El Vaticano se ha pronunciado. Tras largos años en donde además de experimentos, todo lo que tuviera que ver con la muerte era sinónimo de sugerencia, finalmente, volvemos a lo de siempre y con ello a la prohibición de lanzar al aire o al mar, cenizas y restos de la persona fallecida.
Reafirmar porque nunca cambió, su preferencia por la sepultura del cuerpo ha hecho que también se exija la inhumación de los mismos y el no poder conservar en las casas a los muertos según un nuevo documento publicado, hoy martes, 25 de octubre de 2016.
La Iglesia recomienda «insistentemente que los cuerpos de los difuntos sean sepultados en los cementerios o lugares sagrados, habilitados para este fin, y «establece que no hay razones doctrinales para censurar la práctica de la cremación ya que la misma no toca el alma y no impide a la omnipotencia divina resucitar el cuerpo, y por lo tanto, no contiene la negación objetiva de la doctrina cristina sobre la inmortalidad del alma y la resurrección del cuerpo». Esta regulación ha sido redactada por la Congregación para la Doctrina de la Fe que está presidida por el cardenal Gerhard Müller.
Asimismo añade que cuando por razones de tipo higiénicas, económicas o sociales lleven a optar por la cremación ésta no debe ser contraria a la voluntad expresa del fiel difunto. Si se efectuara la cremación del difunto sus cenizas tendrán que mantenerse también en un lugar sagrado y no podrán ser guardadas en el hogar porque la doctrina de la fe lo prohibe expresamente.
«Solo en casos graves y excepcionales circunstancias, dependiendo de las condiciones culturales de carácter local, el sacerdote, de acuerdo con la Conferencia Episcopal o con el Sínodo de los Obispos de las Iglesias Orientales, podrá conceder el permiso para conservar las cenizas en casa», se especifica en el escrito. Las cenizas no deben ser divididas en diferentes núcleos familiares y deben asegurar respeto y condiciones adecuadas de conservación.
El papa Francisco también ha aprobado que para evitar malentendidos panteíestas, naturalistas o nihilistas, no sea permitida la dispersión de las cenizas por el aire, en la tierra, en el agua o en las últimas formas de lanzamiento; por fuegos artificiales, cohetes o similares. Tampoco serán ni formarán parte de los recuerdos conmemorativos de las familias ni se harán joyas ni otros artículos, añade.
El Vaticano también explica que «la inhumación es en primer lugar la forma más adecuada para expresar la fe y la esperanza en la resurrección corpórea». Si enterramos los cuerpos de los fieles difuntos, la Iglesia confirma su fe en la resurrección de la carne y pone de relieve la alta dignidad del cuerpo humano como parte integrante de la persona con la cual el cuerpo comparte la historia», destaca el citado texto. La Iglesia por tanto, advierte que no permitirá actitudes o rituales que impliquen conceptos erróneos de la muerte ya que se anularía la persona como tal o como momento de fusión con el universo; etapa previa al proceso de reencarnación.
De esta forma la tradición cristiana mantendrá la custodia de la comunión entre los vivos y los muertos y se opondrá a la tendencia reciente de ocultar o privatizar el hecho de la muerte en sí, y el significado único que tiene para los cristianos, matiza el papa.