Turquía: violaciones de DDHH en el parque Gezi

Amnistía Internacional lanza una ciberacción para que el gobierno turco rinda cuentas por su actuación

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Una mujer cae frente a una barrera policial durante una de las protestas del movimiento Ocupa Gezi. Crédito: Arzu Geybulla/IPS

Las autoridades turcas cometieron violaciones de derechos humanos en una escala masiva durante los intentos del gobierno por reprimir las protestas del parque Gezi este verano. En un informe hecho público hoy, Amnistía Internacional expone con detalle los excesos más graves cometidos por la policía al hacer uso de la violencia durante las protestas, y el hecho de que apenas ha habido actuaciones judiciales sobre esos abusos y, sin embargo, se ha procesado y acosado a quienes participaron en las protestas.

“El intento de reprimir el movimiento de protesta del parque Gezi implicó una serie de violaciones de derechos humanos en grandísima escala. Entre ellas se encuentran la negación rotunda del derecho de reunión pacífica y la violación del derecho a la vida, a la libertad y a no sufrir tortura o malos tratos”, ha manifestado Andrew Gardner, experto de Amnistía Internacional sobre Turquía.

El informe de Amnistía Internacional, titulado Gezi Park protests: Brutal denial of the right to peaceful assembly in Turkey, describe cómo el uso de munición real, gas lacrimógeno, cañones de agua y balas de plástico y las palizas a manifestantes se saldaron con más de 8.000 personas heridas en el lugar de las manifestaciones. La muerte de al menos tres manifestantes se ha relacionado con el uso abusivo de la fuerza por parte de la policía. La organización observó las manifestaciones en Estambul y Ankara y entrevistó, en cuatro ciudades del país, a decenas de personas que habían resultado heridas a manos de la policía o habían sido detenidas ilegalmente, golpeadas o agredidas sexualmente durante la detención.

El paquete de medidas anunciado el lunes por el primer ministro turco no ha tenido en cuenta estas violaciones de derechos humanos ni se han dado los pasos necesarios para que no vuelvan a repertirse en el futuro.

Por eso, Amnistía Internacional ha decidido incrementar la presión sobre las autoridades y ha lanzado una ciberacción en su centro de activismo en Internet, dirigida al primer ministro turco. El objetivo es que responda de todos los abusos cometidos durante su actuación en las manifestaciones de junio y julio, y se den los pasos necesarios para que no sucedan de nuevo. Violaciones de derechos humanos documentadas por Amnistía Internacional:

  • Brutales palizas propinadas a manifestantes y otras personas, a consecuencia de las cuales una persona murió y decenas resultaron heridas.
  • Frecuente uso, por parte de la policía, de balas de plástico disparadas directamente a la cabeza y el torso de los manifestantes.
  • Utilización de botes de gas lacrimógeno arrojados directamente contra manifestantes, transeúntes o, en ocasiones, edificios residenciales y centros médicos, a consecuencia de los cuales cientos de personas resultaron heridas y, según testigos, al menos una murió.
  • Añadir sustancias químicas irritantes al agua de los cañones.
  • Abusos sexuales contra mujeres manifestantes a manos de funcionarios encargados de hacer cumplir la ley.
  • Uso de munición real, que causó la muerte a un manifestante.

“El nivel de violencia utilizado por la policía durante las protestas del parque Gezi muestra claramente lo que sucede cuando unos agentes de policía poco formados y poco supervisados reciben instrucciones de utilizar la fuerza –y son animados a no escatimarla–, sabiendo que probablemente nunca serán identificados o enjuiciados por los abusos que cometan”, ha manifestado Andrew Gardner.

Ya parece que, probablemente, la gran mayoría de los abusos policiales quedarán impunes, mientras que muchos de los que organizaron las protestas y participaron en ellas han sido calumniados, han sufrido abusos y, ahora, se enfrentan a procesamientos por cargos injustos o inflados. Quienes ayudaron a los manifestantes o informaron sobre las protestas –médicos, abogados, periodistas e incluso empresas– han sufrido amenazas y acoso.

“La determinación de las autoridades turcas de poner fin a las protestas del parque Gezi y disuadir de que se repitan está clara. Su táctica para lograrlo han sido la fuerza, las amenazas, los insultos y los procesamientos”, ha manifestado Andrew Gardner, quien informa de que “cientos de personas se enfrentan a procesamientos exclusivamente por participar en las manifestaciones, sin que haya pruebas de que participaron en algún acto violento” y de que “muchos de los acusados de organizar las protestas están siendo investigados en virtud de la legislación antiterrorista.”

“El gobierno turco debe aprender a tolerar las opiniones discrepantes expresadas mediante protestas en la calle, y debe garantizar que la policía cuenta con equipo, formación e instrucciones adecuados para actuar legalmente durante dichas protestas”, sostiene Andrew Gardner.

Amnistía Internacional pide a los gobiernos y a los suministradores de material antidisturbios que impongan una prohibición inmediata de las exportaciones o las transferencias a Turquía, en particular las de gas lacrimógeno, pulverizadores de pimienta, balas de plástico y otros proyectiles de impacto cinético.

Esa prohibición debe permanecer vigente hasta que las autoridades turcas permitan investigaciones inmediatas, independientes e imparciales sobre las denuncias de uso abusivo o arbitrario de la fuerza y demuestren su compromiso de utilizar ese tipo de material de acuerdo con lo establecido en las normas internacionales.

