Rigoberta Menchú: una maya con mirada en el sol

El mes de la Hispanidad es muy festejado en Latinoamérica y en los Estados Unidos, se festeja la lengua y el legado cultural que nos une como pueblos. Por eso, es bueno recordar el encuentro de los mundos, con personalidades que son gestoras de la unión y del entendimiento.

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Rigoberta Menchú

Rigoberta Menchú, hace veintiocho años, un 10 de diciembre de 1992, recibía el Premio Nobel de la Paz. Con su liderazgo impulsó la causa indígena del continente Latinoamericano, fue una toma de conciencia ante el mundo, de la marginación de los pueblos originarios. En momentos pandémicos, donde han sido tan golpeados los pueblos indígenas, evocar sus palabras cobra una nueva significación.

Rigoberta nació el 9 de enero de 1959 en Chimel, una pequeña aldea quiché maya de Guatemala. Desde niña acompañó a su madre partera y conoció las injusticias y la pobreza. Trabajó en una finca cafetalera donde vio morir a sus compañeros y fue testigo de la represión y la persecución sufrida en Guatemala.

Muy joven se involucró con las luchas campesinas y de reivindicación del indígena; fundó el Comité Unidad Campesina-CUC y la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca-RUOG. Vivió la guerra civil en su país y tuvo que exiliarse en México, donde mejoró el español, y aprendió a leer y escribir.

Denunció en Naciones Unidas la situación del indígena latinoamericano. Participó en los grupos de trabajo de la ONU sobre Poblaciones Indígenas. En 1992, le entregan el Premio Nobel de la Paz y la problemática indígena pasa a plano internacional, en esa ocasión, en su discurso, Rigoberta dijo:

“Este Premio Nobel lo interpreto como homenaje a los pueblos indígenas sacrificados y desaparecidos, por la aspiración de una vida mas digna, justa, libre, de fraternidad y comprensión entre los humanos”.

Al regresar a Guatemala, anunció su candidatura a la presidencia del país, deseaba ser la primer mujer y la primera indígena en el cargo. Aunque no logró los votos necesarios, manifestó un avance en la actividad indígena y su empoderamiento.

Menchú crea una Fundación donde trabaja por los derechos de los pueblos indígenas y sus progresos. Por esa razón, en el 2005, viaja a Florida, donde hay más de cuarenta mil mayas. Llegó con su huipil multicolor, su sonrisa de niña y la energía del sol de su tierra.

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Al saludarme, me miro a los ojos y me dijo: “Tu eres amiga, entra”.

Tuve el privilegio de entrevistarla y de ser la única periodista de asistir a la conferencia en el City Hall de Coral Gables donde los representantes mayas la esperaban para manifestarle sus necesidades. Entre ellos, un maestro de lengua maya me comenta que para los mayas ella es: “Nuestro Lincoln, nuestro Martin Luther King, nuestro Mandela”.

Al finalizar la reunión, nos sentamos en la sala, me regaló un libro con una bella dedicatoria y me invitó a que fuera a trabajar en su Fundación. Al preguntarle cuáles eran los aspectos positivos que se habían logrado después de su Premio Nobel y de su labor con respecto a los indígenas, me respondió:

Rigoberta Menchú: Ha sido muy positivo porque nos hicimos visibles ante los ojos del mundo. Pero, creo que lo más positivo ha sido la propia participación de los pueblos indígenas. Durante años se nos ha ocultado. No más. Hay una gran actividad y una mayor organización de parte de nosotros y espero que se fortalezca, que se incorporen estos resultados a las políticas públicas, tanto del Estado como de los gobiernos, porque si no, serán meras declaraciones aisladas que no tienen fundamento legal.

Adriana Bianco: Sabemos que hay cerca de 522 etnias indígenas desde la Patagonia a México, que hay una población aproximadamente de 45 millones de indígenas, o sea un ocho por ciento de la población de la región latinoamericana. ¿Cuál es el mayor desafió que deben sortear los indígenas?

RM: Mira, Adriana, la lucha hoy no está en que nos vean. Ya nos vieron. La lucha hoy está en convertir todo lo que se ha dicho sobre los pueblos indígenas, en obras, en programas exitosos, en capacidad de logros, en modelos de avance. Creo que las comunidades indígenas están más organizadas y hay más reuniones a las cuales llegan los hermanos de Latinoamérica y el Caribe, hoy participan todas las comunidades con su gran diversidad, y se alientan programas en común, pero luego, hay que llevar a la implementación esos programas, a través de los gobiernos, de las leyes, de la acción práctica y aquí radica el problema por la lentitud, la burocracia y los cambios de gobiernos.

