Algo grave está pasando en Tijuana para que, en 72 horas, se hayan producido nada menos que 16 asesinatos y que el lunes 6 de marzo de 2017 ya se contabilizasen 27 fallecidos en actos violentos que tienen todo el aspecto de ser ejecuciones.
De acuerdo a la información publicada por el diario Zeta, entre el viernes 3 y las primeras horas del lunes fueron ejecutadas 16 personas. La primera, alrededor de las 4 de la tarde en un puesto de películas. La siguiente fue una joven, tiroteada en medio de una calle.
Todos los demás han sido hombres, tiroteados en plena calle algunos, y otros ni se sabe, como los cuatro cadáveres que aparecieron en una calle envueltos en mantas y bolsas de plástico. Las edades de todos ellos varían entre los 20 y los 54 años.
Ciudad fronteriza
Tijuana se encuentra al norte del estado de Baja California, tiene una extensión de 879 kilómetros cuadrados y una población fija de 1 696 430 personas (hasta 2014), según datos del Consejo Nacional de Población (Conapo).
Está pegada a Estados Unidos y separada de ese país por la famosa y desafortunada valla en la que miles de personas se han dejado la vida en pos del sueño americano. En ella viven mexicanos provenientes de diversos estados y, curiosamente, el 8,12 % de los no nacidos en esta entidad son ciudadanos estadounidenses. Los nacionales han llegado principalmente de Sinaloa (15,81 %), Jalisco (10,27 %), Michoacán (7,22 %), Ciudad de México (7,13 %) y Nayarit (5,45 %).
Desde Tijuana se accede a San Diego, EE.UU. por dos garitas, San Ysidro y Otay. La de San Ysidro es la frontera más congestionada del mundo. Al año pueden llegar a cruzar más de 13 millones y medio de vehículos y por encima de 34 millones de personas. En la actualidad se está remodelando, y las obras hacen realmente caótico y lento el cruce en coche hacia Estados Unidos. Para los estadounidenses, llegar a México es un paseo: nadie les pide documentos, entran libremente.
Por Otay, una garita pequeña, el tráfico es rápido y los registros de vehículos poco minuciosos, por lo que muchos mexicanos que hacen sus compras en San Diego eligen este paso al regresar cuando transportan más cantidad de la permitida en cualquier producto. No se trata de contrabando, sino de autoconsumo o para su venta en pequeños comercios, pues las leyes estadounidenses son muy estrictas y permiten muy pocas cantidades por vehículo, que no por persona. Hace un par de años se calculaba que gastaban allí unos seis millones de dólares anuales.
Actualmente, en Tijuana se dan cita todos aquellos centroamericanos que consiguen llegar por diferentes rutas desde sus países de origen. A cubanos, nicaragüenses, ecuatorianos salvadoreños, guatemaltecos…, y haitianos. Miles de haitianos (se habla de 4000) llevan meses varados en la ciudad esperando la visa humanitaria que prometió EE.UU.
Y ahora, los deportados. Si en la época de Obama la llegada de mexicanos irregulares establecidos en las ciudades próximas a Tijuana era un constante goteo de unos 250 diarios, ahora lo es aún más. El 90 % se queda en esta localidad esperando una nueva oportunidad de cruzar, o porque no tienen a dónde ir.
¿De qué y cómo vive toda esa gente? De la caridad de organizaciones como La Casa del Migrante, y de pequeños trabajos que les permiten comer algo y se alojan como pueden en los escasos 34 albergues. Pero no hay ocupación para todos, ni programas estatales o federales que les permita una mínima integración. Malviven…, o caen en las garras de la delincuencia organizada.
Según el Instituto Nacional de Migración, entre 2010 y 2014 fueron deportados unos 100 000 mexicanos. Con el empeño de Trump, 2017 será caótico.