Ya se ha dicho que el periodismo es una de las manifestaciones más importantes de la libertad de expresión, sobre todo en el ámbito de la difusión del pensamiento, la búsqueda de la verdad, la promoción del conocimiento y la circulación de la información; un bien indispensable para la participación ciudadana.
La profesión de Periodista no puede ser reducida a la visión de ser prestadores de un servicio profesional pues está íntimamente vinculada a un derecho humano fundamental que se asume profesionalmente.
Las libertades consagradas en las legislaciones locales, en las Declaraciones, Convenciones y Pactos Internacionales y la garantía de su pleno ejercicio son deberes fundamentales de los Estados, todos dicen reconocerlos, pero la realidad contrasta con ese discurso.
Al analizar las situaciones particulares, se encuentran violaciones, infracciones y debilidades en la práctica de dichas garantías, las cuales, aunque difieren de un lugar a otro, podemos identificar algunos patrones comunes.
Las y los periodistas no deben ser blanco del acoso judicial, de hostigamientos, amenazas o represalias por el trabajo que desempeñan. Sigue en las Américas el gran desafío de terminar con los asesinatos, agresiones, intimidaciones contra periodistas, y comunicadores. La impunidad es un factor que propicia la criminalidad; es, al mismo tiempo, efecto y causa de la falta de acceso a la justicia y de la situación creciente de agresiones contra periodistas y ciudadanos.
En la región pueden también señalarse como problemas comunes que atentan contra la libertad de expresión y de prensa el crimen organizado y la narcoactividad, las prácticas de autoridades, políticos y funcionarios que violan la ley y abusan de su poder. En tiempos recientes, también se han sumado, en algunos lugares y momentos precisos, grupos de ciudadanos que agreden a los periodistas, producto de una preocupante intolerancia ciudadana cuando los reportes o análisis no favorecen sus posturas.
México y Honduras tienen escenarios muy graves para la prensa. La Comisión Nacional de Derechos Humanos de Honduras reporta 42 periodistas y comunicadores asesinados desde noviembre del 2003 hasta la fecha, mientras que la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México informó que 88 periodistas han sido asesinados del 2000 hasta abril de este año.
PEN Internacional instó a las autoridades de Honduras a brindar protección a los periodistas e investigar las diversas agresiones en su contra, ante el clima de inseguridad que enfrentan los miembros de la prensa.
Aseguró que los periodistas continúan siendo asesinados a un ritmo alarmante, mientras que otros se enfrentan a acosos y amenazas de muerte, Hace menos de un mes fue asesinado el presentador de radio Luis Alonso Fúnez Duarte.
Aquí, en nuestro vecindario, en El Salvador fue asesinado un periodista. Hacía muchos años que no se lamentaba una tragedia como esta, similar situación ocurrió en Panamá, hace unas semanas, mientras que en Perú un periodista de radio fue torturado y asfixiado.
Y en Estados Unidos, en esta coyuntura de crisis humanitaria, fue capturado un periodista filipino quien acudió a MacAllen, Texas para publicar historias de quienes han cruzado la frontera. Lo insólito es que José Antonio Vargas, el mencionado Periodista, es inmigrante indocumentado y ganó elPremio Pulitzer de periodismo en 2008 como parte del equipo de reporteros del Washington Post que cubrió la matanza en la Universidad Virginia Tech en 2007.
Nuestra solidaridad con nuestros colegas.