Luis de Luis[1]
Ana Torrent y Carmelo Gómez, ama y criado, viven solos en una gran mansión por la que se mueven, silenciosos, como en una caja de cristal, entre sombras, reflejos y destellos.
Y, tal y como decía la canción, “mueren de amor, despacio y en silencio” porque en esta conmovedora función se palpan los segundos y se oye lo que no se dice mientras se consume y consuma un amor eterno.
La delicadísima dirección de Luis Luque hace que la dramaturgia se deslice “ingrávida y sutil”, sin que se vean la costuras del enorme trabajo que hay detrás (probablemente la puesta en escena de “Todas las noches de un día” sea una de las primeras de la cartelera) para contar, con serenidad, lo que quiere: contar algo tan difícil como una historia de amor de verdad, constante, firme y callada, la que narra el preciso y bellísimo texto de Alberto Conejero.
Y esta obra sería imposible sin que ellos dos entrasen en lenta y controlada combustión.
Ana Torrent vuelve a hechizar con su mirada fiera, su porte melancólico, su sonrisa triste, su ademán lejano.
Carmelo Gómez se descarna, ingenuo, sincero, fuerte y determinado.
Ambos se desarman frente a los espectadores porque esta es una función que se hace y se ve a flor de piel; esta es una función que se asume y se absorbe, porque esta es una función que mira a los ojos del espectador para que mire el interior de Torrent y Gómez, de Gómez y Torrent, mientras ellos bailan su danza; con lentitud necesaria, parsimonia adecuada y encandilamiento mutuo.
Esa danza que les llevará, irremediablemente, a convertirse, sinceros y conscientes; en polvo enamorado, ese del que hablaba un poeta cojo, miope y zumbón del Siglo de Oro.
- Luis de Luis es crítico teatral.
Ficha artística
- Reparto: Ana Torrent y Carmelo Gómez
- Espacio escénico: Monica Boromello
Iluminación: Juan Gómez-Cornejo
Vestuario: Almudena Rodríguez
Composición original: Luis Miguel Cobo
Autor: Alberto Conejero
Dirección: Luis Luque - Teatro Bellas Artes. Madrid (España)