Periodistas de Venezuela, Nicaragua y Cuba lideran el exilio forzado por la censura y la represión

Las amenazas, la criminalización y el cierre de medios independientes obligan al silencio o al destierro

La persecución política, la censura institucional y la violencia directa han convertido el ejercicio del periodismo en un acto de alto riesgo en varios países de América Latina.

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Según datos difundidos por El Carabobeño, que se hace eco del informe «Voces desplazadas: radiografía del exilio periodístico latinoamericano 2018–2024», más de 190 periodistas han sido forzados al exilio en la última década, principalmente en Venezuela, Nicaragua y Cuba.

La criminalización de la profesión, las amenazas de muerte y el cierre sistemático de medios de comunicación han generado un escenario de desplazamiento forzado sin precedentes en la región.

Venezuela, el país con más periodistas desplazados

De acuerdo con el informe, Venezuela encabeza la lista de países latinoamericanos con más periodistas forzados a abandonar su país. En los últimos diez años, al menos 84 comunicadores han tenido que salir del país debido a la represión ejercida por el régimen de Nicolás Maduro.

La política de hostigamiento hacia la prensa independiente en Venezuela ha incluido la clausura arbitraria de medios, la persecución judicial y el encarcelamiento. Según la organización Voces del Sur, los principales destinos de estos periodistas venezolanos exiliados han sido Estados Unidos, España y Colombia.

Una de las voces que recoge el reportaje es la de Carlos Correa, director de la oenegé venezolana Espacio Público, quien afirma que «el desplazamiento forzado no solo responde a amenazas directas, sino también a un entorno sistemáticamente hostil, donde se criminaliza el periodismo y se niega el acceso a la información pública».

El informe advierte que el exilio no es garantía de seguridad plena. Muchos periodistas que han huido enfrentan dificultades legales y económicas para rehacer sus vidas, y en algunos casos siguen recibiendo amenazas en sus nuevos países de residencia.

Nicaragua: la prensa silenciada por decreto

En Nicaragua, gobernada por Daniel Ortega y Rosario Murillo, el control de los medios ha alcanzado niveles totalitarios. Según Voces del Sur, al menos 61 periodistas se han exiliado desde 2018, coincidiendo con la brutal represión de las protestas sociales y el cierre masivo de medios independientes.

Uno de los episodios más emblemáticos fue la confiscación, en agosto de 2021, de las instalaciones del diario La Prensa, el más antiguo del país. Su redacción fue militarizada y varios de sus trabajadores, detenidos. Desde entonces, la mayoría de sus periodistas trabajan en el exilio, principalmente desde Costa Rica.

«El régimen nicaragüense ha establecido una política de tierra arrasada contra el periodismo. No se tolera ni una línea crítica, y quien la escribe se convierte en enemigo del Estado», denuncia Cristiana Chamorro, periodista y expresidenta del país, actualmente también en el exilio.

El gobierno de Ortega ha utilizado leyes como la Ley de Ciberdelitos y la Ley de Agentes Extranjeros para acallar voces independientes, bajo acusaciones sin pruebas de conspiración o lavado de dinero. Estas herramientas jurídicas han sido catalogadas por organismos internacionales como mecanismos de censura encubierta.

Cuba: nuevos métodos de control

En el caso de Cuba, la represión a la prensa no es nueva, pero se ha intensificado con el uso de herramientas digitales de vigilancia y nuevas formas de acoso. Desde 2018, al menos veintidós periodistas cubanos se han visto obligados a abandonar la isla.

Según el informe, muchos de estos comunicadores trabajaban para medios independientes como 14ymedio o El Toque, que han sufrido bloqueos digitales, amenazas, detenciones arbitrarias y prohibiciones de salida del país.

«En Cuba, el periodismo independiente se considera traición. Nos han obligado a elegir entre la cárcel o el exilio», relata Luz Escobar, periodista cubana actualmente refugiada en España.

El informe advierte que, en los últimos años, las autoridades cubanas han perfeccionado métodos de vigilancia electrónica, incluyendo el uso de malware y el espionaje digital, lo que ha agravado la vulnerabilidad de los periodistas incluso fuera del país.

Colombia, México y otros países: el exilio no es exclusivo del autoritarismo

Aunque los casos más extremos de desplazamiento forzado se concentran en regímenes autoritarios, el fenómeno no se limita a esos contextos. En países formalmente democráticos como México, Colombia o El Salvador, la violencia contra periodistas —a menudo ejercida por grupos armados o el crimen organizado— también empuja al exilio.

En Colombia, doce periodistas han sido desplazados forzadamente en la última década, muchos de ellos por amenazas de grupos paramilitares o mafias vinculadas al narcotráfico. En México, uno de los países más mortales del mundo para el ejercicio del periodismo, los asesinatos han dejado a decenas de profesionales sin otra opción que huir.

«En estos casos, el Estado no persigue directamente, pero tampoco protege. La impunidad es lo que alimenta el miedo», señala Nathalie Southwick, de la organización Committee to Protect Journalists (CPJ).

El fenómeno del desplazamiento forzado de periodistas en América Latina, por tanto, no responde solo a la censura estatal, sino también a la incapacidad de los gobiernos para garantizar condiciones mínimas de seguridad para el ejercicio de la profesión.

Un periodismo que resiste en el exilio

A pesar de las dificultades, muchos periodistas desplazados continúan su labor desde el exterior. Gracias a alianzas con medios internacionales, redes de apoyo y plataformas digitales, han logrado seguir informando sobre lo que ocurre en sus países, desafiando así el intento de silenciarlos.

Plataformas como Connectas, Voces del Sur o Redacción Sin Fronteras ofrecen espacios y recursos para que los periodistas en el exilio mantengan su compromiso con la verdad y la libertad de expresión.

Sin embargo, la situación sigue siendo alarmante. El desplazamiento forzado tiene un coste personal y profesional inmenso. Muchos periodistas enfrentan el desarraigo, la precariedad económica, la persecución transnacional y el aislamiento.

«Exiliarse no es huir, es resistir desde otro lugar», resume Javier Lafuente, periodista nicaragüense refugiado en Costa Rica. «Seguimos haciendo periodismo porque sabemos que la verdad sigue siendo necesaria, aunque moleste».

Proteger la libertad de prensa es un deber internacional

La situación descrita por El Carabobeño y otras organizaciones evidencia que el desplazamiento forzado de periodistas en América Latina no es un fenómeno aislado, sino una consecuencia directa de sistemas autoritarios, contextos de violencia e impunidad y políticas deliberadas de censura.

La comunidad internacional, incluidas las organizaciones de derechos humanos, los gobiernos democráticos y los medios de comunicación globales, debe asumir un papel más activo en la protección de quienes informan. Defender el periodismo es defender la democracia, la libertad y el derecho de los pueblos a saber.

Como alerta el informe: «El silencio forzado de un periodista es el silencio impuesto a toda una sociedad».

Rafael Jiménez Claudín
Periodista Editor de periodistas-es.com

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