Cuando llevas una silla de ruedas y ves que han aparcado en el sitio reservado para ti, no te indignas, simplemente te sientes como una rana que va por el suelo porque técnicamente no tienes piernas que te soporten. Cuando ves que la gente pasa por delante de ti e ignora por qué andas más despacio y te arrolla, no te indignas, simplemente piensas que eres invisible. Cuando vas a votar y te dicen que no hay voto accesible porque ves menos o eres ciego, no te indignas, simplemente piensas que no estás en un país del primer mundo, estás en España. Así que ¡ponte en mi lugar, por favor!
Cuando te desplazas despacio, te pegas al móvil, no saludas por la calle, te equivocas cuando vas a comer o no sabes dónde estás, nadie piensa que no ves, simplemente que te has debido tomar algo. Y así, suma y sigue.
No sé y tampoco se trata de hacer ahora una alegoría de lo que pudo haber sido y no fue pero no sé, cuándo cambiará todo esto. Mientras nos vendan que ser alto, rubio y guapo es el modus vivendi que te va a sostener, mientras no tengas otra opción que tenerlo todo y todo significa tener dinero, un coche y una posición que te apoye, y si no eres un mierda, la sociedad no hablará de inclusión, no pensará antes de aparcar y no arrollará al prójimo.
Cuando hay gente que le pide la tarjeta de aparcamiento a su abuela porque ella ya no conduce pero tiene la venia de ser Vip y puede aparcar en las zonas destinadas a discapacitados, y se queda tan ancho; no piensa en los demás, solamente en que tiene un sitio privilegiado, un lugar elegido de color azul próximo a la entrada o a la salida de un sitio. Cuando tengas que entrar en un edificio y veas que el único acceso es una escalera de diez peldaños y luego no hay ascensor, creerás que haber nacido sin piernas te hace ser distinto. Cuando entres a un ascensor moderno y veas las teclas con el lenguaje en Braille y suene en qué piso estás y salga un gracioso diciendo, ¡andá, si nos dice que vamos por el tercero como si fuésemos idiotas! y no se da cuenta que hay ciegos en el mismo lugar que él, mientras todo esto suceda nunca hablaremos de inclusión.
Estamos muy lejos de decir a pesar de los esfuerzos de organizaciones, de asociaciones, de grupos sociales, de organismos oficiales, estamos lejísimos de pensar siquiera que España es un país accesible, que sus gentes, saben qué es la discapacidad en cualquiera de sus formas y ni en las familias, ni en las escuelas, ni en los programas de televisión se habla de las personas que por un momento, no son iguales a ti. No hace falta nada más que te tuerzas un tobillo para que veas que no es fácil manejarte por tu casa. No sales en quince días y si lo haces alguien te ayuda. Ni que decir tiene cuando te operan de un ojo porque tienes cataratas. Te tropiezas y no te imaginas cómo puede hacer la gente que no ve. Cuando pones la tele no te imaginas qué hace la gente que no oye. Cuando vas a pasear y ves que no puedes subir una acera, crees que tu lugar está en casa, no piensas nada más.
Todos seremos discapacitados alguna vez, todos sin dejar uno, y entonces, hoy, ya que no somos invisibles del todo porque procuramos hacer ruido en las redes sociales; se podría decir más alto y más claro que nunca, «cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar..».
Si tienes ocasión, ayuda al que no puede andar, si puedes evitar aparcar, no lo hagas, si está en tu mano, guía al que no ve, y si te ofrecen aprender el lenguaje de los signos, házlo porque el saber no ocupa lugar. No te digo que se lo cuentes a los tuyos; eso sería un gesto inmensamente bueno. Háblales de otros niños que no ven, no oyen, no sienten, tienen un problema porque no nacieron como ellos. Quizá en su ternura, encuentren el gesto que a ti como adulto no te sale y ellos los integren en la sociedad mejor que nosotros.
No sé dónde empieza la inclusión y tampoco sé dónde está la accesibilidad. Lo cierto es que en los comicios de dentro de un mes, ciegos y discapacitados visuales no podrán votar si no van con alguien que les lea la papeleta porque nada será accesible. Los que van en silla de ruedas serán arrollados por los otros votantes que irán con prisa a la clase que les toque, que ni que decir tiene, no tendrá un ascensor para acceder. Me gustaría poder decir que hemos evolucionado algo pero según van pasando los años, veo que la sociedad nos arrolla, nos hace sentirnos distintos y hace que pensemos que no solamente no somos iguales sino que nos falta un sentido, un miembro, nos falta algo.
Pues no, no nos falta nada. A los que andan, ven, oyen, sienten, padecen, vibran, cantan, bailan y están en lo mejor de lo que les queda les falta lo más importante; caridad, empatía, conciencia, solidaridad, realidad, y todas esas pequeñas cosas con las que afortunadamente los discapacitados, todos ellos tienen en abundancia. Gracias por vuestro ejemplo, gracias por enseñarnos que la vida empieza en el esfuerzo y en la construcción de otra vida cuando sucede lo peor, gracias por mostrarnos el lado más inmenso y generoso del ser humano, infinitas gracias, porque os estamos en deuda.
Y ahora, que los que gobiernan el país que alguna vez serán cojos, sordos, ciegos, etc, etc, recuerden estos días como los más felices de sus vidas y cuando intenten andar por la ciudad, vean una película o traten de escuchar una canción, piensen que alguna vez pudieron legislar derechos para que se cumplieran y no fuera todo postureo social, premios y mandangas para que parezca que algo se está haciendo por ellos. No somos ellos, somos nosotros, y como decía el otro, ante un discapacitado, «ni pa descalzarlo».
Enhorabuena a todos los discapacitados de España, no os falta algo, es a los demás a los que les falta lo más importante: sentido común y algo «mais» ¡Vamos seguid remando! Esto se conseguirá cuando la vida ponga a todo el mundo en su sitio y estamos en un país de viejos así que no queda mucho para que comience la fiesta. Entonces, y solamente entonces, se pondrán en tu lugar, en el lugar de aquel tiempo pasado cuando no se veían nada más que el ombligo.
A todas las personas que conozco que padecen una discapacidad y se sienten distintos, ¡va por vosotros!. No sois distintos. Los distintos son ellos; los que no os llegan ni a la altura del zapato y encima pasan por encima de vosotros porque pueden. Tiempo al tiempo. Les lleváis ventaja y ganaréis la carrera que es de fondo y se llama vida.
Os admiro.