La escritora reconoció la influencia de estas investigaciones en su literatura
No todo el mundo conoce la dedicación de Carmen Martín Gaite a la investigación histórica, una actividad que durante muchos años corrió pareja a la de su obra literaria.
Xulio Formoso: Carmen Martín GaiteMartín Gaite estudió Filología Románica en la Universidad de Salamanca y se doctoró en junio de 1972 con una tesis que fue publicada con el título de “Usos amorosos del siglo XVIII en España”. Pero antes de todo eso, ya en 1969 había publicado un trabajo, en cuya investigación invirtió más de siete años, sobre un personaje también del siglo de la Ilustración, don Melchor Rafael de Macanaz (1670-1760), quien fuera ministro de Felipe V y quien se enfrentó a la Inquisición con la intención de reformarla, lo que le costó nada menos que 45 años de persecuciones, padecimientos y destierros, justo la mitad de los 90 años de su longeva existencia. El libro se publicó en la desaparecida editorial Moneda y Crédito con el título de “El proceso de Macanaz. Historia de un empapelamiento”.
Estas dos obras son algunas de las que forman parte del cuarto volumen, de reciente aparición, de la obra completa de Carmen Martín Gaite que viene publicando la editorial Galaxia-Gutenberg/Círculo de Lectores. Después de los tres primeros dedicados a su obra literaria, este y los dos próximos recogen todos sus ensayos, incluyendo artículos, conferencias, prólogos y reseñas de crítica literaria.
La historia como literatura, la literatura como historia
Desde 1969 “El proceso de Macanaz” conoció cinco diferentes ediciones. En la primera de ellas ya figura la dedicatoria in memoriam a su suegro Rafael Sánchez Mazas “que tantas cosas sabía de conflictos entre la Iglesia y el Estado”.
Cuenta la autora que uno de los motivos que la movió a investigar sobre este personaje fue el trato artero y rencoroso que le dedica don Marcelino Menéndez y Pelayo en su “Historia de los heterodoxos españoles”. Además de una investigación histórica, “Macanaz” es una indagación sobre la soledad del intelectual frente a una sociedad intransigente, así como una condena de la violencia que sufre el pensamiento desvinculado de dogmatismos. Es posible que muchos piensen que la entrega durante siete años a esta larga investigación pudo haber mermado la producción literaria de Carmen Martín Gaite, en la que ya había demostrado un gran talento. Sin embargo ella siempre mantuvo que el ulterior enfoque de sus novelas se vio enriquecido por las investigaciones en el campo historiográfico, como se puede apreciar en “Retahilas”. Por otra parte, muy pocas emociones son comparables a los hallazgos de un trabajo de investigación como este, en el que, por ejemplo, tuvo el privilegio de leer por primera vez muchas de las cartas de Melchor de Macanaz que no habían sido leídas por nadie, ni siquiera por sus destinatarios.
La dedicación al “olvidado y denostado” siglo XVIII continuó con los “Usos amorosos del siglo XVIII en España”, en realidad con un objetivo común: desamordazar aquel siglo para denunciar las mordazas del siglo XX en España. El origen de este ensayo fue el descubrimiento de lo que se conoce como “el cortejo”, una moda importada del extranjero a mediados del siglo, que consistía en que las señoras casadas, sujetas hasta entonces a un estricto código de honor matrimonial, podían tener un amigo cuya función era la de asistir a su tocador, darles consejos de belleza, acompañarlas al teatro y a la iglesia, traerles regalos y conversar con ellas. Esta moda supuso una importante revolución en las costumbres de las mujeres españolas y dio lugar a una relativa toma de conciencia en relación con futuras reivindicaciones. Además, en clave simbólica, supuso un enfrentamiento con las consignas amorosas que imponía la época contemporánea.
La investigación en los usos amorosos del siglo de la Ilustración llevó a Carmen Martín Gaite a reflexionar acerca de los usos amorosos de su propia época y la educación sentimental de su generación. Esta obra fue, por tanto, el germen de “Usos amorosos de la posguerra española”, que obtuvo el Premio Anagrama de ensayo en 1987. Aquí la escritora indaga en una época histórica lejos de los grandes acontecimientos, los personajes protagonistas, los eventos que condicionan el devenir, para centrarse en lo que los escritores del 98 habían bautizado como “intrahistoria”, la historia de las costumbres, la educación y la vida cotidiana de las personas anónimas, de la gente normal, figurantes que viven a merced de todos los poderes de una época y de los caprichos del destino, y en especial el ambiente opresivo en que se desarrolla en este tiempo la vida de las mujeres, “las fajas físicas y mentales que aprisionaban su cuerpo y su mente”. Martín Gaite estudia también el desplazamiento semántico del vocabulario del racionamiento y la restricción de la época al de la relación entre hombres y mujeres y sobre todo cómo las consignas del régimen condicionaron los usos amorosos de su generación.
