Realistas de Madrid en el Thyssen

El Museo Thyssen Bornemisza abre una nueva exposición, Realistas de Madrid, que agrupa a siete artistas que en los años cincuenta del siglo pasado decidieron mantener vigente el realismo en un contexto de tendencias abstractas.  Antonio López, su esposa María Moreno; los hermanos escultores Julio  y Francisco López Hernández; las esposas de ambos, la pintora Esperanza Parada, fallecida en 2011 e Isabel Quintanilla respectivamente y Amalia Avia, también fallecida en 2011. No todos nacieron en Madrid, pero todos ellos se formaron y crecieron como artistas en la capital. 

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No solo es una exposición de artistas en su mayoría vivos y presentes en la presentación del evento; es también una exposición en la que predominan las mujeres. En esto vemos la sensibilidad del Thyssen con la mujer artista; no es la primera vez que organiza una muestra con fuerte presencia femenina, recordemos algunas recientes como El surrealismo y el sueño y la monográfica dedicada a Berthe Morissot.

 ¿Realismo? Los artistas representados en la muestra no aceptan etiquetas y el director artístico del Thyssen, Guillermo Solana tampoco es amigo de acotar a ningún artista, pero en esta ocasión si va a defender el término para definir la exposición de un grupo “que nunca existió”. Pero es que, -dice- el realismo siempre ha estado vigente y a día de hoy podemos considerar como obras realistas a artes tan distantes en el tiempo como las pinturas de Altamira, que parecen haber sido pintadas ayer,  el Cesto de frutas de Caravaggio, que podría ser obra de Isabel Quintanilla. Realismo, como dice Solana es ese arte que siempre está vigente, que podría ser de hoy y de cualquier tiempo y lugar.

La exposición empezó a fraguarse en 2011, cuando el museo hizo una monográfica de Antonio López y se dieron cuenta de que necesitaba un desarrollo posterior. Ha sido complicado formular un criterio que diera coherencia a la muestra, pues si bien es cierto que tienen en común la formación madrileña e italiana, el estilo y la relación familiar y amistosa de toda una vida,  también cada uno de ellos tiene su mundo y espacio propios. De ahí, que la exposición esté organizada en secciones temáticas, no cronológicas. Había que organizar a partir de sus afinidades.

El resultado es el excelente desarrollo temático de la muestra, que empieza con la intimidad del espacio doméstico, espacios en los que transcurre la vida cotidiana en ausencia visual de los personajes que los habitan, pero en los que siempre se percibe que van a entrar o que acaban de salir de forma casi física. La segunda sección, El arte de los umbrales, es un desarrollo natural de la anterior, en la que vemos lo que sucede en el exterior inmediato, visto a través de las ventanas o puertas. Desde ahí, en una lenta secuencia de apertura a otros espacios, la muestra nos lleva hasta Los muros del jardín, sin salir todavía más allá de éstos. Hay una sabiduría inmensa en la secuenciación de las temáticas.

Aquí hay una clara ruptura para irrumpir de forma relevante en la escultura, casi único soporte de representación de la figura humana. En todas las salas hay alguna escultura de Francisco López en forma de pequeños retratos familiares, pero la sección cuarta está dedicada totalmente a Julio López, en una sala en la que conviven seis esculturas monumentales que fueron diseñadas para espacios públicos. Bellísimas, El sueño y El hombre del sur, ambas yacentes, inspiradoras de una hermosa idea de libertad.

La última sección, La calle y la ciudad, es la apertura total a las escenas de ciudad, de las que la principal protagonista es Madrid. Lugares, calles y vistas panorámicas tanto del centro como del extrarradio, siempre sin figuras. El contraste entre esa Gran Vía, 1 de agosto, 7:30 de la mañana de Antonio López, totalmente vacía y la Puerta del Sol de Amalia Avia, abarrotada de coches hacia la Carrera de San Jerónimo, es como un espejo de dos realidades urbanas cotidianas.

Los artistas.

 Antonio López, el tomellosero  más internacional de la historia, cabeza del movimiento conocido como Escuela de Madrid, surgido en los años cincuenta del siglo XX versus el informalismo y la abstracción surgidos del grupo El Paso. Conoció temprano el reconocimiento dentro y fuera de España, Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1985. Es el segundo artista español más cotizado internacionalmente.

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Él resume su obra en la frase Una obra nunca se acaba, sino que se llega al límite de las propias posibilidades. En la exposición puede verse su manera personal de acercarse al objeto a pintar, lenta, meditada, cada pincelada es un paso hacia la esencia del objeto o paisaje, hasta lograr su transformación en esa esencia. Una forma de trabajar que define su realismo cotidiano visible en sus obras expuestas en el Thyssen: Lavabo y espejo, tan realistas que dan ganas de tocarlas para cerciorarse de su superficie plana; en el Pasillo de Fernando Higueras, hay además un toque de realismo mágico, incluso de surrealismo, de desazones interiores. Algo en lo que coincide con el cuadro de su mujer, María Moreno, El pasillo/Portal de Tomelloso, pintado siete años antes; casi parece el mismo pasillo, el de Antonio más depurado, más fantasmal. También son recurrentes sus dos Cuarto de baño, con cinco a siete años de diferencia. El toque más o menos ligeramente inquietante está ahí. El pintor juega a lo grande con los volúmenes y las perspectivas. En la última sección, el realismo en sus vistas de Madrid, alcanza el virtuosismo del detalle: Madrid 1960, Madrid hacia el Observatorio, Madrid visto desde el cerro del Tío Pío. El hito es la mencionada Gran Vía 1 de agosto, 7:30 de la mañana, pintado en 2015, se exhibe en primicia en esta ocasión; Gran Vía, Capital, pintada a lo largo de más de veinte años, 1990-2011. La muestra concluye con una pintura monumental en todos los aspectos: Ventana de noche, pintada en gran angular, dejando ver las luces de la ciudad al otro lado. Fechada 2013 – 2015, es otra primicia en la exposición.

