Filipinas ha dejado de respirar. Quizá entre los sollozos de los niños que se mueren de hambre el mundo se conmueva de nuevo y no deje el titular para otro rato. Estamos metidos en nuestro pequeño y cómodo mundo. Ese que no se deja salpicar porque los asuntos ajenos no son míos. Bastante tengo yo con pagar la hipoteca y llegar a fin de mes. En esas miserias que son muy importantes, nos enfrascamos sin saber que en un segundo la vida cambia y las personas también.
Quizá necesitamos que las noticias nos recuerden que con el Ipad no se come, por llevar un supermegacoche no se es feliz y que una vez cubiertas nuestras necesidades tenemos que pensar en el de al lado. ¿Hace cuanto no llamamos a algún amigo que sabemos enfermo? ¿Nos hemos preguntado cómo se siente nuestra compañera de trabajo? ¿Hemos saludado al conserje cuando hemos entrado en un establecimiento? La famosa frase, voy con prisa no nos hace detenernos en lo que nos importa y una vez más nos miramos el ombligo.
Y mientras esto sucede acudimos a la incongruencia del derecho y vemos salir sonrientes a los asesinos de personas que vieron su vida truncada porque ellos decidieron matarlos. Y cómo solamente han tenido que esperar para que sus derechos, porque ellos sí los tienen, les dejen en libertad y paseen a nuestro lado habiendo tenido sangre en sus manos. Dicho así suena raro, pero es la realidad a la que asisten los españoles que vimos en primera persona, cómo más de un millar de hermanos murieron abatidos por el odio. Y también, mientras eso sucede, la madre de Asunta pide salir de la cárcel porque tiene derecho, Bárcenas el chorizo dice sentirse incómodo entre rufianes y los que se llevaron el dinero de las arcas del estado, en todos los casos, Gürtel, Malaya y sucursales, nadie sabe cómo, ni lo han devuelto ni pagan por ello.
Y seguimos viendo cómo España respira. La nuestra, la única e incongruente nación en donde la corrupción forma parte de nuestro modus vivendi. Ese legado que le dejamos a nuestros hijos que se han criado con estos conceptos que empiezan ya a ser suyos. No tendrán Erasmus, seremos uno de los últimos países en educación pero somos los más pillos del lugar. Aquí no hay saqueos, aquí hay robos a manos llenas y luego, ande yo caliente, ríase la gente.
Madrid respira entre mierda porque no se llega a un acuerdo mientras la Botella no sabe ni por dónde empezar; le debe parecer el mismo marrón que el Madrid Arena; a ver quién dimite ahora porque aquí nadie paga por lo que hace y Rosa Díez ve muy guapo al Rey, un comentario normal entre una parlamentaria y un monarca…Ya todo es normal, hasta que el yerno del rey robe. En fin. No se me olvidan las caras de las personas que dan su testimonio en Filipinas. Más de cuatro millones de niños afectados; “mami, sálvate tú”, dijo un niño al soltarse de la mano de su madre. No abre esta información porque vamos a dejar paso a otras majaderías que nos ocupan la mente.
Aquí el que no corre, vuela, y sálvese el que pueda pero da la casualidad que la vida no es así. No podemos pensar ni por un segundo que todo lo que tenemos se pierda, que nos quedemos con una mano delante y la otra detrás, muertos de hambre y sin familia. Y somos niños. No, no podemos pensar eso porque no nos cabe en la cabeza, porque ponerse en la piel del otro nos da vértigo y con lo bien que estoy en casa viendo “Sálvame” con Belén Esteban que ha vuelto a ser tendencia, voy que me mato.
Por Filipinas. Que cada uno haga lo que crea oportuno, pero no nos olvidemos de ellos por favor.
¡Sálvate tú! ¡Sálvese el que pueda! ¡Sálvate mami! ¡Grande, pequeño!