Cuarto día del undécimo mes de 2023. Estamos desplazándoos a velocidad de crucero, aproximándonos a Saturno. En la nave suena una canción que no conozco, cosa nada rara en mí, no presto demasiada atención y sigo con mis tareas rutinarias. En la pared de enfrente hay colgado un mapa terráqueo con la proyección que ideó Mercator, la más conocida y la más sorprendente, ya que es la que todos tenemos en la cabeza pero, probablemente sea de las menos fieles a la realidad de las superficies terrestres, donde para que se adapten al globo, y a su representación en plano, los continentes quedan desproporcionados, pero lo tenemos tan interiorizado que nos parece la real. Nunca hay que fiarse de las apariencias, nos engañan.
Vuelve a sonar por el hilo musical interno esa canción que no me suena, pero que me resulta vagamente conocida. Presto más atención y las voces, ritmos y melodías me resultan familiares. He crecido con esas voces pero me cuesta reconocerlas. Tengo dudas y curiosidad. Me dirijo a la sala de control y pregunto que es lo que están poniendo insistentemente. Me miran sorprendidos y me dicen que si aún no me he enterado de que Paul lleva casi un mes anunciando que van publicar una nueva canción.
Más desconcertado, y sin entender, les digo que a qué Paul se refieren y a qué canción. Sin decir, palabra uno de ellos se gira sobre sí mismo y aprieta un botón, la dichosa música vuelve a sonar y, pacientemente, me dice que es Now and then, la última y definitiva canción de The Beatles.
Me quedo atónito, como la primera vez que nos aproximamos a Saturno, deslumbrado por su inmensidad y belleza; en este caso por la osadía.
No acababa de entender muy bien lo que me estaban diciendo; The Beatles llevan más de cincuenta años separados, John y George están muertos desde hace mucho tiempo, será acaso una canción perdida y olvidada en una casete. Me cuentan que sí, que era un esbozo de canción que hizo John y grabó en una maqueta, que el sonido era muy malo, y que en su día, ya muerto Lennon, los otros tres la descartaron entre otras que sí lanzaron, y que ahora, aprovechando las nuevas tecnologías y la Inteligencia Artificial (IA) han conseguido limpiar la voz de John y su toque al piano, sobre esa pista Paul y Ringo han puesto su voz e instrumentos, y que al parecer el hijo de George también ha puesto algo.
Vuelvo a escuchar el tema, y lo que me sonaba eran, ciertamente esas voces y esos ritmos. Resulta conmovedor escuchar la voz de John. Pero no me acaba de convencer el resultado. Quizás con el tiempo la integremos en su repertorio. Pero ahora…
Prefiero la IA que nos trae a las estrellas a la que nos suplanta a nuestros músicos o artistas. Prefiero quedarme con lo último del verdadero Bowie, Lazarus, impresionante, que con lo que puedan hacer los algoritmos aunque se apoyen en algo de verdad.
No te puede fiar de las apariencias, por mucho que las desees. The Beatles fueron, son y serán eternos, sin más.