¿Somos civilizados?

Creo que no somos civilizados; vivimos en la Tierra más mujeres que hombres, pero nos relegan, discriminan, pagan menos, maltratan y asesinan; y esos crímenes quedan impunes las más de las veces.

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ONU: Un grupo de mujeres japonesas observa la Declaración Universal de Derechos Humanos durante una visita a la sede provisional de las Naciones Unidas en Lake Success en febrero de 1950.

Hemos llegado a este 8 de marzo 2024 con tal «retroceso» en nuestros derechos, que el secretario general de la ONU, António Guterres, advirtió que «la igualdad está a trescientos años de distancia» y llamó a invertir en las mujeres para acelerar el progreso.

Una de cada tres mujeres, padece violencia y maltrato de padres, hermanos o parejas.

Una de cada diez, sufre pobreza extrema y 342 millones y niñas vivirán en ella en 2030.

Menos del siete por ciento de cargos directivos de las quinientas empresas con mayores ingresos, son ocupados por mujeres.

Y casi la mitad de los países que integran la ONU, no establece igualdad de pago por igual trabajo desempeñado.

Las mujeres dedicamos tres veces más tiempo a tareas de la casa y cuidado de hijos, enfermos, discapacitados y ancianos.

El Parlamento de la Unión Africana, que reúne a 53 países, prohíbe la ablación que ha mutilado a 134 millones de niñas para evitarles sentir placer sexual, condenándolas a morir o padecer infecciones de por vida, pero continúa practicándose en África, India, Indonesia y comunidades inmigrantes en Europa y Estados Unidos.

Viudas, huérfanas y madres, lloran en las infames guerras de Rusia contra Ucrania, donde millones han sido desplazadas; y de Israel contra Palestina, que asesina 37 mujeres cada día dejando niños agonizantes y desprotegidos.

En Rusia, quince mil jóvenes son asesinadas anualmente y 36 millones golpeadas por sus parejas, pero la ley estipula que «solo pueden acusar a sus agresores cuando las golpizas sean reiteradas y dejen marcas».

Los talibanes prohíben a las afganas salir, trabajar y estudiar y sus hijos mueren de hambre.

En México, donde una mujer será la próxima presidenta, cada día se mata a once, se discrimina a las indígenas y el presidente López Obrador se esconde en el palacio nacional blindado con planchas de acero, de las que este 8 de marzo inundaron el zócalo.

Muchas son las frustraciones y tristezas por la situación de las mujeres en prácticamente todo el mundo, pero creo que uno de los principales avances es que se ha extendido la conmemoración del Día Internacional de la Mujer.

De niña y joven no sabía siquiera que las mujeres querían derechos y cuando en 1970 me inicié como periodista, se etiquetaba como «comunistas» a quienes los buscábamos.

Y en cierto modo tenían razón, porque fueron mujeres socialistas y del movimiento obrero de mediados del siglo diecinueve, las que iniciaron nuestras luchas.

Aunque sus inicios pueden rastrearse hasta el siglo quinto, cuando ocurrió el primer feminicidio reconocido: el de la filósofa, matemática y astrónoma Hipatia de Alejandría (370-415), asesinada por cristianos seguidores del patriarca Cirilo, que la desvistieron y descuartizaron en la Catedral de Alejandría por denunciar los abusos del poder religioso.

La lucha de género no empezó en la Revolución Francesa, sino mucho después: pero fue entonces, cuando se gritó Igualdad por vez primera.

A mediados del siglo diecinueve se empezó a hablar de sufragio femenino, separación entre sexualidad y reproducción, maternidad libre y difusión de métodos anticonceptivos; y a oponerse a la opresión.

En 1848 Elizabeth Cady Stanton y Lucretia Mott, congregaron a cientos de personas en la primera convención nacional por los derechos de las mujeres en Estados Unidos, y con el lema «los hombres y las mujeres son creados iguales» exigieron derechos civiles, sociales, políticos y religiosos.

Fue Nueva Zelanda el primer país en reconocer en 1893, el derecho al voto de las mujeres; 122 años después, en 2015, lo hizo Arabia Saudita.

En 1908, quince mil obreras marcharon en Nueva York demandando menos horas de trabajo, mejores salarios y derecho a votar.

Y en los años siguientes se fortalecieron luchas y conquistas por la influencia de la comunista alemana Clara Zetkin y la socialista rusa Alejandra Kollontai, primera mujer en estar al frente de un ministerio y en ser embajadora (lo fue en Noruega y México) y cuestionadora de la política de Lenin por desdeñarnos.

Junto a mujeres de Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza, exigieron derecho al trabajo, formación profesional y no discriminación laboral y se opusieron a la Primera Guerra Mundial.

El último domingo de febrero de 1913, mujeres rusas salieron a protestar por sus condiciones de vida.

Y cuatro años más tarde, el domingo 23 de febrero de 1917, madres y viudas de millones de soldados muertos en batalla, regresaron a las calles pidiendo «pan y paz».

Su protesta indignó al zar Nicolás II que ordenó «disparar para acabar con esa revolución de las mujeres».

Y fue determinante para establecer los 8 de marzo, como Día Internacional de la Mujer; porque el 23 de febrero del calendario Juliano usado por Rusia, equivale al 8 de marzo del Gregoriano.

El zar abdicó y el gobierno provisional, reconoció a las mujeres el derecho a votar.

En 1945 tras la Segunda Guerra Mundial, se formó Naciones Unidas y su Carta fue el primer acuerdo internacional en consagrar la igualdad de género.

Y en 1975, la ONU estableció el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer, coincidiendo con la Primera Conferencia Mundial sobre la Mujer, que se celebró en México y me encantó cubrir como reportera de asuntos especiales del periódico El Día.

Teresa Gurza
Periodista. Soy mexicana, estudié la carrera de Historia y soy Locutora, Cronista y Comentarista y Licenciada en Periodismo, pero ante todo reportera. Me inicié en televisión en 1970 y fui reportera, conductora y productora de programas noticiosos; reportera de asuntos especiales de los diarios El Día, UnomásUno y La Jornada, y corresponsal en la Unión Soviética, Checoslovaquia y Michoacán. Por razones familiares, mi marido era chileno, viví en Chile más una década. He recibido muchos premios y reconocimientos, entre ellos el Nacional de Periodismo en Reportaje y ahora radico en México y escribo artículos para Periodistas en Español y otros medios.

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