Enclavada en el mar Caribe, con mas de 1500 kilómetros de costas marítimas, llamada “Borinquen” (Señor Bravo) por los indios taínos, y “Puerto Rico” por los españoles, es considerada por los que la conocen: “la isla del encanto”.
Su variada geografia con playas, montañas y exhuberantes forestas, su historia y bella arquitectura colonial, su sabrosa comida, su música y su gente alegre y gentil la distinguen como una de las islas más desarrolladas de la región, con el Radiotelescopio más grande del mundo y la más alta producción de Ron del Caribe.
Al llegar a su moderno aeropuerto comprobamos que Puerto Rico tiene una de las economías mas competitivas de la zona y su capital, San Juan, ocupa el lugar 71 en calidad de vida, dentro de la escala mundial.
“Aunque hay problemas de transporte y los salarios son bajos -confiesa el taxista que nos traslada a Isla Verde, una zona residencial a las afueras del Viejo San Juan- la vida es placentera y estoy orgulloso de ser Boricua”.
Como no estarlo, grandes cantantes y actores: Marc Anthony, Chayanne, Ricki Martin, Rita Moreno, Jennifer Lopez, Raúl Juliá son embajadores de la cultura puertorriqueña. Ademas de beisbolistas, médicos y abogados que cruzan a Estados Unidos para desarrollar sus carreras, como el caso de la jueza Sonia Sotomayor y de la congresista Nydia Velazquez.
Al día siguiente de nuestra llegada, aunque la playa de Isla Verde es tranquila y muy amplia, decidimos conocer el Viejo San Juan.
“Muchos jóvenes se van a Estados Unidos” -lamenta una abuela mientras esperamos el trolley que nos llevara por la ruta de los castillos- y agrega: “como no hay problema de papeles, van, estudian, trabajan …vienen a verme o yo voy.”
Ese “Puente” es normal desde 1917 cuando se declaró que los puertorriqueños serían ciudadanos estadounidenses, dentro del Sistema de Estado Libre Asociado o Commonwealth. Recordemos que durante 400 años la isla estuvo bajo el dominio español, desde que Colón llegó a sus costas en 1493, hasta que en 1897, a raíz de la Guerra Hispano-estadounidense, y bajo el Tratado de París, Puerto Rico fue cedida por España al país del norte, comenzando una etapa azarosa en la vida puertorriqueña.
Sectores querían la independencia, otros la estatización, el descontento era general hasta que a través de negociaciones, el gobernador de la isla Luis Muñoz Marín indujo definitivamente el Estado Libre Asociado, lo que les permite tener su Parlamento y Constitución para asuntos internos, pero no votan para presidente de los Estados Unidos.
Al llegar el trolley (que es gratis para los turistas), comenzamos el paseo que nos permite ver el gran edificio del Congreso, el parque con el Monumento a los judíos, el Monumento a las tres razas: blanca, indígena y africana, que forman el mestizaje de Puerto Rico. Mientras ascendemos el morro, el mar Atlántico se vislumbra con su color azul transparente. La carretera por la costa ofrece bellas panorámicas entre los dos fuertes, las murallas de la ciudad y el mar. Bajamos en el Castillo de San Cristobal, Antigua Fortaleza contruída en 1634, famosa por sus defensas y artilleria en los siglos 17 y 18, conectada con túneles y terraplenes; es hoy, Patrimonio Nacional.
Remontando el morro llegamos al Castillo de San Felipe, una de las más antiguas fortalezas de América, construída por los españoles hacia 1540. Tiene seis niveles y una proa hacia el mar. Verdadero laberinto de rampas, pasadizos y recovecos. Los viejos cañones aún custodian la ciudad y el museo relata la historia de la Fortaleza, las luchas contra el pirata Francis Drake durante el siglo 16, los ataques del Conde de Cumberland, George Clifford, quien deseaba invadir Puerto Rico. Durante el siglo 17 y 18 los holandeses, franceses e ingleses saquearon la ciudad y la Resistencia fue muy grande creándose la muralla protectora. Actualmente, el gran fortín fue nombrado Patrimonio de la Humanidad por Unesco.
