Domingo 23 de agosto 2015. Remedios Amaya estrena espectáculo en el festival Flamenco on Fire: Del corazón al aire, acompañada de un elenco de categoría; del guitarrista Juan Requena, al cante Pepe de Pura, Paco Vega en la percusión; mención especial para el excelente bailaor Antonio Molina El Choro. Es de los que entran directamente al corazón. Los jaleos y las palmas a cargo de todos los Amaya, Juan El Pelón, Joaquina y Manuel.
Remedios ha sido a lo largo de su carrera la cantaora de palos festeros por excelencia. En discografía ha sido un poco como el Guadiana. Aparece, desaparece y vuelve a aparecer a intervalos, el último de trece años. Su último trabajo discográfico, Sonsonete, data de 2002. Ahora, tras el fiasco de 2013, parece que en diciembre aparecerá Rompiendo el silencio, un título significativo, con el que tiene intención de hacer una gira internacional y en el que, como es habitual en ella estará arropada por figuras de primera fila.
Fotografías de Pablo LasaosaEn la noche del 23 de agosto sucedió algo extraño. Ella, la protagonista del espectáculo, la que está en todas las publicaciones de Flamenco on Fire, de cuya presentación se ocupó como ya es costumbre el director del festival, el leonés Miguel Morán – quien también fue el fundador del festival de Benicássim – quién hizo un cálido panegírico de la artista y… Empieza el espectáculo y Remedios no aparece. Apareció cuando sus compañeros llevaban casi cuarenta y cinco minutos actuando. Y el programa duró una hora y cuarto con ‘propina’ incluida. Luego deleitó con esa voz y ese decir tan sentido que la ha llevado a las cumbres del cante flamenco femenino. De hecho, al final el público de Pamplona que casi llenó la sala de cámara del Baluarte, la aplaudió ¡por bulerías!, uno de sus palos favoritos. Eso pasa en Sevilla y es lo normal, ¡pero en Pamplona! Pues así fue.
Ella, siempre fiel a sí misma, interpretó una serie de bulerías, tangos y alegrías. Remedios dramatiza de maravilla. Siente, se deja el alma en cada cante. Cante al que prestan esencias la guitarra de Juan Requena y el cante de Pepe de Pura, un artista que canta desde el alma. Remedios canta y se mueve a los ritmos que le marcan tanto Requena como Pura. Está bien apoyada.
Esa primera parte en la que Remedios estuvo ausente, -no sé si por dar mayor protagonismo a su grupo, en cualquier caso no lo entiendo – empezó con dos solos de guitarra, esa guitarra protagonista única que inauguró Sabicas hace ya años. Durante mucho tiempo la guitarra flamenca fue un mero instrumento de acompañamiento, hasta que El Niño Sabicas entró en escena para transformarla en imprescindible. Suena muy bien el toque de este maestro de la guitarra. A continuación hace una entrada por alegrías, en la que consigue algo que impresiona. Conseguir el titititrán tran tran que las dan entrada con el tronco de su guitarra. Se distinguió claramente ese sonido cantaor.
La estrella de esta primera parte se la ganó sin duda el bailaor Antonio Molina El Choro. Brilló en ese solo de baile zapateado, donde el bailaor lo es todo: la expresión de sentimientos, el ritmo, la música, la percusión. Pero, ¿qué es lo que no es percusión en el flamenco? Porque el flamenco con todos sus instrumentos juega con matices diversos de percusión creadora de ritmos que se transmiten al más profano.
Hubo un momento en que El Choro, con ese zapateado, sin guitarra ni cante ni palmas de acompañamiento, crea un ritmo de martinete a capella, como el martinete de toda la vida. Toda una creación. Molina tiene planta, juventud y un historial de lujo en escenarios europeos, norteamericanos, israelíes y más. Desde hace años participa en festivales de alto rango, siempre requerido para espectáculos de categoría. De Huelva, de la tierra del fandango, continuador de una saga de artistas. Él sin duda dio categoría al espectáculo de Amaya.
Fin de fiesta por bulerías, por todo lo alto, muy al estilo tablao, como corresponde