El panorama español vuelve a dar un vuelco tras unas elecciones en donde se ha visto que esto no funciona. La vida de los españoles se ve alterada en una mañana de esta primavera que parece otoñal y de nuevo, se llenan los periódicos de titulares, artículos y opiniones acerca del hombre que pudo reinar. Don Juan Carlos abdica. Solamente eso.
Un dos de junio del año 14 de esta era revuelta en donde la corrupción, el fracaso, el desánimo y el paro llenan las ciudades de miedo, de terror y de pocas expectativas y en donde la gente dice a pierna suelta lo que le viene en gana sin saber que habla del Rey de España, del Rey de todos los españoles. Éste es el final de una historia que comenzó cuando un dictador murió hace 40 años. Nada más y nada menos.
Don Felipe ha empezado lentamente a aparecer en la vida de los españoles y es el reflejo de que en estos veinte años es una de las personas más preparadas de la historia de España. De esta España nuestra que parece fragmentarse y que nos obliga a pensar que casi cuarenta años después estamos en la casilla de salida. No sabemos muy bien cuál es la causa pero la sociedad, vieja sociedad que no se regenera, aparece ahora con más de cuarenta y tantos y no tiene nada que ofrecer a sus descendientes; una vida llena de estudios, títulos y homenajes que hacen que los hijos de las personas que vivieron la transición sean parados de larga duración, ninis con treinta años y sin visos de que esto cambie. De esto no tiene la culpa el monarca que hoy abdica.
Él supo hacer su papel, ha sido el mejor embajador de España y ha sabido hablar con la debida educación a todas las personas que ha tenido enfrente; no podemos olvidar sus gestos de ternura con las personas afectadas por la barbarie de ETA, por los inmensos errores que se han cometido en su familia, por su propia salud mermada por diversas operaciones. Él es una persona que ha sabido estar, que ha cambiado de idioma cuando enfrente tenía a un catalán o a un francés. No podemos decir lo mismo de los que dicen gobernarnos; algunos, incultos, sin estudios, sin conocimiento pero que han metido la mano en la caja y han resuelto su vida antes que la de los demás.
Un hombre que fue capaz de hacernos reír, de ser un Borbón al uso y de tener sentido del humor hasta en momentos claves de la historia. ¡Vamos a brindar! Bueno, si es que nos ponen algo en las copas…Un hombre preparado que supo ser embajador de su pueblo y que hoy deja la silla a su hijo que es un ser bueno y generoso que ha aprendido todo lo que tenía que aprender y más, para ser si puede, mejor que su padre.
Parece que cada 39 años cambiamos de tercio y ahora nos toca éste. Don Juan Carlos ya es un personaje epónimo y nos guste o no, pertenece a la historia más reciente de nuestro país. Un sujeto que ha concebido la democracia desde que nació y que la ha consolidado cuando se fragmentaba cuando cuatro chalados irrumpieron en el congreso. Estamos muy desmemoriados y no tenemos que olvidar que el Rey ayudó a que España saliera adelante; una España resquebrajada porque se había vivido con miedo, sin ley y con trampa.
No tenemos que decir a la ligera que el monarca debe irse y debe venir una república. ¿Quién de los que se manifiesta ha aprobado la historia de la ESO? ¿Acaso nadie recuerda lo que sucedió cuando Franco murió? Todos los que ahora firmamos estábamos allí vivitos y coleando y todos, tenemos una palabra de agradecimiento para don Juan Carlos.
Gracias Majestad, Dios Salve al Rey. No es cuestión de ser monárquico ni de no serlo. Es cuestión de valorar las cosas desde donde suceden y da la casualidad, que de los barros vienen los lodos y él sacó adelante con sus gestos parte de lo que ahora somos todos.
Nadie podría haberle dicho a un majadero que gobernaba, ¿por qué no te callas? mejor que él. Eso, solamente podría haberlo dicho un Borbón; a la sazón, don Juan Carlos I, Rey de España.
Ahora, vamos con la segunda, pero ya lo vemos otro día. Éste, el de hoy, dos de junio, ya pertenece a los libros de historia. ¡Ojo los de la LOMCE que os pilla el toro y todavía os preguntan cómo abdicó el rey Juan Carlos!
Hay que reconocer que en las recientes redes sociales, la gracia, el ingenio y el poderío español nos ha hecho sonreír a más de uno; Juan Carlos I deja el grupo. Eso es bueno; lo demás es una falta de respeto y educación; algo que jamás habría hecho él. Menos crítica y más análisis. A más de uno habría que decirle, ¿por qué no te callas? lo que pasa es que no lo diría un Borbón.
Gracias Majestad. Y por encima de todas las cosas, de todas la personas y de todos los homenajes un Viva en mayúsculas para la mujer más cabal, profesional, honesta, generosa, obediente, abnegada, culta, inteligente y humana que ha tenido España. Una Reina como doña Sofía será difícilmente olvidada.
Con todo mi respeto, ¡Vivan los Reyes!
No se trata de la persona, sino del sistema
El ya fallecido profesor Luis Gómez Llorente, se puso en pie aquella tarde en el Congreso de los Diputados, y con su voz pausada y profesoral defendió la validez y superioridad del gobierno de la República sobre el de la monarquía. Fue en la comisión constitucional presidida por Emilio Attard y se elaboraba el anteproyecto de la Constitución todavía hoy vigente. Como ponente de un voto particular del PSOE, señaló que “las magistraturas vitalicias, y más aún las hereditarias, dificultan el fácil acomodo de las personas que ejercen cargos de esa naturaleza a la voluntad del pueblo en cada momento histórico. No se diga para contrarrestar este argumento que pueden existir mecanismos en la propia Constitución que permitan alterar esas estructuras, pues resulta obvio que tales cambios llevan consigo un nivel de conflictividad inconmensurablemente mayor que la mera elección o reelección”. Y añadía: “Renovar a los gobernantes, incluso a aquellos que ejerzan las más altas magistraturas es necesario y aún a veces imprescindible. Y no porque la voluntad del pueblo sea mudadiza caprichosamente, sino porque de manera objetiva cambia: o la persona misma, dejando de ser lo que era, o las circunstancias que la hicieron la más idónea en un momento dado, o simplemente ambas cosas de consuno, surgiendo otras posibilidades óptimas”.
Después hizo alusión a la vieja aspiración socialista de hacer compatibles igualdad y libertad y de ahí también sus reparos a la “herencia”. “¿Cómo no hemos de sentir alejamiento ante la idea de que nada menos que la jefatura del Estado sea cubierta por un mecanismo hereditario?”
Si leo esto, el Rey Juan Carlos de Borbón, que acaba de abdicar, es casi como Dios mismo. Si leo lo otro, es la expresión de un anacronismo histórico e histérico.
Sí, lo tengo claro, don Juan Carlos no es Franco.
Una abdicación no es al azar ni fortuita. Es el estallido de algo que se vino gestando desde antes.
Ahí está la clave, en la contextualización de dicho suceso, pero habrá que analizarlo después…por ahora los árboles no dejan ver el bosque y la atención estará en el Rey puesto.