El 17 de mayo de 2013 España dejaba “de facto” de ser un país laico para volver a convertirse en uno religioso. En esa fecha, el Consejo de Ministros del Gobierno presidido por Mariano Rajoy aprobaba el proyecto de reforma de la enseñanza en nuestro país mediante el cual, y una vez que pase por el Parlamento, la asignatura de religión volverá a contar como tal para hacer la media y para tener acceso a las becas.
La Iglesia Católica ha conseguido otro gran triunfo de la mano del ministro popular Wert, que ni quita ni pone rey, pero sirve a sus intereses.
Lo primero que hay que decir es que no se trata de una asignatura de religión, sino de religión católica, apostólica y romana, que es muy diferente. Cada cosa en su sitio, porque hay que dejar claro que religiones hay muchas y todas respetables siempre y cuando no intenten imponer sus credos o creencias como norma de conducta en un país democrático y laico como es España, cosa que está sucediendo desde la firma del Concordato entre nuestro país y el Estado Vaticano, losa que persiste al día de hoy y que ya debiera haber sido renegociada hace años.
A la vista de lo que se aprobará con toda seguridad en el Parlamento con mayoría absoluta del Partido Popular, habría que preguntarle al ministro Wert, qué va a pasar con los ciudadanos españoles que profesan otras religiones, como son judíos, musulmanes, ortodoxos, anglicanos, evangélicos, budistas, etcétera. Porque también tienen una religión, una creencia que debe ser respetada, y en tal caso evaluada como la religión católica, apostólica y romana por cuya enseñanza pagamos los españoles con nuestros impuestos a 17.000 profesores de esa religión que la imparten en colegios públicos o privados-concertados. Y para más “inri”, si los obispos deciden expulsar a uno de esos profesores de su puesto de trabajo, es el Estado el que tiene que pagar tal despido e indemnización, nuevamente con el dinero de nuestros impuestos.
Una vez más las enseñanzas del tardofranquismo asoman la patita, esta vez camufladas bajo la sonrisa de un ministro. Para algunos lo que se nos viene encima con la asignatura obligatoria de marras nos retrotrae a los años en que obligatoriamente, y por obra y gracia del Espíritu Santo y la inestimable ayuda del Concordato los españoles éramos todos, sin excepción, “católicos, apostólicos y romanos”. El catecismo del padre Ripalda, en dura competencia con el del padre Astete, nos decía todo lo que teníamos que hacer para ser buenos cristianos y herederos del cielo, suma razón de nuestra existencia en la pecadora tierra. Han pasado muchos años de todo aquello, y es de esperar que la cosa no llegará a tanto, pero la asignatura de religión, religión católica, no olvidemos, volverá contar, y mucho. Tanto, como tener acceso a becas, tan necesarias en los tiempos que corren.
Con el envite lanzado por el Gobierno, además de imponer la enseñanza de la religión católica se han cargado en la misma tacada la asignatura de Educación para la Ciudadanía que se aprobara durante el Gobierno socialista presidido por José Luis Rodríguez Zapatero, y que desde el primer momento se convirtió en la auténtica “bestia negra” de la Conferencia Episcopal española, verdadera triunfadora ahora del envite. Los obispos no están en el Parlamento porque no lo necesitan, al tener quienes defiendan sus tesis. Todo esto está sucediendo en un país que se dice laico, pero que en realidad sigue estando monopolizado por una creencia religiosa que se cree con el derecho de imponer su doctrina a millones de ciudadanos con derecho a pensar y obrar libremente. ¿Dónde queda lo de “Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios?”. (Mt. 22, 21). Porque señores del Gobierno, lo cierto es que Jesucristo separaba los poderes, humano y divino, mientras que nuestros obispos, por obra y gracia del Gobierno de Mariano Rajoy, pretenden unirlos.
Leo esta noticia y quitando algo por aquí y otro por acá, en alguna medida es parecido a lo que sucede en Chile, donde institucionalmente hay separación oficial de Iglesia y Estado desde 1925; pero muchos consideran que en pleno siglo XXI se hacen bastantes «avances» hacia el pasado en las decisiones políticas en materias de valores, moral, y religiosidad. «Toco madera»…
A este paso y llegado el momento de corregir esto, espero que ni los populares ni los votantes del pp ni los simpatizantes del pp ni los seres pensantes sigan creyendo en pajaritos preñados y votando por un gobierno de derechas y de mayoría.
Es que no tienen límite. Van a devolvernos a 1975. Ley del aborto, Ley de violencia de género y justicia sólo para los ricos gracias al opus dei, revisión de los derechos de expresión, reunión y manifestación en el nuevo código penal, sanidad y educación públicas revertidas a beneficencia gracias a los legionarios de cristo, política laboral dictada por la virgen del rocío…
¿Hasta cuándo aguantaremos?