Un malentendido

Cuaderno de bitácora

Trigésimo primer día del duodécimo mes de 2023, último día del año. Cuando escuché la palabra que había elegido la Fundación del Español Urgente (Fundéu, patrocinada por la RAE) para este año era «polinización» me sorprendió y agradó al mismo tiempo.

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Polinizar es una palabra bella, al menos a mi me lo parece. Significa efectuar la polinización, es decir transferir el polen que se produce en los estambres de una flores hasta los estigmas de otras para conseguir fecundarla y que se produzcan nuevos frutos y semillas. La naturaleza reproduciéndose a sí misma.

El espectáculo de por si ya interesante resulta espectacular cuando intervienen los agentes que lo producen, animales como los insectos, principalmente abejas, pero también pájaros y murciélagos, cualquier bicho que ronde una flor se convierte en complice de la relación. El agua y el viento son agentes que transportan el polen pero son más fríos e indiferentes a las complicidades.

Me alegró mucho la noticia porque creí que era dar reconocimiento a un problema gravísimo al que nos tenemos que enfrentar por la pérdida de diversidad y cantidad de esos animales por la acción humana. Los informes de los especialistas y de las organizaciones ecologistas son alarmantes. Estamos en riesgo de tener una crisis alimentaria de dimensiones mundiales, ya que son las abejas y demás insectos, los pájaros y algunos mamíferos los encargados de fecundar nuestras plantaciones, sin ellos la catástrofe alimenticia estaría servida. Un compromiso mundial para salvar esta gran colaboración natural se merece todo los reconocimientos.

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Apicultores y activistas de Greenpeace entregan en el Ministerio de Agricultura de España 400 000 firmas para salvar las abejas. ©Greenpeace / Mario Gómez

Pero resulta que mis problemas de audición me jugaron una mala pasada, oí mal y entendí peor, porque la palabra elegida no fue polinización; sólo cambiaban dos letras, una a y una n, suficientes para que todo fuera distinto. 

La palabra que habían elegido fue «polarización», que es tan desagradable que no la quiero ni comentar (nuestro editor en un artículo del día veintisiete de este mismo mes ya se encargó de ella) pero, ciertamente, también nos puede llevar al desastre absoluto, porque se está produciendo en muchos países, no sólo en este. Una sociedad dividida en cada polo hace imposible que el entendimiento y la colaboración puedan fecundar nuestras relaciones y poblaciones.

Luis González Carrillo
Cordobés de nacimiento y comunero al vivir en estas tierras de Madrid desde su infancia. Funcionario de la administración local, redactor de miles de informes y comunicaciones que le han permitido ganar la concreción y claridad necesaria, eliminando todo lo accesorio, para componer poemas con la métrica japonesa del haiku, tres versos de cinco, siete y cinco sílabas, habiendo editado dos libros con estas composiciones, Haikuario y En la frontera; esa misma experiencia, y sus lecturas, le han permitido comentar más de cien libros de novela y ensayo publicados en diversos medios locales. Desde hace dos años, además de seguir con el haiku, viene publicando de manera regular artículos bajo la denominación de Cuaderno de bitácora, en un claro homenaje a la serie Star Trek, consiguiendo un observatorio ideal para expresar sus opiniones sobre el presente, el pasado y el futuro de todo lo que acontece en el mundo natural, político, social o personal.

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