Daniel Hernández no ha fallecido por su profesión, le ha matado la violencia que recorre a diario las calles de cualquier pueblo, ciudad y estado de México. A él le ha tocado en Ecatepec, localidad del Estado de México, próximo a la Ciudad de México.
Dos pendencieros han segado la vida de este joven de 24 años cuando regresaba a su casa después del trabajo. Iba en un autobús público, como hacía a diario, cuando dos asaltantes se subieron a la unidad y amenazaron a los pasajeros. La idea, lógicamente, era el robo, pero algo se torció y una bala que impactó en su hombro acabó con su vida. Seguramente, lo que se torció no fue nada más que la negativa a entregar sus pertenencias. Un motivo más que suficiente para que cualquier maleante con una pistola en la mano apriete el gatillo.
Daniel se había licenciado en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón, perteneciente a la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM). En la actualidad, se desempeñaba en la dirección de Comunicación Social del Ayuntamiento de Ecatepec. Había iniciado su carrera en los medios de comunicación en 2017, cuando entró en el Diario Basta! como redactor, y después como editor de la sección de política.
Este asesinato, aunque no haya sido motivado por la profesión, lo vamos a contabilizar como si lo fuera, porque, independientemente de ello, no deja de ser una consecuencia de la violencia que este magnífico país -magnifico por sus gentes y su naturaleza- soporta desde hace demasiados años. Los asaltos en el transporte público es lo que viven los ciudadanos del país diariamente, de día y de noche, en ciudades y en carreteras. Se viaja con temor al robo, y miedo a perder la vida. Lo sabe bien quien escribe esta noticia.