Mañana, 10 de diciembre de 2013, en una sesión solemne en su sede en Nueva York, la Organización de las Naciones Unidas, ONU entregará el Premio de Derechos Humanos 2013 a la Suprema Corte de Justicia de México, reconocimiento que debe alentar a todos los mexicanos, aunque para la institución, más que para vanagloriarse, debe ser un acicate para seguir el rumbo de los últimos meses en los cuales sus decisiones han ido en el sentido de beneficiar la gente en su demanda permanente de justicia.
Por desgracia está no ha sido la constante, baste revisar la historia de estas entregas, en las cuales en incontables ocasiones calificamos en forma irónica al tribunal, como “la suprema”, en recuerdo de aquella veladora de ínfima categoría y por lo cual no le era dable preservar su llama.
Pero este martes, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, hará entrega del galardón al presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y del Consejo de la Judicatura Federal, ministro Juan N. Silva Meza.
Con tal motivo son también de destacarse las declaraciones del Ministro Presidente, cuando al manifestar su beneplácito por el galardón que, por primera vez, la ONU entrega a una corte nacional o un tribunal nacional o supranacional, reconoce textual:
Que “La Suprema Corte de Justicia mexicana entiende este reconocimiento como un estímulo al trabajo que ha realizado para implementar las reformas constitucionales del 2011 que dieron origen al inicio de la Décima Época jurisprudencial y que marcaron el inicio de la reconstrucción constitucional del país, que al Máximo Tribunal corresponde orientar y, por el cual, ya había recibido un apoyo y aliento tanto en México como en el extranjero”.
Estamos halando de muchas cosas que han ocurrido en materia de Derechos Humanos en nuestro país, de esas reformas que se implementó el Congreso de la Unión el 6 y 10 de junio de 2011, mismas que se encuentra la relacionada con el juicio de amparo, “al ampliarse la procedencia del mismo respecto de cualquier norma general, al preverse su procedencia por violaciones a los derechos humanos plasmados en los tratados internacionales de los que el Estado mexicano sea parte”.
Mismas modificaciones, explica el ministro Silva Meza, “incluyeron el amparo adhesivo y los intereses legítimos individual y colectivo; la adopción de nuevos conceptos en torno a la violación de derechos por omisión de las autoridades; la declaratoria general de inconstitucionalidad cuyos alcances y condiciones se determinarán en la ley reglamentaria; la creación de los Plenos de Circuito; y una nueva forma de integrar jurisprudencia “por sustitución”.
No queremos dejar pasar la ocasión para destacar, como lo dice el comunicado de la Secretaría de Relaciones Exteriores, que entre las personalidades que han sido reconocidas con este galardón destacan, además de figuras como Eleanor Roosevelt, Nelson Mandela y Martin Luther King Jr, en forma precisa debemos de recordar que la abogada, senadora y magistrada mexicana María Lavalle Urbina, también recibió este reconocimiento en 1973.
Bienvenido el Premio de los Derechos Humanos de Naciones Unidas, ONU, a la Suprema Corte de Justicia de la Nación de los últimos meses, porque es sin duda alguna, un reconocimiento a las luchas emancipadoras del pueblo de México y que para el máximo Tribunal y sus ministros sea un acicate para seguir a favor de la gente, como hay dijimos, en su demanda permanente de justicia.