Quinquela Martin, pintor de la identidad argentina

Benito Quinquela Martín, pintor de la Boca, barrio de inmigrantes europeos, artista del puerto y los estibadores. Fue recibido por presidentes y reconocido en Europa y Estados Unidos, pero nunca dejó de pintar el lugar donde se formó como artista, ni abandonó a su comunidad, a la cual le donó escuelas, teatros y hospitales. Hoy, su Casa-Museo en La Boca, Buenos Aires, alberga su obra, y refleja el arte de toda una época argentina de comienzos de siglo, en búsqueda de su identidad nacional.

Quinquela, fue un muchacho abandonado por la madre. La fecha de su nacimiento es incierta, tal vez un primero de marzo de 1890. Fue adoptado por una familia italiana, Chinchella, (luego castellanizó su apellido por Quinquela), y a los seis años se fue a vivir con ellos al barrio de La Boca, trabajando como estibador en el puerto, junto con su padre adoptivo.

Quinquela Martin, oleo con estibadores del puerto

Benito sintió desde joven vocación artística, comenzó a pintar de manera autodidacta, usando carbón para dibujar los barcos del Riachuelo. Gracias a un mecenas pudo hacer una exposición en la Galería Witcomb de Buenos Aires, donde las críticas comenzaron a destacarlo. En 1919, el Salón Nacional de las Artes, que lo había rechazado anteriormente, lo aceptó y consiguió el apoyo gubernamental del presidente Marcelo T. de Alvear, que lo envía a Brasil y luego a Europa, donde es homenajeado por presidentes y personalidades.

Llega a España en 1923, y es recibido por el rey Alfonso XIII y la infanta Isabel, quienes lo invita a tomar el té y a conversar sobre Argentina y España. El Museo de Arte Moderno de Madrid le compra dos cuadros, siendo el primer argentino en ingresar en una colección española, y el Círculo de Bellas Artes le organiza una exposición y recepción con gran éxito.

En Italia lo recibe el presidente Benito Mussolini y el rey Victtorio Emanuelle III. Asimismo, es invitado por el papa Pío XI con quien visita el Vaticano. En Inglaterra alcanza récord de ventas y presenta una de sus pocas obras con figura femenina. Más tarde, en un viaje a Estados Unidos, expone 30 óleos con gran éxito, y cinco obras forman parte de la colección del Museo Metropolitano de Nueva York.

Al terminar sus giras internacionales, se dedica a montar exposiciones en las provincias argentinas y centra su atención en alentar a los artistas de La Boca y de las provincias, y en hacer obras benéficas para su vecindario.

Recientemente visité el barrio de la Boca, que yo había conocido cuando niña, incluso filmé una de mis películas: “El primer beso”. Y quise volver a la Casa Museo de Quinquela Martín, subí al tercer piso, donde esta su vivienda-estudio, adornada con vivos colores.

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Adriana Bianco: calle Caminito, barrio Boca, Buenos Aires

Esa misma necesidad de poner color en sus humildes muebles lo llevó a pintar las casas de su barrio, empezando por restaurar una vieja vía y logrando que, en 1959, la Municipalidad creara la calle Caminito, inspiradora del famoso tango que lleva su nombre, y fuera pintada por los vecinos y el propio Quinquela. El artista cuenta la labor emprendida para embellecer su barrio: “Un buen día se me ocurrió convertir ese potrero en una calle alegre. Logré que fueran pintadas con colores todas las casas de material o de madera y zinc que lindan por sus fondos con ese estrecho caminito…”

Visitando la casa, llama la atención la pintoresca cocina, su modesto dormitorio y la sala con el piano y los documentos donde se declara “República de La Boca” y se crea el Premio “Orden del Tornillo”, entregado a personalidades especiales, porque como decía Quinquela: ‘No es loco quien quiere, sino quien puede” . Toda una escuela de artistas floreció en su entorno, que lo visitaban en su «atelier» y compartían su arte y su actitud de ayuda social.

Vale la pena recordar que, con sus primeras ganancias, compró a sus padres la casa para que vivieran una tranquila vejez, y luego fundó la escuela que funcionaría en el primer piso, mientras que en el segundo se encuentra el Museo con obras que intercambiaba con artistas. Por eso, hay una buena colección de obras de plásticos argentinos de todo el país, y mascarones de proa de barcos, que coleccionó durante su vida. En el tercer piso mantuvo su vivienda y estudio con ventanales que dan al puerto, que en las décadas de los 30-40 tenía una febril actividad, y que es temática de su obra. En años posteriores el puerto declinó, y los inmigrantes europeos buscaron otros lugares para cumplir el “sueño americano”.

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Adriana Bianco: sala del Museo Quinquela Martín en Boca, Buenos Aires

“Este museo es visitado por muchos estudiantes -me comenta una de las educadoras- y quedan sorprendidos de la fuerza expresiva y el vanguardismo de Quinquela.”

Su estética se inclina hacia el expresionismo, con colores intensos y una fuerte presencia matérica. Quinquela no usaba pincel, trabajaba con espátula, creando un estilo personal, una técnica empastada y gestual, de trazo espontáneo, abarcando una paleta amplia. Conocedor de su ambiente, reflejó los barcos, el trabajo de los estibadores, el puente y el riachuelo. Su arte podría considerarse precursor del “arte social”, pero no lo influían tendencias políticas ni filosófica sino la realidad de su gente y el duro trabajo diario.

Según me explicaba la educadora, bosquejaba con carbonilla, después iba rellenando la escena con trazos de espátula y color. En sus obras se rinde tributo al trabajo, al esfuerzo de los inmigrantes, reflejando esa etapa histórica de la Argentina de gran inmigración, crecimiento urbano, y del impacto de la máquina en la sociedad, además de la integración de estos aspectos en la búsqueda de una identidad nacional.

“Para nosotros es un héroe”, me dice el mozo que me sirve un cafecito en la cantina contigua al museo. “Hizo tanto por la gente de la Boca…que ni los políticos hicieron. Todo lo que ganaba lo donaba, lo último fue el Teatro Ribera que se inauguró en 1971. Fue un Maestro!”

Estoy de acuerdo que es un “Maestro” no solo por la fama internacional que alcanzó con sus pinturas, sino por la actividad social que desarrolló en vida, fundando hospitales, escuelas, teatros y ayudando a su gente.

Murió el 28 de enero de 1977. Está enterrado en el cementerio popular y su ataúd lo pintó el propio Quinquela, de diversos colores, los colores de su apasionante vida. Su espíritu vive en este barrio argentino, donde se siente el alma de una nación que aún busca su identidad.

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