El Festival Internacional Madrid en Danza 15, ha representado en la Sala Roja de los Teatros del Canal, el ballet de la Dresden Frankfurt Dance Company, The Primate Trilogy, un proyecto de danza contemporánea dirigido por Jacopo Godani quién también es el responsable de la coreografía, la iluminación, la escenografía y el vestuario.
Todo ello muy en consonancia con lo que es de forma bastante habitual un diseño de danza contemporánea: un escenario diáfano, una iluminación con casi o ninguna variante, tres líneas horizontales a la escena de luz indirecta con proyección en grises, un vestuario que permanece invariable en los tres cuadros del ballet. En cuanto a la coreografía, es tan surrealista que es de suponer que cada espectador habrá visto o intuido cosas distintas.
Catorce bailarines en escena, siete y siete cuando están todos. Obviamente hay solos, dúos, tríos, cuartetos, septetos alternando a lo largo de la representación. Hay que decir que su formación como bailarines es de la máxima excelencia. Sus cuerpos de goma componen a veces figuras con torsiones casi imposibles. Son auténticos acróbatas. La composición coreográfica es de chapeau. Pero lo que sucede en escena deja frío. No hay emoción. Quizá, en algún momento, inquietud.
Las tres fases de la trilogía sugieren un estudio de las edades del hombre. La anterior a ser erectos, (o directamente monos) erectos y homo sapiens, o directamente actuales. Así, en el primer cuadro, representan cómo aprendieron a agruparse, desde la individualidad a la pareja, al grupo y al concepto gregario. Todo ello sin verticalidad alguna, que culmina en una escena en la que los catorce actuantes se unen en una masa dinámica, con torsiones y contorsiones a veces inquietantes.
En el segundo cuadro, ya erectos, ya no es el grupo, sino los grupos, de distintos tamaños y mayor movilidad en el espacio; en realidad creando espacios, que pueden serlo de poder. Han adquirido la capacidad de pensar y todo lo que ello implica de positivo o negativo. Pero acaban uniéndose en una piña y es que pensantes o no, siguen teniendo muchas dificultades para sobrevivir.
En el tercer cuadro, el más corto, de apenas un cuarto de hora, es cuando reconocemos en ellos seres humanos tales como nos conocemos. Es cuando la danza se identifica con el concepto de danza que tenemos en nuestra mente, siempre en la conceptualidad de danza contemporánea. Un detalle: solo en este último cuadro se pueden apreciar los torsos claramente, cómo van vestidos. Hay individualidades, hay más luz, nunca demasiada, pero lo gris se atenúa, se aclara. La música, siempre ha sido atonal, pero en los dos primeros cuadros había planos que podrían definirse como sonidos, sin llegar a ser música. Aquí, en el tercer cuadro, la atonalidad es claramente musical.
En el primer cuadro y partes del segundo, el mundo en que se movían esos seres era como una nebulosa. En el tercer cuadro, aunque la iluminación se mantiene tenue, hay claridad.
Bueno, esto es lo que yo he creído intuir, que puede tener que ver o no con lo que ellos han querido representar; el título de la obra ya influye mucho. Pero la interpretación del surrealismo en todas sus expresiones es totalmente subjetiva. Quizá no haya ni que preguntarse, ni reflexionar o intuir que es lo que han querido transmitir. Quizá haya que decir que es simplemente arte. Arte del siglo XXI.
La Dresden Frankfurt Dance Company cuenta con el patrocinio de la ciudad de Dresden y el Estado de Sajonia, con el de la ciudad de Frankfurt y el Estado de Hesse. La compañía tiene su residencia en Hellerau – European Center for the Arts Dresden y el Bockenheimer Depot en Frankfurt del Main.