Tristana: ¡que revienten los modernos!

Aparece Tristana en la cartelera madrileña y ya pueden seguir hablando de la eterna crisis del teatro: las colas que se enroscan dando la vuelta al foro del Fernando Fernán Gómez son antológicas, lo nunca visto.

tristana-olivia-molina-cartel Tristana: ¡que revienten los modernos!
Cartel de Tristana, interpretada por Olivia Molina

De pie, entrada en mano, duplican, triplican la espiral que se sigue alimentando con nuevos aportes, verdaderas multitudes que llegan, se suman y una vez dentro, llenarán el anfiteatro de la inmensa sala Guirau a rebosar. Allí, las butacas grandes y espaciosas, invitan a arrellanarse y disfrutar; que te cuenten un cuento.

Y qué mejor que un folletín del XIX  muy bien contado, repeinado y con todos los aderezos de la técnica actual, pero sin faltarle ninguno de los ingredientes decimonónicos (problemas de dinero como salsa indispensable de todos los platos, pobres chicas que sueñan con  salir de ese entorno y brillar en sociedad, el fracaso cantado de toda legítima ambición por alcanzarse) para que el placer sea ya inenarrable.

Si además te lo cuentan grandes actores como María Pujalte y Pere Ponce, quien con su presencia y su voz dan valor y tormento a cualquier disparate por exagerado y mostrenco que parezca… ¡Y mira que se dicen aquí burradas! Cuando don Lope exclama mirando al cielo » ¡Ya no me la quitas!», ¿a quién creeremos que se dirige desafiante: al novio ausente y pusilánime de su Tristanita o a Dios mismo? Es un don Juan en los infiernos el que, por celos de perderla, se ve capaz de apostrofar al mismo cielo.

Olivia Molina está bien en su papel de Tristana, con ese mohín encantador tan de los Molina, aunque a veces resulte cansino por repetitivo (o más encantador aún por lo mismo, según se tome), pero es que repetitiva es la historia y así nos gusta que nos la cuenten.

Tristana tiene cerradas todas las salidas por pobre y por huérfana: necesita un protector y tiene a don Lope, pero éste no se conforma con el papel de tutor. Sólo en la vieja Saturna (otrora Lola Gaos, ahora María Pujalte) encontrará algo parecido al calor maternal y un asesoramiento práctico, pero la realidad es tozuda. Al lado de Horacio, novio enamorado pero pusilánime, el tutor don Lope, aunque abusador, sale reforzado. Don Lope la deshonra, pero ese novio la aniquila: es un hombre pequeñito. Pronto la enfermedad mutilante de Tristana será sin duda producto de tantas mutilaciones en su cuerpo pero sobre todo en su alma grande.

En versiones anteriores, la liberación máxima de Tristana consistía en ser declarada por fin «públicamente» (esto era importantísimo y fue lo más imperdonable de cuanto el novio le negó: presentarla tan siquiera a su tía) concubina; en ésta, de estos tiempos nuestros que corren, es el matrimonio la institución elegida para salvar al menos los trastos si muere el jefe. ¿Por qué será?

El argumento es como sigue: «Al morir su madre, la huérfana Tristana, de 14 años, es recogida por un amigo de la familia, Don Lope, convirtiéndose en su tutor-seductor. Don Lope, de cincuenta y ocho años, es un don Juan en decadencia, arruinado, que sabe más por viejo que por diablo. Al poco, la joven conoce y se enamora de Horacio, un pintor que no acepta el espíritu feminista de Tristana. El pintor tiene que ausentarse de Madrid durante una larga temporada y la relación se enfría (aunque Tristana sigue idealizando a Horacio). Durante este tiempo, Tristana enferma y pierde, por amputación, una pierna. El joven Horacio viene a visitarla más por piedad que por sentimiento y desaparece. Nada queda en él del antiguo amor. En esta situación, Tristana se ve nuevamente atada a Don Lope».

Publicada como novela en 1892, Tristana se convierte en una de las protagonistas femeninas de la literatura de finales del siglo XIX que pagaron trágicamente, a veces con su vida, la lucha por la independencia de la mujer, como también lo fueron Ana Karenina, Nora (Casa de muñecas), La señorita Julia, o Madame Bovarie. En 1970 Luis Buñuel adaptó la novela de Galdós a la pantalla. La película, protagonizada por  Fernando Rey en el papel de don Lope y Catherine Deneuve en el papel de Tristana, fue candidata al Óscar de Hollywood por Mejor película de habla no inglesa.

  • Autor: Benito Pérez Galdós
    Versión: Eduardo Galán con colaboración de Sandra García
    Dirección: Alberto Castrillo-Ferrer
    Escenografía: Mónica Boromello
    Iluminación: Nicolás Fischtel
    Vestuario: Cristina Martínez
    Sonido: Tuti Fernández
    Dirección de producción: Luis Galán. Secuencia 3
    Reparto: Olivia Molina, María Pujalte, Pere Ponce y Alejandro Arestegui.
    Coproducen Secuencia 3, Som Produce, Pedro Hermosilla Managment, Cow Events Group
    Espacio escénico: teatro Fernán Gómez
    Fecha de la sesión comentada: 20 de febrero de 2017
Nunci de León
Doctor en Filología por la Complutense, me licencié en la Universidad de Oviedo, donde profesores como Alarcos, Clavería, Caso o Cachero me marcaron más de lo que entonces pensé. Inolvidables fueron los que antes tuve en el antiguo Instituto Femenino "Juan del Enzina" de León: siempre que cruzo la Plaza de Santo Martino me vuelven los recuerdos. Pero sobre todos ellos está Angelines Herrero, mi maestra de primaria, que se fijó en mí con devoción. Tengo buen oído para los idiomas y para la música, también para la escritura, de ahí que a veces me guíe más por el sonido que por el significado de las palabras. Mi director de tesis fue Álvaro Porto Dapena, a quien debo el sentido del orden que yo pueda tener al estructurar un texto. Escribir me cuesta y me pone en forma, en tanto que leer a los maestros me incita a afilar mi estilo. Me van los clásicos, los románticos y los barrocos. Y de la Edad Media, hasta la Inquisición.

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