Luchar contra la pena de muerte. Esa fue la principal idea fija de Robert Badinter, tras sufrir la ejecución de uno de sus defendidos. Badinter murió el 9 de febrero de 2024, a los 95 años de edad.
Su compromiso absoluto contra la pena capital surgió al amanecer del 28 de noviembre de 1972, cuando Roger Bontemps fue guillotinado tras ser condenado por complicidad en el asesinato de una enfermera y de un funcionario de prisiones. La indignacion furibunda de Badinter tenía su origen en el hecho –fundamental para él, como abogado defensor– de que Bontemps no había matado a nadie.
Los dos asesinatos fueron obra de Claude Buffet, con quien Bontemps había participado en una toma de rehenes en la cárcel de Clairvaux.
Badinter se especializó en la defensa de personas convictas (o presuntas) de asesinato. El caso de una de esas personas fue muy mediático: Patrick Henry fue acusado en 1977 de matar a un niño de siete años. Badinter lo salvó de la guillotina, aunque Patrick Henry fuera condenado, eso sí, a cadena perpetua.
En aquella época, logró evitar una sucesión de probables condenas a la pena capital. Entre esos casos, se citan los de Michel Bodin, Mohamed Yahiaoui, Michel Rousseau, Jean Portais y Norbert Gasseau, todos condenados por asesinato.
Fracasó defendiendo a otros pocos acusados de haber matado a alguien, pero Badinter se mantuvo firme en su perspectiva radical a favor de los derechos humanos.
En uno de sus alegatos, en defensa de Hubert Flahaut, director de una empresa que había producido unos polvos de talco que mataron a numerosos bebés, Badinter dijo una de sus frases más célebres: «Aquí no se está juzgando a la sociedad, sino a un hombre, y yo siento que es mi deber defender a ese hombre».
En el terreno político, tras varios fracasos electorales, fue nombrado ministro de Justicia por François Mitterrand. Entonces, en 1981, se hizo famoso en toda Europa por su empeño absoluto contra la pena de muerte que logró borrar de las leyes francesas, aunque aún tardaría años en ser totalmente excluida de la Constitución del país.
Badinter era hijo un judío deportado que sería después asesinado en un campo de concentración nazi. Y él mismo logró escapar por poco al Holocausto, acogido en una casa ajena y protegido por una identidad falsa.
En otro de sus casos célebres, y antes de ser nombrado ministro de Justicia (1981-1986), logró que condenaran a Robert Faurisson, intelectual negacionista, quien –según los términos de algunas de sus condenas judiciales– fue «un falsificador de la historia» y un «mentiroso profesional».
Robert Badinter también se implicó en una larga campaña en defensa de los derechos de los homosexuales, hasta lograr su despenalización legal. Se alzó también contra el ascenso de la islamofobia en Francia.
Sin embargo, a la hora de su muerte, le fueron recordados y reprochados a Robert Badinter diversos pronunciamientos públicos considerados por algunos proisraelíes.
También que mostrara su indignación por el trato público dado por la policía y la justicia estadounidenses a Dominique Strauss-Kahn, exministro, excandidato presidencial y exdirector del Fondo Monetario Internacional, acusado de violación y destacado copartícipe en una especie de club de la prostitución de lujo. Badinter valoró lo personal por encima del juicio público y mediático.
Asimismo, fue denunciado ante los jueces por el negacionista Faurisson, quien no sólo perdió el juicio por difamación, sino que fue condenado a pagar las costas. De modo que ese ideólogo del neofascismo francés quedó definido judicialmente –sin paliativos, gracias a Badinter– como falsificador de la historia y mentiroso profesional.
En el momento de la anulación parlamentaria de la pena de muerte, Badinter sabía que seguramente la mayoría de los franceses prefería que siguiera en vigor.
Luego, durante algunas décadas, la opinión evolucionó. Hasta que, recientemente, parece haberse producido una cierta (aunque relativa) marcha atrás que coincide con el auge de la extrema derecha.
Hace poco, una encuesta de opinión señaló que, en 2023, el 51 por ciento de los franceses es partidario de restablecer la pena capital.
Badinter, como recordábamos en esta misma publicación hace poco más de dos años, luchó por la abolición de la pena de muerte en todo el planeta, no sólo en Francia.
El 14 de febrero de 2024, se celebró un homenaje nacional de la República Francesa al fallecido Robert Bandinter, considerado autor del fin de la pena de muerte.
Por deseo de su familia, ni Marine Le Pen (RN, Rassemblement National), ni Jean-Luc Mélanchon (LFI, La France Insoumise) fueron invitados personalmente a la ceremonia.
En un artículo precedente en esta misma publicación, recordé la vigencia del empeño de Robert Badinter en luchar contra lo que él llamó «los batallones del odio».
En 2007, la pena de muerte fue taxativamente excluida –de modo absoluto– de la Constitución de la República Francesa. Al menos, Robert Badinter vivió lo suficiente como para verlo.
