La normalización de relaciones diplomáticas con Estados Unidos supone para Cuba vencer la desconfianza de quienes se educaron en la resistencia contra el vecino hostil, construir un modelo de socialismo eficiente, sostenible e inclusivo y disminuir a corto plazo las brechas de desigualdad social, entre otros grandes retos, escribe Patricia Grogg (IPS) desde La Habana.
De esos desafíos se habla menos a la hora de analizar el impacto del deshielo con Washington sobre una sociedad como la cubana, permeada por más de medio siglo de confrontación y con sus familias divididas e incluso incomunicadas, hasta que cambios en las políticas migratorias bilaterales en los años 80 y 90 comenzaron a tender puentes.
Por ahora, el primero y más publicitado escollo a vencer para la normalización pasa por la eliminación del bloqueo estadounidense.
Su levantamiento está de hecho ya den la agenda electoral de la precandidata demócrata a la presidencia, Hillary Clinton, quien el 31 de julio, en un discurso en el estado de Florida, meca del exilio cubano, instó al Congreso legislativo de su país a acabar con el embargo «para siempre».
Las declaraciones de Clinton, quien actualmente encabeza los sondeos entre los potenciales sucesores del presidente Barack Obama desde 2017, se destacaron en el noticiero estelar de la televisión estatal cubana y en el diario oficial Granma, pero no faltaron reacciones recelosas.
«Mucha gente de mi generación no confía, ni cree en las buenas intenciones (del gobierno de Estados Unidos)», dijo a IPS un antiguo combatiente revolucionario residente en Santiago de Cuba, una ciudad a 860 kilómetros al este de la Habana: «Ahora tenemos que acostumbrarnos a esta nueva situación», agregó el hombre de 78 años, quien pidió no publicar su nombre.
Como para aplacar recelos, cinco días antes de la reapertura de la embajada de su país en Washington, el presidente Raúl Castro confirmó que el VII Congreso del gobernante Partido Comunista de Cuba (PCC) se realizará el 16 de abril de 2016, con una agenda que incluye la «conceptualización teórica» del socialismo cubano y la estrategia que definirá el desarrollo económico hasta 2030.
Castro, de 84 años y en el poder desde 2008, terminará su segundo y último mandato presidencial en 2018, como resultado del acuerdo del VI Congreso del PCC, en abril de 2011, de limitar a un máximo de dos quinquenios consecutivos el desempeño de los cargos políticos y estatales fundamentales.
Con esa decisión, el cambio generacional cobra importancia estratégica para la dirección histórica de la Revolución, en el poder desde 1959.
El trovador Silvio Rodríguez, quien integró la delegación que asistió el 20 de julio en Washington a la reapertura de la embajada cubana, confiesa que el deshielo fue para él una sorpresa: «Yo me preparé para resistir a lo que nos podía mandar el gobierno de ese país. (…..) Pasado medio siglo era bastante difícil imaginarse que esto (el deshielo) iba a suceder», declaró a un grupo de periodistas el 29 de julio, ya de regreso en La Habana.
Ya antes de viajar a la capital estadounidense, el cantautor de 68 años se preguntó en su blog Segunda Cita cómo hubiera sido no solo la existencia de los que abrazaron la Revolución, «sino también la de los que escogieron el camino opuesto¨ (….) Y pensé si acaso estaremos viviendo el comienzo de otra oportunidad. ¿De qué manera nos condicionará? ¿Para hacernos mañana qué tipo de preguntas?».
Esas interrogantes sintetizan de algún modo las expectativas de muchas personas sometidas a los rigores de una crisis económica que se prolonga desde los años 90 y se preguntan cómo será el país dentro de 10 años. ¿Habrán mejorado sus condiciones de vida?, ¿Cómo será la convivencia con un vecino tan poderoso?
Para Rita García, directora del no gubernamental y ecuménico Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo-Cuba (CCRD-C), con sede en la ciudad de Cárdenas, a unos 95 kilómetros al este de la capital, la encrucijada política actual pasa por reconstruir la participación ciudadana de manera libre, democrática, orgánica y comunitaria.
«Es importante que las personas pierdan el miedo a hablar, que sean capaces de aportar ideas, de promover soluciones para todo lo que sucede en el país, desde lo político, social y económico hasta lo institucional», dijo a IPS la también delegada del Poder Popular en su barrio en esa ciudad.
«También es un reto detener la desigualdad social, la falta de equidad. Cuesta reconocerlo, pero ha avanzado la pobreza», afirmó.
Datos publicados en 2004 sobre pobreza en Cuba, los últimos conocidos, indican que 20 por ciento de la población urbana, que representa más de 76 por ciento de los 11,2 millones de habitantes, se encuentra en esa situación. García coincide con especialistas que temen que ese indicador sea hoy igual o mayor.
Lenier González, vicecoordinador de Cuba Posible, proyecto del CCRD-C abierto al debate desde una opción pluralista y diversa, consideró a IPS que la «normalización» por la que ha apostado Raúl Castro «sacará a Cuba, poco a poco, de las trincheras, e impondrá la necesidad de reconstruir la arquitectura institucional de la República».
«En condiciones de paz, el relevo político cubano tendrá mayor capacidad y equilibrio para saldar los dos grandes desafíos que tiene el país de cara al futuro», afirmó.
A su juicio, el primero de esos retos apunta a «la reformulación del consenso político interno en torno a las metas históricas de la nación», que incluyen «la independencia nacional, justicia social y democratización política».
Como segundo desafío, González mencionó la adopción de «un conjunto de mecanismos» que permita legitimar a ese «relevo político», que suceda a la dirección histórica que representa Raúl Castro y su antecesor y hermano, Fidel Castro.
Ese relevo, adujo, debe tener las condiciones para conducir este proceso y ganarse un lugar en el futuro de Cuba.
Para ello, la nueva dirección deberá buscar sinergias y negociaciones con grupos de cubanos de ideologías disímiles, dentro y fuera de esta isla caribeña, pero comprometidos con las metas históricas.
«Necesitamos construir instituciones que sean capaces de procesar el pluralismo», recalcó González, uno de los laicos católicos fundadores de Cuba Posible.
Las reformas abrieron oportunidades para un sector de la población. Ahora es posible vender el automóvil o la vivienda, viajar libremente al extranjero, instalar desde un negocito para vender alimentos en los bajos de la casa hasta un restaurante o alquilar habitaciones a extranjeros.
Pero hay una porción de la población, conformada por mujeres, personas no blancas, jóvenes o adultos mayores, que continúan en desventaja, ya sea por falta de calificación o carencia de recursos monetarios o bienes, que les impiden aprovechar las posibilidades.
Son la asignatura pendiente del programa de reformas cuya revisión y análisis figura en la agenda del próximo congreso del PCC.
Mientras tanto, cuadrillas de obreros maquillan calles aledañas a la embajada de Estados Unidos en La Habana, cuya reapertura oficial está prevista para el 14 de agosto, en una ceremonia encabezada por el secretario de Estado, John Kerry, primer funcionario gubernamental de ese rango en visitar Cuba desde 1945.
- Editado por Estrella Gutiérrez
- Publicado inicialmente en IPS Noticias