La fiebre pospandémica ha hecho renacer a los Estados Unidos, se evidencia en el interés por volver a la normalidad y disfrutar de los eventos culturales. La Feria de Libro de Miami (Miami Book Fair) del Miami Dade College es una de las más grandes del país del norte, fue creada en 1984 y ya está aquí. Desde el 14 al 21 de noviembre tendremos un festival de libros, autores, eventos y actualidades.
Este año los actos serán híbridos algunos presenciales y otros virtuales, con participación de autores reconocidos y nuevos talentos realzando la cultura hispana en los Estados Unidos.
La directora del Programa en Español de la Feria del Libro de Miami, Mariela Gal, nos dijo: «Hemos trabajado con ahínco para ofrecerle al público un Programa de Autores Iberoamericanos con novedades, escritores consagrados, poesía, ensayo, literatura infanto-juvenil, talentos emergentes y la mejor calidad literaria»
A la feria asistirán narradores de varios países: Ana Maria Shua de Argentina, Pia Barros de Chile, Pablo Montoya de Colombia, se le rendirá un homenaje a Augusto Monterroso, escritor hondureño maestro del micro relato al cumplirse los cien años de su nacimiento. De España llegarán Fermín Goñi y Andrés Pérez Domínguez y la investigadora Irene Vallejo con su obra El infinito en un junco.
Grandes escritoras latinoamericanas como las mexicanas Elena Poniatowska, Premio Cervantes, y Sandra Cisneros autora de la famosa novela The house on Mango Street tendrán un encuentro, Elena lo hará de manera virtual con el escritor Arturo Morell y Sandra, de origen mexicano pero que escribe en inglés, lo hará de forma presencial.
En esta edición ha habido un fuerte énfasis sobre la literatura venezolana, con un foro «País portátil». Este foro es un diálogo sobre la literatura venezolana reciente con los escritores Eli Bravo, Camilo Pino y Luis Alejandro Ordóñez. A su vez, las escritoras Karina Sainz Borgo, quien vive actualmente en España, comentará su novela El tercer país, y la poeta y narradora Jacqueline Goldberg desde Caracas comentará su libro Destrucción ten piedad.
El tema de la pandemia no está ausente con el cubano Jorge Ferrer, la novelista mexicana Verónica Murguía y el escritor boliviano Edmundo Paz Soldán.
Tampoco falta la literatura infantil y juvenil, con Picnic de libros organizado por la Fundación Cuatrogatos y una serie de actividades dedicadas a la gente menuda y también al público adulto, con más de doscientas editoriales, editores independientes, talleres literarios y la presencia de miles de libros listos para ser leídos.
Pilar Quintana y Los abismos
En el marco de la feria, la escritora colombiana Pilar Quintana, nacida en 1972 en Cali, Colombia, galardonada en España con el Premio de Novela La Mar de Letras, por su libro Coleccionistas de polvos raros y actualmente Premio Alfaguara de novela 2021 por Los Abismos, dialogó conmigo sobre su obra, la violencia, el erotismo femenino, el adulterio y el panorama de la literatura latinoamericana. Así fue nuestro diálogo.
Pilar Quintana: Mi vocación de escritora fue muy temprana. A los siete años cuando me enseñaron a escribir en la escuela, ni bien tuve las palabras suficientes escribí un cuento. Desde entonces me dediqué a escribir. Al salir de la universidad mi primer trabajo fue escribir guiones para la televisión.
Adriana Bianco: Tu generación tiene escritores que trabajan para el cine y la televisión, Santiago Roncagliolo, Jorge Franco, pero hay diferencia entre concebir una novela y un guion televisivo.
PQ: Claro que la hay, pero fue una gran escuela para mí. Yo tuve una carrera singular porque trabajé para la televisión y haciendo guiones aprendí fórmulas para contar historias de manera efectiva que las puedes aplicar a las novelas. Shakespeare tenía una estructura interna en sus obras y eso es lo que hay que aprender.
AB: Ser guionista te dio una gran fluidez en los diálogos, pero no concibes la novela como un guion cinematográfico como hacia Manuel Puig, por ejemplo.
PQ: Yo trato que no se perciba el guion. Creo que concibo las novelas como películas en el sentido que yo soy la directora, no de actores, sino de palabras y quiero que la experiencia de mis lectores sea como entrar a un cine. Con mis novelas quiero que mis lectores se sientan dentro de la novela, no quiero llamar la atención con el lenguaje, sino que el lenguaje esté al servicio de la narración y de la historia. Quiero que mis lectores entren en mi novela, la vivan, la sientan.
AB: Hablaste del lenguaje, el español. Usas un lenguaje comprensible, con algunos modismos o regionalismos colombianos, tal vez porque el punto de vista de la narración es el de la niña, una niña educada que cuenta lo que ve.
PQ: En Colombia me dicen que no está escrito en «colombiano» sino el «caleño». En el exterior me han dicho que se siente el español colombiano. Yo creo que la experiencia de una novela debe ser como ir a visitar un lugar, un país, recibir los olores, colores, la comida, el paisaje, y el lenguaje del lugar. Es una novela escrita como hablamos en Cali. Para mí el lenguaje es muy importante, para un escritor es la herramienta fundamental, pero, algunos escritores intentan llamar la atención con el lenguaje, hasta dicen que es el protagonista de la novela. En mi caso no pasa. El lenguaje es un vehículo casi invisible, no quiero llamar la atención con el lenguaje.
