El cotarro de los tertulianos a voz en grito
He esperado a ver la segunda de las emisiones del nuevo programa de Cuatro TV «Toma partido» porque en la primera creí que se había producido un alarde excesivo de histrionismo polemista. Esto es, que los tertulianos convocados se habían desbocado y habían pretendido con su griterío y sus aspavientos -facilitados por hablar de pie detrás de un pequeño atril- llamar hiperbólicamente la atención del televidente con sus enconadas e impostadas disputas.
Imágenes de «Toma partido»Pero no, los tertulianos de la segunda emisión -la de ayer, martes 23 de febrero de 2016- vinieron a comportarse de modo similar -los progubernamentales y los antigubernamentales-, porque lo que se pretende en el nuevo programa que presenta Miguel Ángel Oliver es seguir haciendo del debate político un espectáculo mediático, en el que más que las ideas, los argumentos, la discusión sin continuas interrupciones y una cierta objetividad, priman los razonamientos manidos, el ánimo sectario y el grito como mejor herramienta para acallar la voz del adversario dialéctico.
«Toma partido» viene a ser, por lo tanto, un nuevo programa de debate que como los del mediodía en Cuatro y en La Sexta -caracterizados por hacer de la corrupción política un asunto central día tras día- hacen de la política un espectáculo mediático con más gritos que razones, interpretado por el mismo elenco de actores que se reparten este tipo de programas. ¿Es que no hay periodistas en España que puedan sustituir a los que -en algunos casos- estamos hartos de soportar por su sectarismo, sus fobias o sus infamias, o a los que carecen de documentación y capacidad para dar opiniones más fundadas?
Se tiene la sensación, a costa de ver siempre a los mismos tertulianos en una y otra cadena televisiva, que los que tanto se prodigan forman parte de una especie de club o cotarro cerrado al que no pudiera acceder ninguna voz nueva que aireara o renovara el ambiente. De este modo, por mucho que algunos denoten su insuficiencia, ineptitud, fobias o sectarismo, no hay posibilidad de que otros profesionales más cualificados les priven de las correspondientes remuneraciones.
Acabo de leer que el estreno de «Toma partido» el pasado lunes arrancó muy mal con los índices de audiencia: marcó un 3,3% de share con 660.000 espectadores. Eso quiere decir que nació sin levantar siquiera expectativas. Tampoco creo que las vaya a crear según lo visto porque está más que revisto.