El 21 de octubre de 1937, poniendo fin al avance de las tropas facciosas a lo largo del norte de España, la ciudad de Gijón fue ocupada por el ejército franquista. Desde ese momento, el nuevo régimen resultante de la victoria del 1 de abril de 1939, proyectó la erección de su gloria en edificios y monumentos varios, muchos de ellos asociados a la iglesia católica que lo apoyó de base y también lo bendijo durante casi cuatro decenios.
«Los nazis ensayaron en Gijón el bombardeo sobre ciudades, pues Gijón fue una de las primeras ciudades bombardeadas durante el conflicto armado», sostiene el historiador Héctor Blanco.
El primer ataque sobre la ciudad se produjo el 22 de julio de 1936 y el último, el 20 de octubre de 1937. En total, quince meses de bombardeos, no diarios, pero sí frecuentes. La mayor intensidad se produjo entre agosto y octubre de 1937. De todas formas, hay que tener en cuenta -matiza Blanco- que el bombardeo no fue un caso puntual, sino que toda la Asturias republicana estuvo sometida a ataques aéreos. Ahí está como ejemplo Cangas de Onís, que quedó completamente destruida y que ha pasado a la historia como el Gernika asturiano, o el pueblecito de Tarna, que también fue arrasado.
Con esos precedentes, un vecino gijonés -no una asociación, un grupo, una comunidad-, un vecino de aquella villa viene reclamando al arzobispado de Oviedo y al Colegio de la Inmaculada Concepción la retirada de una gran cruz a la entrada del centro en la que se sigue leyendo la inscripción Caídos por Dios y por España, «en manifiesto incumplimiento de la comúnmente denominada Ley de Memoria Histórica». Este ciudadano ha enviado sendos escritos representado por el abogado Eduardo Ranz Alonso, quien está llevando más de 200 causas similares en toda España.
Según ha explicado el propio Ranz, el arzobispado ya ha respondido, matizando que este centro educativo no pertenece a la diócesis de Oviedo. Ahora, el despacho espera respuesta del centro educativo o de la propia Compañía de Jesús: «En última instancia acudiremos al romano pontífice y a la curia romana, como órgano colegiado, al cual ampliaríamos nuestras pretensiones, solicitando el decreto de traslado por causa justa, que en aplicación del canon 430 es una competencia reservada a la Santa Sede. También lo trasladaríamos al arzobispo y al superior general de la compañía de Jesús, Adolfo Nicolás Pachón. Hay que recordar que la Compañía de María posee el cuarto voto, consistente en obediencia al Papa», ha explicado el abogado.
Según Ranz, en este caso no hay denuncia penal posible, al contrario que en la mayoría del resto de casos, donde paralelamente al escrito enviado a la diócesis se ha presentado la denuncia penal correspondiente. La razón es que «el arzobispado tiene su sede en Oviedo, y el colegio está en Gijón, por lo que sería un problema territorial ante el Juzgado de Instrucción».
Se da la circunstancia de que el aludido centro está ubicado en el mismo solar donde se encontraba durante la guerra el cuartel de Simancas, ocupado por tropas rebeldes, que fueron defendidas desde el mar por los cañonazos del crucero Almirante Cervera a fin de romper el acoso al que le sometían las tropas republicanas, si bien Héctor Blanco sostiene la opinión de que el Cervera tenía también otro objetivo: aterrorizar a la población civil: “Era una suerte de guerra psicológica. Franco -piensa Blanco- siempre puso en práctica un juego de terror con el que intentaba transmitir a la población la sensación de que eran vulnerables y que no tenían un lugar donde esconderse”. Muchas ciudades en España, como Madrid, Málaga, Alicante, Durango, Cartagena o Barcelona, vivieron esa misma angustia.
Han pasado casi ocho años desde que fue aprobada la llamada Ley de Memoria Histórica sin que quienes regentan ese colegio tomaran nota. ¿Queda algún monumento de esa guisa actualmente en la ciudad de Guernika o en algún colegio de los padres jesuitas en el País Vasco? En Gijón, aparte de esa gran cruz del colegio de la Inmaculada Concepción, hay otros símbolos del viejo régimen en los edificios de Laboral Ciudad de Cultura, un ámbito propicio para empezar por respetar la democracia.