Parece que fue hace mucho y solamente hablamos del 24 M. Hasta que los ayuntamientos y comunidades se han constituido ha pasado casi un mes, y no hablemos de Susana que casi da a luz esperando que la nombren presidenta.
Con estos mimbres, cada partido, el que más y el que menos, ha hablado mal del prójimo como no podía ser de otra manera, faltando, criticando, insultando, vejando y todos los andos que usted elija para luego, verse conformado a hacer pactos con el enemigo; el llamado, enemigo pagado de toda la vida. Eso, que al común de los mortales y si es español le parecería normal, empieza a ser moneda de cambio en este gobierno que se extingue como un fuego que ya resulta imparable.
Mucha expectación, tensión entre los que siguen Génova arriba, Génova abajo, la decisión de Mariano; el hombre bueno que fue incapaz de dar a conocer su mejor yo. No supo, no fue fácil o no era el mejor momento. Lo cierto es que en su lenta agonía, sugiere cambiar los ases para que el partido tome de nuevo la fuerza y el fulgor de los tiempos del marido de la Botella; digámoslo al revés por una vez.
El balance no solo no es bueno sino que su espada en forma de experiencia ha sido derrotada por la mujer sencilla, concreta que además es jueza. Esa que va en metro y no le importa hablar del tiempo si le preguntan qué tal anda. ¿Acaso un político no puede ser anónimo? Cuando nos cansemos de verlos al lado quizá no nos sugieran que son inalcanzables como en otro tiempo y quizá también, ignoremos que al ser próximos, no seremos tan catetos de hacernos «selfies» en el vagón con ellos.
Si eso aparte de gracioso fuera lo cierto, iríamos bien, pero estamos hablando que de un tiempo a esta parte cuando en un 15 M parecía que cuatro perroflautas podrían hacer ruido en menos de lo que nadie pensaba, se han constituido partidos nuevos, se han juntado personas comprometidas, caras nuevas y ya no retan a la vieja guardia de la transición; porque España ha sido una transición continua. Ahora son ellos los que impulsados por el hartazgo, la crisis, el paro y sobre todo, por haber metido la mano en la caja, optan por ofrecernos que otro país es posible, que otra idea de gestionar el dinero es factible, que la vida empieza de nuevo para el español medio, ya desesperado. ¿Y qué les decimos a los jóvenes licenciados de este junio que promete engordar las listas del INEM como no podía ser de otra forma? ¿Y a los mayores de 50? Edad en donde ya eres mayor y además, viejo para las empresas, experimentado pero pagado como becario si se tercia.
Todo, hasta que tras las consecuencias del hundimiento de su nave, el presidente del gobierno elija a cuatro ases para apostar por lo que será su última jugada.
Pablo Casado, la cara amable, educada y moderada que ya venimos viendo en los medios. Javier Maroto, el hombre que pudo gobernar al que le dijeron «agur» y él le recibe con un «aupa» y Moragas, su jefe de gabinete; el hombre que regula lo que sucede en el lugar en donde todos se quieren sentar. Levy, la nueva dama de la corte y Martínez Maillo para poner en orden el patio cuando ponga orden en sí mismo; ¿imputado? Y luego quedan los de siempre, si no estuviera Cospedal esto no sería el PP y si Arenas no siguiera como las sevillanas, que ahora ha ´inventao´ la quinta, no sería Javier. La idea es que exista cambio, que se vea la regeneración, que inviten al ciudadano medio a votarles de nuevo porque otra España semejante a la que ahora existe en los ayuntamientos, no sabemos si podría ser posible. ¿O sí?
¿Quién le iba a decir a muchos que esta gran nación estuviera liderada poco a poco por personas anónimas que se plantaron y dijeron, no puede ser? Ha podido ser y de hecho es en algunas localidades así que cuando las barbas de tu vecino, veas pelar, pon las tuyas a remojar. Y no digo nada. Rajoy dixit, así que acabáramos. Voy a ver si me duermo con la Encíclica del papa. Nos estamos cargando el planeta señores y hasta Su Santidad se lleva las manos a la cabeza. Como venga a España se las lleva seguro, porque ¡vaya tela!
¡Ah, por cierto! seguimos imputando no vaya a ser que se pare la lista de chorizos. La infanta ya ha pagado los dos milloncejos de euros; ¡ya me quedo más tranquila!
¡Habemus precampaña, señores!