Con risas, mucho público y buen cine inauguró su séptima edición, el festival “Recent Cinema from Spain”, en el teatro Olympia de Miami, de bella arquitectura floridana. Este festival nos permite pulsar las últimas tendencias cinematográficas de la madre patria y actualizarse con las producciones recientes de la industria fílmica española.
El programa tuvo una curaduria centrada en la comedia y en los filmes policiales o de misterio. Dos géneros que tienen gran aceptación popular. Robert Geitner, director del teatro Olympia, me comenta que la selección de los filmes se hace compartida con las autoridades españolas y el teatro.
La selección de filmes fue la siguiente: “Abracadabra” dirigida por Pablo Berger, que abrió el festival, “Que Dios nos perdone” de Rodrigo Sorogoyen, “Despido Procedente” de Lucas Figueroa, “Villaviciosa de al lado” de Nacho G. Velilla, “La niebla y la doncella” de Andrés M. Koppel y cerrando el festival “Contratiempo” de Oriol Paulo.
El festival inauguró con el film “Abracadabra” y contamos con la palabra del cónsul general de España, Cándido Creis, quien considera a Miami capital del Cine y la Literatura en la que es posible compartir la lengua y la cultura hispana, reafirmándose así, nuestra identidad ibérica y la pujanza de la industria cinematográfica española.
Acto seguido se presentó el director del filme, Pablo Berger, quien nos expresó su estética fílmica, apoyada en la ruptura de los géneros, donde la comedia puede ser tragedia y la tragedia comedia, donde también el humor oscila con lo macabro y lo paródico y donde la mezcla de géneros provoca permanente vaivén entre la risa y la reflexión.
“Hago cine para emocionar- nos dice- provocar, sorprender, me dejo llevar por mis sentimientos, mis miedos y mis objetivos y deseo compartir los estados de ánimo, las reflexiones y las dudas. Quiero que el espectador vibre, sienta, comparta y se sorprenda. Hago cine para con-mover.”
Creemos que lo logra y que trae además un componente innovativo y distinto al lenguaje fílmico. Berger nos dijo también que, aunque se formó en cine en Nueva York, vuelve a España para crear sus filmes, selecciona sus actores con cuidado, trabaja con la actriz Maribel Verdú porque es su musa inspiradora, además de amiga, una actriz dúctil que aporta al personaje y que le permite jugar con las situaciones.
Berger es un cineasta reconocido, su filme “Blancanieves” estuvo propuesto al Oscar y ganó 10 premios Goya. Nacido en Bilbao en 1965, debuta trabajando con el reconocido realizador Alex de la Iglesia en su primer cortometraje, de 1988. Obtiene una beca para estudiar cine en New York Film Academy, mientras estudia, trabaja en el cine publicitario.
En 2012 estrena “Blancanieves”, filme que lo lanza a la fama al ser nominado al Oscar, aunque luego no fue elegido, como él mismo lo expresara. Con esa carrera ascendente inicia el rodaje de “Abracadabra”, un film por momentos surrealista, paródico, estrafalario, siempre con un punto de inflexión sobre la esquizofrenia y los problemas mentales. Tampoco escapa del mundo psicoanalítico, y de los conflictos de relación entre mujer y hombre, machismo, sumisión, víctima y el victimario y los senderos de la liberación.
Un film complejo, que dispara varias coordenadas y que es jugado en el plano límite entre la realidad y la locura, entre lo real y lo surreal, entre lo humano y lo burlesco, entre lo fantasioso y lo posible. Se mueve en escenarios de Madrid, de la clase trabajadora, del disloque social y la convivencia en áreas arquitectonicamente standard, con la obsesión del tráfico, las carreteras y el perímetro urbano del cual es difícil abstraerse. Hay aspectos de cursileria o de cultura kitsch remarcados, otro poco del estilo paródico a la manera de Almodóvar, golpes de violencia a lo Szifrón (director argentino de Relatos Salvajes), y secuencias un tanto absurdas derivadas del proceso hipnótico que sufre el protagonista masculino, interpretado por Antonio de la Torre, con una máscara actoral que recuerda, por momentos, al joven De Niro.
El proceso hipnótico del protagonista nos permite descubrir el desdoblamiento esquizoide de este marido machista. El director nos advirtió que él tenía interés en poner de relieve la esquizofrenia como enfermedad mental, pero no como un documental o con criterios clínicos sino dentro de un contexto artístico.
Algunos espectadores consideraron que el final transgredía el esquema general del film, pasando de la comedia divertida a un plano totalmente surreal, otros parecían aceptar este final como algo posible en el plano de la mente humana. Berger tuvo que retomar muchos hilos que se mueven en la película: la relación marido y mujer, los desniveles sociales y educativos, los conflictos psicológicos, las opresiones sociales, la agresividad contenida, los deseos y las pasiones inconscientes, para lograr un final que sorprende y desconcierta.
Lo que empieza como una comedia descabellada y divertida termina como una reflexión sobre nuestra condición humana. Todo este peso del significado se aglomera hacia el final, a través de secuencias a veces inconexas pero que luego nos conducen a un final donde hay más interrogantes que respuestas.
Entre las secuencias se destaca el relato que hace el vendedor a la esposa del hipnotizado, del departamento donde se supone había vivido el criminal que ahora estaba poseyendo a su marido. Lo macabro se une a lo burlesco y lo real a lo delirante. La inversión o mezcla de géneros forman parte de la estética de Berger y quedan de manifiesto, también el elemento “sorpresa”. Berger nos da un cine diferente que nos hace reir y pensar, con un lenguaje fílmico innovativo y distinto.