Formando parte de los siete Emiratos Árabes Unidos, Dubái se ha convertido en el territorio árabe de lujo por excelencia. Sin embargo, para acceder a su increíble atmósfera, además del debido visado, no siempre es necesario tener una gran cartera. Y es que, precisamente, son sus contrastes los que nos permiten poder manejarnos entre sus playas, zocos y rascacielos con total comodidad.
Pasión por el contraste
Año tras año, millones de personas ahorran para permitirse un viaje a otro país mediante el que, según cada expectativa, conocer nuevas culturas o incluso trasladarse de forma definitiva. El motivo por el que viajamos nace de esa voluntad de saber más acerca del planeta donde vivimos. Pero también, y para muchos, de la necesidad de alejarnos de nuestro hábitat común para reflexionar sobre nuestras vidas desde la distancia. Una perspectiva que, independientemente de su finalidad, al fin y al cabo, nos concede ese soplo de aire fresco que todos anhelamos. Sobre todo, cuando nuestro lugar de destino es un espacio de vivísimos y curiosos contrastes.
Precisamente, y abanderándose con la bandera del contraste, Dubái se ha convertido en un lugar de destino preferente para muchos turistas. Encontrando desde viajeros curiosos que quieren saber más sobre la atmósfera árabe, pero atrayendo también una gran cantidad de empresarios y gente de negocios de alto nivel. Un lugar, no obstante, para cuyo acceso es preciso uno de sus distintos visados —tanto si se trata de un viaje de placer como de trabajo, según podemos ver en https://vivirsedubai.com/visa-trabajo-dubai/. Pero, ¿cuál es el atractivo que suscita esta urbe de gigantescos contrastes y cómo podemos visitarla sin un gran presupuesto?
Algo de historia: ¿cómo creció Dubái?
Ha pasado mucho tiempo desde que la piedra angular de los Emiratos Árabes Unidos era tan sólo polvo y desierto. Hoy en día, Dubái se erige como una de las ciudades más lujosas y punteras del mundo, donde prácticamente cualquier deseo o sueño, por excéntrico que sea, puede hacerse realidad si nuestro bolsillo lo permite. Pese a su atávico propósito de crecer, los inicios de Dubái fueron realmente duros. Con una economía que entonces dependía del comercio en el Golfo Pérsico, el impacto del crack del ’29 y la Segunda Guerra Mundial causaron estragos en su camino. Sin embargo, sus abundantes yacimientos petrolíferos equilibraron su declive desde los cincuenta.
En adelante, buscando reducir la dependencia del petróleo cuyo precio caería tiempo después, los años 2000 contemplaron el nacimiento de un Dubái centrado en el poder del turismo, las telecomunicaciones y la arquitectura. Además de incorporarse en la exportación de materiales como el aluminio, Dubái también supo ver en el visitante de alto poder adquisitivo una buena baza, por lo que estableció ciertos beneficios tributarios en parte de su territorio —espacios conocidos como zonas francas— y, más tarde, invertiría grandes cantidades de dinero en la creación de islas artificiales y poderosos rascacielos como el Burj Khalifa. Toda una declaración de intenciones.
Solicita tu visado a tiempo
En primer lugar, es necesario saber que, para viajar a Dubái, debemos solicitar un visado. Del mismo modo que sucede con otros países, no todas las nacionalidades pueden acceder a Dubái y, por otro lado y como ejemplo, los turistas europeos no necesitan ningún tipo de visado, pudiendo permanecer en su territorio un máximo de noventa días. No obstante, es necesario saber que, dentro del visado de turista, existen tipologías. Desde la visa 96 horas y la visa turista de corto plazo —treinta días como máximo y con opción de una o diversas entradas— hasta la visa de larga duración —hasta noventa días y prorrogable hasta seis meses.
Por otra parte, existe también la posibilidad de solicitar una visa de estudiante, siendo Dubái un lugar ideal para estudiar inglés y encontrando como punto fuerte la opción de acceder a una de sus universidades. Eso sí, teniendo que renovar el visado cada año durante la carrera de al menos cuatro. En cuanto a las incursiones de índole laboral, la visa de trabajo dispone de otras ventajas y modalidades a tener en cuenta. Entre ellas, encontrando la visa verde —para inversionistas, empresarios y algunos estudiantes, con una validez de entre cinco y diez años—, la visa freelance —para propietarios, empresas y autónomos— o la visa bajo sistema de patrocinio —a raíz de un contrato en el país.
Evidentemente, cada tipo de visado exige de distintos requisitos. Si bien los requisitos estándar marcan tener mayoría de edad, pasaporte vigente o certificado de asistencia médica internacional, existen especificaciones según el motivo de viaje que debemos consultar detenidamente. Al fin y al cabo, y como también podemos ver si queremos ir a lugares como Malta en https://vivirmalta.com/visas/turista/, nuestro viaje depende de ello. Por fortuna, podemos solicitar el visado cómodamente online, dentro de un plazo de tiempo hábil y cuyo pago depende de su modalidad. Pero todavía hay más elementos a tener en cuenta para viajar a Dubái.
Más allá del visado: ¿es difícil acceder a Dubái?
Como es sabido, el alto costo de vida en Dubái puede generar cierto rechazo para los viajeros que no dispongan de un gran presupuesto. Sin embargo, es posible acceder a una gran variedad de actividades gratuitas, pudiendo visitar sus playas públicas, ver algunos espectáculos o entrar en distintos zocos. Además, la presencia de algunos barrios tradicionales, de menor poder adquisitivo, nos permiten acceder a la cara no tan lujosa de Dubái a la par que precios más reducidos.
En cuanto a seguridad, cabe decir que Dubái es muy seguro. Especialmente, a causa de sus estrictas y duras leyes musulmanas, donde entra también la imposibilidad de comprar alcohol o de pagar un precio verdaderamente alto para permitirnos un trago. Y, en relación al alojamiento, podemos encontrar hoteles por menos de 150 euros la noche si buscamos bien. En definitiva, un lugar de destino que, gracias a sus contrastes, permite acceso a todo tipo de visitantes. ¡Pero no olvides solicitar tu visado!