Caminar por las terrazas viendo el mar y observando el horizonte es un placer que probablemente los antiguos soldados atentos al pirataje, no disfrutaron como nosotros.
Después de visitar los Fuertes, bajamos por la calle Cristo, entrando en el antiguo Seminario Conciliar de 1830, hoy Universidad de Puerto Rico y el Caribe, un señorial convento colonial. Conversamos con estudiantes, Aida Mendoza es una de ellas y me recuerda: “Puerto Rico es un pequeño y gran país. Tenemos grandes artistas y gente que triunfa en Estados Unidos y aquí”.
El profesor José Cruz Rubio me comenta su tesis sobre el período 1898 y la presencia estadounidense producto de la entrega española y el concepto colonialista. En la Galería hay una exposición de libros sobre la historia puertorriqueña, dan conferencias y cursos y podríamos pasarnos la tarde, pero queremos conocer el Viejo San Juan. Al salir, encontramos las torres de la Catedral, dedicada a San Juan Bautista, de arquitectura colonial, fundada en 1521, reconstruida 1529 y acabada según estilo neoclásico. El Papa Juan Pablo II la visitó en 1984, cuando vino a la isla.
Enfrente, la Placita de las Monjas nos invita a sentarnos y saborear un delicioso helado de coco mientras contemplamos el Convento Carmelitas de 1651, hoy hotel. Lo visitamos, mantiene sus galerias, mosaicos y la bella capilla, hoy salón de baile.
Continuando por la calle Cristo encontramos negocios de regalos hasta llegar al fondo donde está la famosa Capilla de Cristo, cuya entrada está invadida por palomas que revolotean. La tarde se va dorando, me asomo al balcón que da al mar y veo la llegada de grandes cruceros, mas de 50.000 al año entran al Puerto de la ciudad, es la gran industria turística de esta encantadora isla caribeña.
Pablo Casals, el gran cellista español, se enamoró de Puerto Rico, se casó aquí y creó el Festival Casals, actualmente continua en la Universidad de Puerto Rico. En el Museo las Américas hay una sala dedicada al músico, no pude visitarla por estar cerrado los domingo (debería cerrar los lunes como indica el ICCOM), pero me encontré con Don Charles, cuando jóven era fotógrafo conoció y fotografió a Casals y recuerda: “Era una bella persona que hizo mucho por la cultura musical de Puerto Rico”.
El Instituto Cultural de Puerto Rico ofrece una muestra de libros y publicaciones, música y artersanías. Miro las máscaras y la librera me explica que las máscaras de Loiza estan hechas de coco, en cambio, las máscaras de Ponce son de papel maché y que hay una gran colonia de artesanos. Al salir, observo la iglesia San José en restauración porque el viejo San Juan está declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y su mantenimiento es constante.
Puerto Rico, calle del viejo San JuanDecido bajar por el Paseo de la Princesa, un romántico lugar donde las casas pintadas de colores dan al mar, sigo por el malecón que acaba en la Plaza de la Princesa con una moderna escultura y da origen al paseo de los artesanos.
Roberto Avilés es artesano, tradición que heredó de su padre y hace 16 años que pule, graba, pinta y recorta la corteza del coco logrando exóticos objetos. Doña Ramona, en cambio, trabaja la cerámica, modelando a mano.
El Mofongo es la comida típica de Puerto Rico y decido probarlo en una cantina al paso. Tuve la suerte que su mesera, Margarita, me diera la receta: “Consigues platanos machos, los hierves primero y luego lo pones en el mortero con alguna batatita, adobo y aceite de oliva extra virgen, laurel y un poco de agua y lo machacas bien hasta que sea una pasta, esa pasta la fries y lo sirves con carnita o camaroncitos.” Es delicioso, pero hay que saber hacerlo.
Puerto Rico, es algo más que una isla del Caribe, es un estilo de vida, una manera de vivir y gozar, nos queda el interior del país, las playas y pueblos del oeste, Ponce, Mayaguey, San German, las bahías fosforescentes, pero eso, lo contaré la próxima vez…