Oleiros de Velasco
- ¿Oye, sabes quién soy, no?
- Mala chispa te coma.
- Ora pro nobis.
- Ya, ya te entiendo
- ¿Estás ahí?
- Si.
- ¿Estás ahí, no? Yo te lo decía porque no sabía si eras tú
- ¿Oye, tú sabes la hora que es?
- Debe de ser temprano. No, es bastante tarde. Las siete.
- Sí, las siete de la mañana ¿Pero qué haces a estas horas levantado?
- Es que voy a saltarme un día. A las doce vienen a buscarme para ir al oculista.
- Pues estás tú bueno para ir al oculista.
- No me acosté todavía, porque como no me llamaste… Si no duermes un día, ganas una noche, ¿me entiendes?
- Coño, yo te llamé a las cuatro de la tarde de ayer y tú estabas dormido.
- Sí, estaba, pero tú me despertaste.
- Entonces esto es una venganza.
- Bueno, tómalo como quieras.
- ¿Entonces, qué?
- Estaba pensando en eso que me mandaste. Metáfora, sinécdoque y metonimia.
- ¡Vaya memoria! Y del hipérbaton, qué me dices del hipérbaton.
- Eso no existe.
- Porque tú lo digas.
- Tropo sí, los tropos.
- Ya viene el cortejo, ya se oyen los claros clarines…
- Eso no será tuyo.
- Pues no.
- Qué estás haciendo?
- Estoy en la cama.
- Yo estoy tomándome un vino peleón.
- ¿Y cuánto llevas?
- Botella y media. Es que me espabila, chaval, me espabila.
- Entonces ya no te acuestas.
- No, tengo que ir al oculista. A quién vas a votar?
- No te lo digo.
- No, no, tu votas a Podemos. ¿Y los catalanes, qué? Los tenían que… como a los sirios. Pobres sirios. Vaya cabrones.
- ¿Los sirios?
- No coño, los catalanes.
- Bueno, oye, yo quería dormir un poco.
- No, no, es muy bonito. ¿Tú te acuerdas de Gerardo, que tocaba el piano?
- Entonces es una venganza.
- Tocaba el piano y el acordeón, era un fenómeno. ¿Quieres que te cuente un chiste de Eugenio?
- ¿Y tú a quién vas a votar?
- Yo a ninguno. Yo no salgo de casa. Si me traen la urna, mejor.
- Rubén Darío.
- Sí, Rubén Darío.
- Es que teníamos buenos profesores.
- Pasa un carro.
- No te entiendo.¡Que pasa un carro! Eso lo decía mi madre. Te decía una cosa, tú no le atendías y…
- No, eso no es así, eso es: como si pasara un carro ¿Entonces qué, tú nada, a seguir en la cama?
- Más o menos.
- Pues no te levantes, que se está muy bien.
- Ya.
- Oye, que no era así. Era, canta un carro.
- Es cierto.
Y así hasta las diez de la mañana…