Otro de los ensayos incluido en este volumen es el dedicado al ingeniero Rafael Benjumea Burín, nombrado por el rey Alfonso XIII conde de Guadalhorce a raíz de la construcción del pantano del Chorro en Málaga. Se publicó en 1977 con el título de “El conde de Guadalhorce. Su época y su labor” y, como reza su título, no sólo recoge la biografía de este prohombre, ministro de Fomento de la Dictadura de Primo de Rivera, exiliado voluntario durante la República y presidente del Consejo de Obras Públicas y de Renfe entre 1948 y 1952, sino que es también un análisis de la sociedad de una época poco estudiada de la historia reciente de España y de los acontecimientos políticos y económicos que dieron lugar a la obra de este personaje, ingeniero y ministro, quien puso algunas de las bases de las infraestructuras de la España moderna siguiendo la tradición de Joaquín Costa y los regeneracionistas.
La mujer en la literatura española
No es ninguna exageración afirmar que Carmen Martín Gaite (Salamanca, 1925-Madrid, 2000) fue una de las escritoras más importantes de la literatura española del siglo XX, aunque no consiguiera el reconocimiento pleno a su obra hasta ser galardonada en 1988 con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y con la publicación de novelas como “Nubosidad variable” (1992), “La reina de las nieves” (1993), “Irse de casa” (1998), “Lo raro es vivir” (1999).
Iniciada en el movimiento neorrealista de la “Revista Española” que dirigía el filólogo republicano Antonio Rodríguez-Moñino con Sánchez Ferlosio, Ignacio Aldecoa y Alfonso Sastre, Carmen Martín Gaite iba a recorrer un largo camino hasta un posmodernismo literario en el que incorporó los recursos de la ficción a la propia ficción, en la línea experimental de los años ochenta.
Después de escribir una novela que permaneció inédita hasta después de su muerte, “El libro de la fiebre” (2007), en 1957 ganó el premio Nadal con “Entre visillos”, en la que, documentando la vida rutinaria y convencional en una ciudad de provincias, apuntaba los materiales con los que iba a construir su literatura: la atmósfera opresiva y asfixiante de la postguerra española y la lucha por la libertad, en particular la libertad de la mujer, centrada en esta novela en el problema de la soltería para las jóvenes de la posguerra. Su entonces marido Rafael Sánchez Ferlosio había ganado el mismo premio dos años antes con “El Jarama”. Su nombre se une así al de otras dos mujeres que en el medio siglo consiguieron el mismo galardón: Carmen Laforet (“Nada”, 1944) y Ana María Matute (“Primera memoria”, 1959). Después de “Entre visillos” publicó “Ritmo lento” en 1962, tras lo que se dedicó durante siete años a su investigación sobre don Melchor de Macanaz.
Su siguiente novela, “Retahilas” no se publicaría hasta 1974. Con “Fragmentos de interior” (1976) y “El cuarto de atrás” (1978) conforma una trilogía intelectual y emocional en la que Martín Gaite indaga en los problemas de la soledad y la incomunicación. Otro largo silencio habita los años que van desde la publicación de “El cuarto de atrás” hasta su nueva novela, “Caperucita en Manhattan” (1990), sólo interrumpido por dos relatos cortos, “El castillo de las tres murallas” (1981) y “El pastel del diablo” (1985).
Tras su muerte se publicaron sus agendas, dietarios, cuadernos de notas y otros escritos de este y otros periodos en “Cuadernos de todo” (2002), “Pido la palabra” (2000) y “Tirando del hilo” (2006). También se recuperó su novela “Libro de la fiebre” (2007) y su inacabada “Los parentescos” (2001). Algunas de estas obras ya se han publicado en anteriores volúmenes de sus obras completas. Otros irán apareciendo en los próximos, dedicados a su ensayística.
Hola, cómo puedo encontrar todo lo escrito sobre los macanases de Hellín, Reino de Murcia 1670-1760. Ministro general en el reino de Felipe V.