Información complementaria

Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley hicieron un uso generalizado y sistemático de fuerza abusiva, contrario a lo establecido en las normas internacionales de derechos humanos

Según los Principios Básicos de la ONU sobre el Empleo de la Fuerza y de Armas de Fuego por los Funcionarios Encargados de Hacer Cumplir la Ley, la policía, al dispersar reuniones, debe evitar el uso de la fuerza o, cuando no le sea posible hacerlo, debe limitar esa fuerza a la mínima necesaria.

  • Munición real. El 1 de junio, Ethem Sarısülük recibió un disparo en la cabeza, realizado por un agente de policía; murió el 14 de junio a consecuencia de sus heridas. Se ha acusado a un policía, pero de los cargos más leves posibles: causar la muerte al traspasar inintencionadamente los límites de la legítima defensa. La familia de Ethem Sarısülük y los posibles testigos están sufriendo acoso.
  • Cañones de agua. Se utilizaron de manera repetida e innecesaria contra manifestantes pacíficos, incluidos los que huían de la policía o se ocultaban en el interior de edificios. Hay fuertes indicios de que se añadieron al agua sustancias químicas irritantes que causaron quemazón y enrojecimiento de la piel.
  • Botes de gas lacrimógeno. Se dispararon como arma contra los manifestantes. También se utilizó gas lacrimógeno contra personas que huían de la policía y contra transeúntes, así como contra personas que se encontraban en edificios residenciales, comercios y centros de salud. La policía roció con pulverizadores de pimienta en los ojos a manifestantes como castigo tras detenerlos. Según declaraciones de testigos, Abdullah Cömert fue golpeado en la cabeza por un bote de gas lacrimógeno disparado a corta distancia por un policía en Antakya el 3 de junio. Murió a consecuencia de sus lesiones al día siguiente.
  • Balas de plástico. Se dispararon a quemarropa, contra la cabeza y el torso.
    El 11 de junio, Hülya Arslan perdió el ojo izquierdo y sufrió fractura de nariz a causa de las balas de plástico disparadas por la policía en el parque Gezi.
  • Agresión sexual. Eylem Karadağ fue detenida, golpeada y sometida a tocamientos por agentes varones de policía tras ser detenida cerca del lugar de una manifestación en el distrito de Dikmen, Ankara, el 26 de junio. Presentó una denuncia por agresión sexual, y le informaron de que su caso se investigaría. Deniz Erşahin fue agredida sexualmente por policías en el distrito de Kızılay, Ankara, el 16 de junio. Su denuncia fue registrada por la policía.
  • Golpes. En Ankara, Antakya, Estambul y Esmirna, Amnistía Internacional recibió informes de decenas de casos de malos tratos ocurridos durante la disolución de manifestaciones, en el momento de la detención a manos de agentes de policía, durante la reclusión no oficial y durante el traslado a la custodia policial. Ali Ismail Korkmaz, manifestante de la ciudad de Eskişehir, en el centro de Anatolia, recibió una brutal paliza el 2 de junio y murió el 10 de julio a consecuencia de sus heridas. Las imágenes de la paliza grabadas por el circuito cerrado de televisión fueron destruidas pero, pese a ello, está previsto que cuatro policías y cuatro civiles sean sometidos a juicio, acusados de provocar su muerte. Hakan Yaman, de 37 años y padre de dos hijos, fue golpeado por policías cerca de su casa en el distrito de Sarıgazi Estambul, el 3 de junio, mientras se celebraba una manifestación en la cercana Avenida Demokrasi. Sufrió fractura de nariz, de pómulo y de los huesos de la frente y la barbilla. Perdió un ojo por completo y ha perdido el 80 por ciento de la visión en el otro. Sufrió una fractura de cráneo que le recorría la cabeza desde la parte superior hasta la mandíbula, y en la espalda sufrió quemaduras de segundo grado al ser arrojado sobre un fuego. Durante la agresión perdió la consciencia. Posteriormente presentó una denuncia judicial por intento de asesinato. Kemal Soğukdere y Alper Çakıcı, ambos periodistas que trabajan para Al Yazira, fueron golpeados la tarde del 17 de junio mientras caminaban por Taksim, Estambul, a pesar de que informaron a la policía de su condición de periodistas. Los policías los dejaron marchar tras quitarles la tarjeta de memoria de su cámara. Ambos presentaron una denuncia ante la fiscalía de Estambul, pero no han tenido respuesta.
  • Detención no oficial. En virtud del derecho y las normas internacionales, toda persona privada de libertad debe tener acceso inmediato a su familia y a asistencia letrada, y debe ser recluida únicamente en un centro oficial de detención. Sin embargo, la detención no oficial se ha utilizado como forma de intimidación y violencia. Deniz Kaptan fue detenido por policías vestidos de civil cerca del parque Gezi la tarde del 15 de junio. Los policías le insultaron y confiscaron su documento nacional de identidad antes de dejarlo en libertad al cabo de una hora y media. Gökhan Biçici, periodista que trabaja para la IMC TV de Turquía, fue detenido en la calle el 16 de junio y permaneció en un autobús de la policía más de seis horas antes de ser puesto bajo custodia policial. Hay imágenes de vídeo que muestran cómo fue golpeado por un grupo de policías antidisturbios en una calle del distrito de Şişli, en Estambul.
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