles conflictos.
«Que no nos frenen las cuestiones burocráticas, seamos originales y tratemos de ayudar a los países», opinó Da Costa. Pero en grandes organizaciones complejas, como la ONU, las nuevas formas de pensar y de innovar no siempre logran con facilidad un impulso político o un respaldo económico. Y en algunos casos, de hecho, ocurre lo contrario.
Al principio, el Consejo de Seguridad se resistió al papel de la Comisión para la Consolidación de la Paz en la prevención de conflictos, recordó Eliasson.
Lo consideraban una «violación» a su supremacía dentro de la ONU en materia de seguridad y paz. Aun en la actualidad, frente al agravamiento de conflictos, el cambio climático y la situación de solicitantes de asilo y refugiados, las inversiones de los países se concentran en reaccionar a las crisis, más que en prevenirlas.
Es importante cubrir las urgentes necesidades humanitarias actuales, explicó Skoog a IPS. «Al mismo tiempo, es muy importante lograr este cambio para, antes que nada, evitar los conflictos», precisó la funcionaria sueca.
En tanto que organización internacional con el mandato de «preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra», la credibilidad de la ONU depende en gran parte de su capacidad para evitar y resolver conflictos. Sin embargo, son demasiadas las veces que se permite que la violencia se vuelva incontrolable y se prolongue.
El presidente de la Asamblea General para el período 2016-2017 dijo que apoyaría el cambio hacia una mentalidad más propositiva para «mantener la paz» y promover un aumento de las contribuciones al Fondo para la Consolidación de la Paz.
Pero después del 1 enero de 2017, habrá que ver qué prioridad le da la nueva persona que esté al frente de la Secretaría General de la ONU a la prevención de conflictos y a la mentalidad favorable a una paz sostenible.
- Traducido por Verónica Firme
- Publicado inicialmente en IPS Noticias