Sindicalismo

Cuaderno de bitácora, vigésimo quinto día del octavo mes de 2024

En los periodos en que no estás de guardia, tienes mucho tiempo para meditar, y hoy me he podido reafirmar en que, aunque las relaciones laborales han cambiado mucho, sigue siendo fundamental la representación sindical del personal que presta sus servicios en las distintas naves de la flota, organismos públicos y empresas privadas.

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Unai Sordo con Yolanda Díaz y Pepe Álvarez

Su papel y reconocimiento está recogido en la Constitución y distintas leyes que desarrollan los derechos y deberes de dicha representación.

Siempre se han oido voces en contra los sindicatos, contra los delegados y delegadas sindicales, sobre todo de aquellos que pueden estar liberados de su trabajo para dedicarlo a esas tareas de representación.

Es bueno recordar que su papel es fundamental, son junto a los empresarios lo que se denomina agentes sociales, que negocian con éstos y con los distintos gobiernos todas las condiciones de trabajo de quienes sustentan el tejido laboral, y por tanto la economía, es decir trabajadores y trabajadoras.

Esta representación sindical, a veces se olvida, es elegida democráticamente en elecciones que se desarrollan en la mayoría de las empresas, grandes y medianas, cada cuatro años.

Los sindicatos que obtienen más representación, además de cumplir con su trabajo en esas empresas, van sumando delegados y porcentajes que luego les permitirán negociar a nivel superior con empresarios y gobiernos, en defensa de los trabajadores y en el diseño de leyes que repercutirán en el bienestar de toda la sociedad.

Fruto de esas negociaciones están los acuerdos en pensiones, contributivas, no contributivas y asistenciales; salarios mínimos, incrementos salariales, condiciones de trabajo, planes formativos, prestaciones por desempleo.

En fin, todo lo que afecte a las cuestiones laborales es objeto de negociación, y la negociación, ya saben, supone que no se consigue todo lo que se quiere, de ahí muchas de las críticas que reciben.

En las grandes empresas públicas o privadas los comités de empresa suelen ser fuertes y pueden negociar directamente con los empleadores las condiciones de su personal, pero en las pequeñas y medianas esa negociación es muy difícil bien porque no tienen representación o porque ésta es muy pequeña.

Y ahí cobra todavía más importancia el papel de los sindicatos en la negociación por federaciones de actividad o por territorios. Estos sindicalistas representan el paraguas que protege a todo el personal de esas empresas que sin ellos y ellas tendrían escasa protección.

Se oyen críticas a sindicalistas por su liberación, que si no trabajan o que se escaquean de sus puestos, y no digo que no haya gente que se aproveche, como en todos los ámbitos de la vida, pero personalmente recomendaría, que al menos por un periodo electoral, todo el personal asalariado pasase por los comités de empresa, eso serviría no sólo para dar relevo a gente que se acaba quemando, sino que comprenderían mejor a su empresa, a sus compañeros y compañeras, además de ser conscientes de la responsabilidad que conlleva la acción sindical y los frustrante e incomprendida que puede llegar a ser dicha acción.

Nuestro trabajo es nuestro sustento, nuestro salario tiene que permitirnos vivir dignamente, nuestras condiciones de trabajo deber ser las adecuadas para poder conciliar con la vida personal y familiar. Debemos, si no queda más remedio, trabajar para vivir y no vivir para trabajar.

Por eso debemos defender a nuestros representantes sindicales, en su inmensa mayoría gente cabal, porque al igual que los poderosos defienden sus intereses con todas las armas que tiene a su alcance, los y las trabajadoras han de utilizar las suyas, y entre ellas el respaldo a sus representantes.

A veces se acusa a los sindicatos, sobre todo a los de clase, de querer intervenir en la vida pública más allá de la representación del personal asalariado, pero esta crítica es infundada porque, como agentes sociales reconocidos, y con el apoyo que da su legítima representación, claro que tienen mucho que decir sobre los aspectos políticos y sociales, ya que ni son ni pueden ser ajenos a la sociedad en la que vivimos y han de tomar partido por aquello que mejore los derechos y condiciones de vida de toda la población.

Vaya desde aquí mi reconocimiento a esa labor sindical realizada la mayoría de las veces en silencio y lejos de los focos mediáticos, vaya mi reconocimiento a esas mujeres y hombres que han dejado parte de su vida trabajando para los demás.

Luis González Carrillo
Cordobés de nacimiento y comunero al vivir en estas tierras de Madrid desde su infancia. Funcionario de la administración local, redactor de miles de informes y comunicaciones que le han permitido ganar la concreción y claridad necesaria, eliminando todo lo accesorio, para componer poemas con la métrica japonesa del haiku, tres versos de cinco, siete y cinco sílabas, habiendo editado dos libros con estas composiciones, Haikuario y En la frontera; esa misma experiencia, y sus lecturas, le han permitido comentar más de cien libros de novela y ensayo publicados en diversos medios locales. Desde hace dos años, además de seguir con el haiku, viene publicando de manera regular artículos bajo la denominación de Cuaderno de bitácora, en un claro homenaje a la serie Star Trek, consiguiendo un observatorio ideal para expresar sus opiniones sobre el presente, el pasado y el futuro de todo lo que acontece en el mundo natural, político, social o personal.

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