En su libro «Les délaissés» (que podemos traducir por los abandonados, o los olvidados) el brillante economista francés Thomas Porcher, autor de «Tratado de economía hereje», arremete una vez más con irrefutables argumentos contra el dogma económico liberal que nos ha conducido a la absurda «financiarizacion» de la economía, en detrimento de la economía real, y más recientemente a la actual crisis sanitaria mundial.
Conviene subrayar que el libro fue editado en el mes de febrero, poco antes de que la pandemia se declarase en todo el planeta, y en consecuencia no evoca el tema del coronavirus.
El tema central de su obra es sin embargo de candente actualidad, pues plantea cómo analizar las nuevas formas de la lucha de clases en el siglo veintiuno, a través de la situación política y social en Francia, y apunta ideas para «transformar un bloque dividido en fuerza mayoritaria».
¿Qué alternativa puede ofrecer la verdadera izquierda en Francia y en Europa a ese mentiroso dogma liberal que antepone el beneficio de una oligarquía financiera al bienestar de la población y del ser humano?
Si digo verdadera izquierda es para mejor comprender que lo que algunos medios informativos denominaban como «nueva izquierda socialdemócrata», es hoy en realidad la nueva derecha liberal, federada en Francia por Macron con la destrucción del antiguo partido socialista, aglutinando al mismo tiempo en sus filas a una parte de la derecha tradicional.
Me interesa mucho el libro de Thomas Porcher, porque a mi entender, es urgente redefinir lo que es la izquierda en Francia y en el mundo, y la línea roja de una verdadera izquierda ecológica y social se sitúa primero y esencialmente en la lucha frontal contra el poder político y económico de las multinacionales en Francia, en Europa y en el mundo.
Ese poder de las «transnacionales» que Salvador Allende denunciaba en su discurso ante la ONU, ya en los años setenta. Multinacionales que a través del FMI y la troika europea han solicitado e impuesto políticas de austeridad y provocado una verdadera catástrofe, primero social, económica y ecológica, y ahora sanitaria.
La casi total desaparición del proletariado industrial en Francia centra el análisis sociológico de Thomas Porcher, quien subdivide a esa población trabajadora en cuatro grandes categorías, víctimas todas de la mundialización, de las deslocalizaciones, de las privatizaciones y de las sucesivas políticas de austeridad desde hace medio siglo.
La Francia de «los chalecos amarillos», la Francia de los agricultores, la Francia de las banlieues (guetos periféricos urbanos), la Francia de los ejecutivos venidos a menos o degradados. Cuatro categorías de trabajadores que el poder neoliberal busca enfrentar entre si, para seguir gobernando en provecho de una minoría. Toda la estrategia de la actual oligarquía financiera representada por Macron y su veinte por ciento de electorado consiste en enfrentar a unos franceses contra otros.
El abandono de los precios garantizados en la agricultura; el aumento de impuestos directos e indirectos, mientras se reducen los presupuestos de los servicios públicos: hospitales, escuelas, universidades, correos, transportes, funcionarios; la liberalización y privatización de las empresas claves de la nación, energía, aeronáutica, EDF, SNCF, correos y telecomunicaciones, aeropuertos; la degradación económica de las clases medias; la ausencia de una política industrial para hacer frente al desafío climático, son los efectos de esa mundialización analizados por Thomas Porcher, de la que son víctimas esas cuatro categorías sociales antes citadas.
El economista francés propone la alternativa de un sistema de economía mixta, que devuelva al Estado su poder de regulación, planificación y control económico al servicio de la población, y para ello la unión de esas clases populares víctimas de la mundialización liberal, que deberá concretarse en un programa preciso ecológico y social.
Una alternativa política que a nivel europeo deberá concretarse con la abrogación de todos los tratados europeos, desde el tratado de Maastricht y la recuperación de la soberanía nacional de cada Estado nación, así como con la abrogación de los tratados de libre comercio y de la legislación favorable a las multinacionales, a la «optimización» y la evasión fiscal. Hay que romper la matriz institucional de la Europa liberal, basada en la competencia social, fiscal y medioambiental. «A nous d’ecrire l’histoire» Nosotros debemos ahora escribir la historia, concluye Thomas Porcher.
Mil gracias a Thomas Porcher y a los «economistes aterrés» (economistas horrorizados), asociación que en Francia agrupa a más de un centenar de economistas, capaces de argumentar con sus trabajos y poner al desnudo las mentiras de la neolengua liberal y su ortodoxia económica, que los medios informativos nos sirven cada día en los telediarios como «dogma» verdadero.
Por cierto que, en esta sociedad del espectáculo, que tiene cada vez más patéticos acentos orwellianos, la lectura de «1984» del genial George Orwell, debería ser libro de texto en todas las escuelas del mundo. El liberalismo económico y el fascismo político son de hecho dos caras de la misma moneda, a lo largo y a lo ancho del planeta.