Se publica una ambiciosa enciclopedia del rock que abarca setenta años de un género que cambió el mundo de la música
En estos tiempos en los que internet y wikipedia están sustituyendo a la memoria histórica de casi todo, y en los que el valor más apreciado es la actualidad, pudiera considerarse una osadía publicar una enciclopedia sobre cualquier tema, cuando además las editoriales acumulan en sus almacenes este tipo de publicaciones a las que no encuentran salida.
Y más si el tema es la música pop-rock, tan cambiante, tan variable, tan fugaz, tan presente en la red. Quienes hemos crecido con la música que revolucionó la estética del siglo XX, de Elvis Presley a Pink Floyd pasando por Beatles, Stones, Hendrix y Bob Dylan, siempre hemos tenido curiosidad por indagar en la historia y en los personajes de la música que nos acompañó mientras descubríamos otras manifestaciones, de la cultura a la política. Y entre nuestra bibliografía siempre había una enciclopedia. En la mía estuvo, entre otras, la de de Jordi Sierra i Fabra, convertido ahora en novelista de éxito, pero a quien siempre identificaré con sus trabajos para la revista “Disco Express” y con sus libros sobre el fenómeno pop-rock.
Acaba de publicarse en España una enciclopedia que, si no fuera por lo desgastada que está la palabra, calificaría de definitiva. “Crónicas del rock. Una historia visual de las 250 mejores bandas de todos los tiempos” (Lunwerg), de David Roberts, es un documento excepcional de consulta para aficionados al pop-rock y muy útil para informadores de la música, por su rigor y por su extensión, que abarca siete décadas de historia de este género, con sus correspondientes subgéneros, del glam-rock al punk, de la sicodelia al grunge; un trabajo que supera cualquier intento de aproximación de los que abundan en papel y en internet, porque se trata de una labor profesional que requiere de grandes conocimientos que permitan relacionar a músicos, compositores, productores, intérpretes… con la industria, la cultura, la política y la historia de sus contemporáneos. Aunque en su título se alude a las mejores bandas, en realidad también se incluyen los solistas, ya que para cada uno de ellos se especifican los músicos y colaboradores que les acompañaron en cada grabación y en cada gira, el tiempo que permanecieron a su lado, los grupos de los que cada músico formó parte antes y después, y los sellos para los que grabaron.
Un imaginativo diseño de gráficos y colores (se incluye una guía visual) permite localizar e identificar datos, personajes, fechas y acontecimientos gracias a sencillos recursos simbólicos. Biografías, cronologías, curiosidades, fotografías de todas las etapas de los músicos y cantantes, que muestran sus cambios de imagen… completan una información tan exhaustiva como entretenida, de la que posiblemente falten algunos nombres internacionales (yo he encontrado todos los que busqué), aunque estén ausentes los españoles. Se dice en la introducción que el instrumento hegemónico que ha presidido la selección ha sido la guitarra, presente en la práctica totalidad de bandas de rock desde sus orígenes a los tiempos actuales.
Pero creo que también ha influido la calidad de la obra de cada intérprete, del primero (AC/DC) al último (ZZ Top), y no sólo de Europa y Estados Unidos sino también de China, Japón, América del Sur y Oceanía.
Cabalgando un tigre
Si hay alguien que no necesita de una enciclopedia del rock para su trabajo profesional ese es el periodista Diego A. Manrique: en su cabeza están todos los datos. Manrique viene haciendo crítica del rock desde casi el nacimiento del género. Yo lo descubrí en la revista “Triunfo” y en una publicación especializada, “Vibraciones”, posiblemente la más seria de todas las que se publicaban por aquí en los setenta. Sus programas en Radio 3 de RNE nunca defraudaban y sus artículos ahora para “El País” siempre añaden algo más a la información pura y dura y se distinguen del resto de comentaristas por un estilo, además, atractivo y seductor, muy cercano al Nick Cohn de “Awopbopaloobop Alopbamboom”. Recientemente ha recopilado algunos de estos trabajos en “Jinetes en la tormenta” (Espasa). El denominador común de casi todas las historias que aquí se cuentan es el drama de unas personas, jóvenes en su mayoría, que se han visto, en el desarrollo de su creatividad, atrapados por una espiral de fama y dinero que les arrastró a un clima de drogas, sexo y violencia que unas veces terminó en tragedia y otras (Hendrix, Joplin, Kurt Cobain, Amy Winehouse) en muerte. Excesos muchas veces perdonables como agradecimiento a momentos inolvidables: “Le pregunté al médico si podía volver a la carretera –cuenta B.B. King durante una de sus últimas giras- Me dijo que no. ¡Y aquí estoy!” (p. 55). Organizado en capítulos temáticos, el dedicado a la música negra recoge las historias de, entre otros, James Brown, Billie Holiday y Otis Redding. El capítulo dedicado a raros, malditos e insumisos trata desde la deriva de Syd Barrett hacia el pozo de las drogas, desde un brillante comienzo con Pink Floyd, al trágico y previsible destino de Phil Spector, enloquecido de violencia megalomaníaca. No faltan capítulos dedicados a algunos de los más grandes del rock: The Doors (una de cuyas canciones da título al libro), Rolling Stones, Beatles, Led Zeppelin, Deep Purple, Neil Young o David Bowie, de quienes rescata detalles asombrosos, reacciones insólitas o manifestaciones sorprendentes: Brian Wilson (de los Beach Boys) al entrevistador: “¿De verdad te gustan los Beatles?. Se lo tengo que contar a mis amigos, no sabía que eran conocidos en España”. El capítulo dedicado a los músicos españoles está también teñido de la tragedia que acompañó a muchos de ellos: Enrique Urquijo, Antonio Vega, Carlos Berlanga… Diego A. Manrique rememora los años de vino y rosas de la movida madrileña, a la que prefiere seguir llamando “nueva ola”, y el ambiente de los primeros años de la sala El Sol, donde se gestaron algunas de las leyendas del pop-rock nacional.
Escrito en un tono anti hagiográfico, aunque sin desmitificar la importancia de la vida y la obra de cada uno de los personajes retratados, “Jinetes en la tormenta” es una miscelánea de obituarios, entrevistas, crónicas, reseñas… publicadas en su día como informaciones de actualidad que, con la perspectiva histórica que da el tiempo, proporcionan una enriquecedora visión de conjunto. La triada sexo-drogas-rock and roll es la protagonista de unas páginas que se leen como una novela porque cuentan una historia que, aunque es real, por momentos parece de ficción. La tragedia está presente desde el prólogo, en el que el periodista recuerda el momento en que conoció en Los Ángeles a José Menéndez, un directivo de la discográfica RCA asesinado a tiros por sus hijos en 1989 mientras veía la televisión en con su mujer. Un caso que dio la vuelta al mundo (yo mismo le dediqué un capítulo de mi libro “Perversiones televisivas”) y que hoy ya casi nadie recuerda. Como muchas de las historias de unos músicos que cabalgaron un tigre del que algunos no pudieron apearse.
No están ausentes los españoles, se incluye a Héroes del silencio.