Trabajar en España con una discapacidad

«Leo un anuncio en el periódico al que creo que puedo optar. Me presento como los otros cuatro aspirantes y paso las dos primeras pruebas. Al llegar a la entrevista personal el sujeto que habla conmigo me dice que soy el candidato perfecto. Tienes cualidades, sabes lo que haces y eres exactamente lo que estamos buscando. Empiezas mañana. ¿Mañana? Sí, a las nueve aquí. Bueno, no le he comentado que tengo una discapacidad visual del 87 %. ¿Estás bien? ¿Te sientes bien? ¿Sabes dónde está la salida?»

Así comienza la historia de un joven aspirante a un puesto de trabajo. Un joven inteligente, capaz, con idiomas, con una carrera incluso, que aspira como tantos otros a hacer algo con su vida. La historia comienza ahí y acaba también ahí. El tono paternalista del sujeto cambia cuando le comenta que tiene una discapacidad. Entonces vienen las preguntas y sobre todo, el inmenso desconocimiento. El puesto no es tuyo ya.

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Sobre la discapacidad se ha escrito mucho; sobre la discapacidad sobrevenida mucho más, pero lo cierto, es que desconocemos y los sujetos que rondan los recursos humanos, mucho más, qué significa para una persona con discapacidad levantarse con algo menos. Cada mañana el que no puede andar tiene que hacer un esfuerzo ímprobo para subirse a la silla de ruedas; quizá sin ayuda, quizá sin más medios que su fuerza. Luego transitará por la casa dándose los consabidos golpes hasta llegar al cuarto de baño. Un aseo, una ducha y todo lo demás, que puede suponer cerca de hora y media. Después llegar al trabajo. ¿Cómo? Pues, depende…

Si tienes una discapacidad sensorial por ejemplo, si estás sordo, nadie sabrá que no oyes. Deambulas por el metro en el silencio extremo y desconoces los peligros porque nadie te alerta; nadie te cuenta cuándo es la siguiente parada y si por lo que fuere no lo ves bien, o está roto el display pasas a tener suerte si sigues a alguien al que preguntas con timidez. Si la cosa pasa por una discapacidad intelectual pensarán que eres tontito, que no entiendes, que no sirves, que total, cómo te van a contratar; ¿para qué si el pobre; siempre pobre, no sabe hacer nada? Y ya no te cuento si te ven con un bastón blanco, un perro o con la decencia de alertar que ves poco, mal, con dificultad. Entonces pasas a ser invisible porque realmente eres un problema que nadie quiere tener al lado. ¿Sabemos tratar a las personas con discapacidad? Creo que no. La asignatura pendiente siempre es la empatia porque esto supone un compromiso con el otro y nadie, llegado el caso, quiere estar comprometido con nadie. Ninguno de nosotros piensa que alguna vez en un futuro no muy lejano dejaremos de oir bien, veremos poco o apenas y andaremos con dificultad. Eso, ahora, no me interesa. No lo pienso, no quiero hacerlo tampoco, porque si lo hago tengo que ponerme en tu lugar.

Organizaciones, asociaciones, la ONCE, DOCE, FAMMA; todas las que queráis nombrar, aparte del Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI) no dejan de luchar por los derechos de las personas que como tú, tienen un problema que va con ellos. Discriminación, derechos vulnerados y otros datos que hace que lo más miserable del ser humano salga a la luz porque somos así de egoistas. Desde colegios pasando por institutos e incluso la universidad he visto cómo torpemente muchas personas no han sabido ayudar; otras han mirado para otro lado y algunas ni siquiera se han ofrecido para echar una mano. Esas personas, hoy docentes, no son dignas de unas letras porque no son dignas, simplemente. Lo dejaremos ahí; en el cajón de las miserias del ser humano que cree que siempre va a estar como está y nunca va a necesitar al prójimo.

La empatía; la asignatura pendiente, sí señores, pero no solo tenemos esa. Tenemos una pendiente porque a ninguna persona con discapacidad le llegamos a la altura del betún. Son fuertes; nobles; inmensos; tienen un perfil que siempre sonríe ante las adversidades y tienen tanto que enseñar. Su tolerancia a la frustración es inmensa y han pasado por un calvario tal vez desde niños. Esas personas son tan generosas que todo lo que tienen lo comparten; todo lo que saben, lo enseñan y siempre con la mejor cara posible. ¿Y saben por qué? Porque alguna vez lo perdieron todo de golpe y tuvieron que reinventarse. Su resiliencia les ha hecho grandes y en su grandeza son un ejemplo para la sociedad; para cualquier persona que los conozca alguna vez. Ahora si quieren hablamos de discapacidad. Tienen la mayor de las capacidades. Eso sí, a la hora de trabajar siempre les tildan de «discapacitados»; «inválidos»; personas con algún problema. Ni son inválidos porque son más válidos que usted o yo; ni son discapacitados porque tienen una enorme capacidad, ni son personas con problemas porque ellos ven el lado bueno de la vida.

Ahora si quieren volvemos a hablar de personas con discapacidad.

Gracias a todos por seguir enseñándonos con vuestro ejemplo. Y a los que con tono paternalista, torpemente se dirigen a vosotros; ni caso. A los que creen que no servís para trabajar; ni caso. Su mayor discapacidad es no encontrar la grandeza de vuestra enfermedad y la fortaleza de vuestro espíritu. A todos vosotros; ¡siempre adelante! que esas personas y en concreto, esos sujetos que hablan de los recursos humanos de la empresa han perdido el mayor de los valores; una persona con discapacidad entre sus filas.

Total ná…



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Ana De Luis Otero
PhD, Doctora C.C. Información - Periodista - Editora Adjunta de Periodistas en Español - Directora Prensa Social- Máster en Dirección Comercial y Marketing - Exdirectora del diario Qué Dicen - Divulgadora Científica - Profesora Universitaria C.C. de la Información - Fotógrafo - Comprometida con la Discapacidad y la Dependencia. Secretaria General del Consejo Español para la Discapacidad y Dependencia CEDDD.org Presidenta y Fundadora de D.O.C.E. (Discapacitados Otros Ciegos de España) (Baja Visión y enfermedades congénitas que causan Ceguera Legal) asociaciondoce.com - Miembro Consejo Asesor de la Fundación Juan José López-Ibor -fundacionlopezibor.es/quienes-somos/consejo-asesor - Miembro del Comité Asesor de Ética Asistencial Eulen Servicios Sociosanitarios - sociosanitarios.eulen.com/quienes-somos/comite-etica-asistencial - Miembro de The International Media Conferences on Human Rights (United Nations, Switzerland) - Libros: Coautora del libro El Cerebro Religioso junto a la Profesora María Inés López-Ibor. Editorial El País Colección Neurociencia y Psicología https://colecciones.elpais.com/literatura/62-neurociencia-psicologia.html / Autora del Libro Fotografía Social.- Editorial Anaya / Consultora de Comunicación Médica. www.consultoriadecomunicacion.com Actualmente escribo La makila de avellano (poemario) y una novela titulada La Sopa Boba. Contacto Periodistas en Español: [email protected]

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