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María Moreno, nacida en Madrid en 1933, ha sido en palabras de su marido Antonio López, ‘mi luz y mi guía y muy buena pintora, yo creo que mejor que yo’. Se conocieron de estudiantes en la Academia de San Fernando y nunca se han separado y ya han superado con creces el medio siglo juntos. A mediados de septiembre 2015, TVE2 emitió el documental La luz de Antonio que claramente reivindicaba su figura ante el gran público. Ha sido muy conocida y valorada en el mundo del arte, pero no ha sido popular. En él aparece su familia, sus amigos y colegas Francisco y Julio López, el cineasta Víctor Erice, cuya película El sol del membrillo fue producida por ella.

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Lo que vemos en la muestra evidencia sus cualidades y calidades. Su preciosista Naturaleza muerta de la sandía; en las obras expuestas en la sección Los muros del jardín en la que comparte protagonismo con Isabel Quintanilla, destaca su amor por su casa y por lo que ella contiene, su familia. Su arte está lleno de luz y virtuosismo en el pequeño detalle, como en Jardin de Poniente/El patio de mi casa del 2000; en 2003 vuelve a pintar ese jardín, más de cerca y con más luz, y la hermosa Entrada de casa. En la última sección, Vallecas, a dúo con el cuadro de Isabel de Quintanilla Barrio de Vallecas. También ha pintado la Gran Vía de Madrid, dos veces, antes de que lo hiciera su marido, en 1989 y 1990.

Isabel Quintanilla y Francisco López también se conocieron en la Academia de San Fernando. Cuando se casaron fueron a Roma y allí residieron cuatro años en la Academia de España. Su gran descubrimiento no fue el Renacimiento, que ya habían conocido en el Museo del Prado, sino la pintura romana de la antigüedad.  Hay un cuadro de Isabel en la exposición Frutero, que parece inspirado por la Cesta de frutas de Caravaggio, pero según ella, está inspirado en la pintura pompeyana, quizá en un bol de frutas hallado en una villa de Pompeya. Ellos no son los únicos del grupo fascinados por el arte clásico. Antonio López  también se inspiró en él a menudo.

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Isabel Quintanilla y Francisco López comparten protagonismo en la exposición, él con dibujo y escultura. Ambos se admiran y se influyen mutuamente y están habituados a exponer juntos. Maestros de lo cotidiano, basados en el realismo al que decidieron dedicar su arte. También hay muestras de su larga estancia italiana. Rivalizan en la luz, en las posibilidades del realismo en el pequeño detalle. Son dos virtuosos que han tenido la inmensa dicha de encontrarse, ser artistas y crecer juntos. Ambos con presencia en museos del mundo. Él tiene esculturas urbanas por toda España, varias en Madrid. En las temáticas de la exposición rivalizan incluso en temas: Isabel, Bodegón de los ajos y Granadas; Francisco, Bodegón con membrillos y El bodegón. Ella tiene una gran presencia en las pinturas que muestran la intimidad del hogar, tan reales, que parecen el hogar mismo, figuras ausentes que se perciben como presentes. Vuelven a rivalizar con temas de ventanas en la sección El arte de los umbrales. Y en la temática del jardín, ella tiene amplia presencia y él un precioso relieve en bronce, El jardín y un par de esculturas de niñas, una de Belén Moneo, hija de su amigo Rafael y una niña sobre taburete absolutamente deliciosa. Un dibujo a lápiz sobre papel de otra niña Moneo, Clara, que  es un notable ejercicio de puntillismo. En la última sección, Francisco participa con una escultura de Isabel y otra de su hijo Francesco. Un preciosista relieve en bronce de la calle de Salvá, Valencia. De Isabel destacan dos vistas panorámicas de Roma, una de 1962 y otra de 1998/99.

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Esperanza Parada  tiene una mínima presencia en  el espacio doméstico con los cuadros Después de misa, 1959 y Día 2, 1962. Amalia Avia que fue esposa del informalista Lucio Muñoz, tiene un cuadro muy relevante, El comedor, en la sección De la mesa a la ventana y amplia presencia en La calle y la ciudad, sobre todo lugares: Filatelia Finarte, Tienda de máquinas, Estación de ferrocarril, Benito García, fontanero, Ministerio de Fomento y la ya mencionada Puerta del Sol. En ambos casos presencia no menor en calidad.

Ficha de la exposición:

  • Título:Realistas de Madrid
  • Organiza: Museo Thyssen Bornemisza con la colaboración de la CAM.
  • Fechas: 9 de febrero a 22 de mayo 2016.
  • Comisarios: Guillermo Solana, María López y Leticia de Cos.
Teresa Fernandez Herrera
Algunas cosas que he aprendido a lo largo de mi vida. Soy Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, master en Psicología del Deporte por la UAM, diplomada en Empresas y Actividades Turísticas, conocedora de la Filosofía Védica. Responsable de Comunicación y Medios en Madrid de la ONG Internacional con base en India, Abrazando al Mundo. Miembro de la British Association of Freelance Writers. Certificada en Diseño de Permacultura. Trainer de Dragon Dreaming, metodología holística para el crecimiento personal, grupal y comunitario en el amor a la Tierra. Colaboradora en Periodistas-es y en las revistas Natural, Verdemente, The Ecologist para España y América Latina. Profesora de inglés avanzado.

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