En Varsovia, la capital de Polonia, donde viven exiliados los padres del periodista disidente bielorruso Roman Protassevitch, de 26 años, secuestrado de un avión de la compañía Ryanair obligado a aterrizar en Minsk, la madre del joven, Natalia Protassevitch, no abandona un momento su teléfono móvil con la esperanza de recibir noticias de su hijo, según cuentan hoy las agencias internacionales: «Pido, suplico, hago un llamamiento a toda la comunidad internacional para salvarle (…) No es más que un periodista, es un niño todavía, por favor, por favor, pido ayuda. Salvadle, le van a matar».
Natalia, de 46 años, y su marido Dmitry, exmilitar de 48, creen que su hijo podría estar en una cárcel de los servicios secretos bielorrusos (KGB) y no tienen ninguna duda de que le han torturado, a juzgar por las señales en su rostro que se aprecian en el vídeo que ha difundido la televisión oficial de Bielorrusia.
«Su abogada ha intentado verle pero no le han dejado. No sabemos cómo está (…) El vídeo es claramente una puesta en escena. Lo han hecho presionándole y no hay que creer lo que dice. Aunque por lo menos demuestra que sigue vivo».
El vídeo, en el que el joven periodista disidente con la cara tumefacta reconoce haber organizado las manifestaciones del verano pasado y dice querer colaborar con la policía bielorrusa, «es una puesta en escena siniestra» para el secretario general de Reporters sans Frontiéres (RSF), Christophe Deloire: «A primera vista, el asunto puede parecer rocambolesco pero en realidad es gravísimo, porque demuestra que un depredador de la libertad de prensa puede llegar siempre más lejos».
Los medios de comunicación occidentales han recordado que la líder de la oposición bielorrusa, Svetlana Tikhanovskaya, Premio Sajarov del Parlamento Europeo a la defensa de los derechos humanos y a quien la oposición considera ganadora de la elección presidencial, poco antes de huir del país en agosto pasado también apareció en un vídeo haciendo una confesión poco convincente, que posteriormente declaró que habían obtenido los servicios secretos amenazándola con represalias contra su familia.
Hace ocho meses, los padres de Roman Protassevitch se trasladaron a vivir a Polonia, tras ser testigos de la represión de los opositores que participaron en las manifestaciones sin precedentes que siguieron a la controvertida elección presidencial de agosto de 2020, que de nuevo ganó Lukachenko por sexta vez consecutiva y que la oposición denuncia como fraudulenta.
Roman Protassevitch, nacido en 1995, un año después de la llegada al poder del dictador bielorruso Alexandre Lukachenko , «no parece realmente que pueda ser una amenaza para el último dictador europeo», escribe en el digital The Conversation la profesora de política internacional Jennifer Mathers, de la Aberystwyth University, del País de Gales:«Nunca ha ocupado un puesto en la función pública ni se ha presentado como candidato. Lo único que este periodista y bloguero ha hecho es contribuir a que el mundo conozca el movimiento prodemocracia en Bielorrusia».
Nexta, el canal de la plataforma de medios sociales Telegram a cuya fundación colaboró Protassevitch, se ha convertido en una de las principales herramientas del movimiento de resistencia bielorruso; en él, los militantes informan de los detalles de las manifestaciones y publican informaciones e imágenes de los ataques de los servicios de seguridad contra los manifestantes.
«El hecho de que Nexta tenga sus oficinas en Polonia –sigue la profesora Mathers- significa que, hasta el momento, las autoridades de Minsk no han podido cerrarlo. Pero, como Protassevitch ha descubierto el domingo pasado, el régimen de Lukachenko está dispuesto a romper los acuerdos internacionales para atrapar, castigar y silenciar a quienes le desafían. Su detención demuestra que los desplazamientos, incluso entre países democráticos, presentan riesgos considerables para los personajes de la oposición bielorrusa. La forma en que le han detenido es una advertencia brutal de que no hay ningún refugio seguro para quienes se oponen a Lukachenko».
En el exilio en Lituania desde 2019, Protassevitch hbía seguido comentando a diario en las redes sociales las «hazañas» del régimen dictatorial de Lukachenko y participando en el movimiento de oposición, especialmente durante la campaña electoral de agosto de 2020, denunciando el fraude constatado.
Militante desde los dieciséis años, los servicios secretos herederos de los de la época soviética, que en Bielorrusia conservan el antiguo nombre de KGB, en el pasado mes de noviembre añadieron su nombre a la lista de «personas implicadas en actividades terroristas», lo que ahora puede ser utilizado para condenarle a muerte.
En septiembre de 2020, Protassevitch se fue de Nexta para trabajar en Telegram Belamova, un canal fundado por Igor Losik, un bloguero que actualmente se encuentra detenido en Bielorrusia. En un vídeo del pasado 6 de marzo que recibió más de quince mil visitas, Roman Protassevitch discutió durante hora y media con los abonados del canal sobre el futuro del movimiento: «¿Qué nos falta para ganar? ¿Qué nos espera para el día de la libertad?»