AB: Hablemos de tus novelas. ¿Cómo surgió La perra?
PQ: La escribí a mi vuelta a Bogotá, había vivido nueve años en el Pacífico colombiano y fue una experiencia definitiva para mí. Creo que La perra es mi respuesta a esa vivencia de la selva.
AB: ¿Cómo concebiste Los abismos? Hay temas vinculantes en estas novelas. El tema del suicidio, la caída, la maternidad, la sexualidad femenina, el adulterio y la crítica a la sociedad burguesa provinciana.
PQ: Si, hay, al menos, un retrato de esa sociedad y hay algo más: los miedos infantiles.
AB: ¿Es una novela autobiográfica? ¿Tú eres esa niña?
PQ: No. El personaje es ficción, la familia también, pero la ciudad de Cali es lo que yo recuerdo de mi infancia, cuando describo el paisaje me baso en esa experiencia. Nombraste la maternidad y hay un lugar donde me ubico como escritora y es el lugar de lo que está vedado a las mujeres. Yo he tratado el tema del deseo en la mujer. Una señorita educada no desea y si desea no lo cuenta. Mi obra es una exploración del deseo de las mujeres y de la forma como lo manifiestan y lo dimensionan. La maternidad podemos nombrarla en cuanto realización, algo maravilloso pero no podemos nombrar lo oscuro, los retos, los miedos, lo que nos cuesta trabajo.
AB: Tu protagonista no es una buena madre, es una mujer errática, es infiel, es una anti-heroína que la comparo con Madame Bovary de Flaubert. Es la Bovary latinoamericana.
PQ: Sí! Es una Bovary moderna, colombiana y latinoamericana de los años setenta. Mi personaje es una mujer atrapada en un mundo que ella no eligió, no eligió lo que quería ser.
AB: No pudo vencer el reto por eso no es una heroína, es una Madame Bovary. El otro tema importante es el adulterio. A la mujer no se le perdona como al hombre.
PQ: No solo no se le perdona, se le comprende, y en cierta medida se glorifica la infidelidad en el hombre. A una mujer se la juzga con una vara diferente. Las mujeres tenemos que ser bellas, buenas, no demasiado putas y así surge mi personaje, una mujer rota que busca escapes para su vida: el adulterio es uno, el amor romántico equivocado, otro es el alcoholismo, luego las píldoras.
AB: A eso voy, porque el otro tema que se impone es la violencia, de manera tangencial nombras la guerrilla, el narcotráfico, pero el suicidio es también una forma de violencia contra uno mismo, como el alcoholismo, las píldoras.
PQ: Hay escritores colombianos que han narrado nuestro conflicto de la guerrilla, lo de afuera, la guerra. A mí me parece un tema muy importante, pero me interesa la otra violencia, la del interior de las personas, la violencia de la casa, la doméstica, la interior. Colombia es un país con una violencia sangrienta afuera, pero olvida la violencia de adentro, esa es la violencia que yo narro. Una mujer atrapada que no ve salidas y contempla como salida la muerte. La violencia en la que el patriarcado encasilla a las mujeres, los roles que tiene que cumplir.
AB: Si, pero hay que reconocer que la protagonista no sabe cómo definir su destino. Hay en ella una violencia psicológica, la violencia está en ella misma.
PQ: Yo quería hacer esa reflexión sobre la generación de mi mamá, que la tuvo mucho más difícil que nosotras. ¿Te acuerdas de aquellas actrices en bata con un vaso de whisky, que parecían glamorosas y estaban deprimidas, medicadas, tratando de evadirse y el alcohol era esa evasión?…. Quise retratar esa situación que parecía glamurosa y que era una trampa.
AB: En tu novela aparece el cine y las revistas, la literatura Pop a la manera de Manuel Puig en «Boquitas pintadas».
PQ: Sí. Hay una forma de relacionarnos con lo que está lejos y vemos como una aspiración, que es la vida de los famosos, hoy tenemos las redes sociales, Instagram, en aquella época estaba el cine y las revistas del corazón. Había una distancia entre lo que se mostraba y la realidad, entre la máscara y la realidad. Esos famosos, estrellas, princesas, cantantes eran brillantes pero veíamos después que eran infelices, que sufrían. Esas revistas fueron importantes en mi formación sentimental.
AB: Tu generación del setenta, Santiago Roncagliolo, Jorge Franco, Juan Gabriel Vásquez, superó el Realismo mágico y no cometió parricidio contra Gabriel García Márquez, todos estos escritores mencionados de alguna manera incursionan en el cine y en la televisión.
PQ: Me siento parte de esa generación, creo que somos una generación con otro punto de vista. No somos parricidas porque nuestro Premio Nobel no es nuestro padre, es nuestro abuelo.
(Nos reímos, a los abuelos no se los mata).
AB: Por otro lado, eres parte de un gran movimiento de mujeres escritoras en Latinoamérica, Laura Esquivel, Elena Poniatowska, Gioconda Belli, Isabel Allende, Claudia Piñeiro…
PQ: Sí, y quiero decirte que me siento integrada con esas mujeres latinoamericanas que estamos escribiendo y que estamos explorando nuestros temas desde nosotras mismas, ya no somos literatura femenina con una mirada peyorativa, hemos traído una obra a la literatura, con nuestros temas y desde nuestra visión femenina, destacándonos.