AB: ¿Cuáles son las metas primordiales para los grupos indígenas, los programas por los que luchan?

RM: Son varias metas: educación, salud, mejoras de trabajo, por eso hay que trazar una agenda. Yo he aprendido a trabajar con agenda. Mi promesa es hacer esto en un año y tengo que hacerlo porque sino sería faltarme a mi misma y a mi gente. Si la comunidad no cumple con las metas, no se avanza.
Los mayas somos un pueblo organizado, trabajamos con orden pero además debemos estar unidos. La unión es importante entre los hermanos indígenas para los logros.

AB: Pienso que hay una importante población indígena en México, Ecuador, Perú, Guatemala, Bolivia, y además hay una presencia indígena considerable, en toda Latinoamérica, esa unión es entonces muy significativa, porgue se puede presionar a los gobiernos….

RM: La unión es importantísima. La otra meta que debemos trazarnos es incidir en los gobiernos para que se ejecuten los programas que se acuerdan, para que el producto salga rápido, ya que los países tienen gobiernos que cambian y si no se hace rápido, hay que esperar al otro gobierno. También debemos insistir para que los gobiernos respeten la pertenencia cultural de los pueblos indígenas.

AB: Ese aspecto es fundamental porque es la identidad de los pueblos indígenas. ¿Cuál considera es el mayor legado de la cultura indígena?

RM: Nuestra espiritualidad, tenemos que practicar siempre nuestra espiritualidad. Los jóvenes tiene que tener su escuela en la comunidad, aprendiendo la espiritualidad de sus antepasados. Nosotros tenemos una actitud espiritual que no está en los libros, nos viene de una cultura milenaria. Nos podemos acercar a cualquier religión: cristianismo, protestantismo, todas se advienen a nosotros porque nosotros no somos una religión, somos una espiritualidad y esa es nuestra identidad.
Creemos en la Naturaleza, en la tierra, en la vida, guardamos la esencia de nuestra fe, creemos en las leyes que rigen nuestra civilización desde miles de años, y debemos respetarlas. Los retos del futuro están en la comprensión de los pueblos y en la aceptación de la diversidad, en la creación de un mundo intercultural, donde este incluida nuestra cultura indígena y nuestra espiritualidad
.

AB: Usted escribió Rigoberta: la nieta de los Mayas, y tiene varios libros infantiles en colaboración. No se considera escritora pero escribe… ¿Por qué escribe?

RM: Porque mis libros son una contribución a la identidad de los pueblos indígenas, una manera de expresar lo que sentimos y deseamos como comunidad. Mi último libro se llama «Un legado secreto» esta dedicado a nuestra identidad, y está traducido a varias lenguas.
Es cierto, escribo libros infantiles: Una niña Chimel y Un vaso de miel, lo hice creando un puente hacia los niños, mostrándoles la reverencia a la naturaleza, que comprendan que todo tiene un espíritu, todo tiene «su nahual». Si nuestros niños sienten su cultura, no van a apartarse de ella. Ésa es mi mejor contribución a la identidad de los pueblos indígenas, a que nos entiendan mejor.
Veo una Guatemala que prospera. Nuestros ancestros están con nosotros, al recordarlos, no nos alejamos de nuestra espiritualidad, de nuestra milenaria civilización. Sabes Adriana, la espiritualidad no se estudia, la identidad no se estudia, es la otra sombra, es como el «nahual», es nuestra protección, vive con nosotros, mas allá de nosotros.
Los tiempos cambian y debemos cambiar con ellos sin perder nuestra identidad. Entramos en una nueva era y debemos avanzar hacia la educación, la ciencia, la prosperidad.
¿Acaso solo tenemos sufrimientos, los Mayas? Se victimiza mucho a los pueblos indígenas, eso no ayuda a nuestra cultura, a nuestra autoestima porque se baja la energía. La pobreza no es solo material es también espiritual. Debemos sentir orgullo de nuestra cultura, unificar criterios para llevarlos a la práctica, continuar con nuestras lenguas, mantenernos unidos, estudiar carreras que nos ayuden en la comunidad, participar adecuándonos a la sociedad sin perder nuestra esencia, nuestra pertenencia cultural y haciéndola respetar. Los gobiernos ladinos deben respetan y cumplir con los acuerdos de trabajo, con los programas sociales, para avanzar juntos.
Nuestros pueblos no son un problema, el problema nace de la ignorancia. Tengo fe que nuestro pueblo indígena y el pueblo ladino trabajen juntos para una nación intercultural y multiétnica. Tengo fe en la vida y en el amor de los pueblos.

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