Dos históricos actores británicos con mucho magnetismo –Vanessa Redgrave y Terence Stamp-, que triunfaron rotundamente en los años ’60 del siglo pasado, interpretan la última comedia dramática de ancianos (especialidad que a este paso va camino de convertirse en todo un género), Una canción para Marion, melodrama británico con cáncer terminal de fondo, que se estrena en los cines españoles el 26 de julio de 2013.

Melodrama blando y excesivamente sentimental, película para llorar muy lejos de la tensión y la radicalidad de Amor de Haneke, Una canción para Marion no se salva ni siquiera por el casting de –como siempre en las producciones británicas- buenos actores escasamente conocidos fuera del reino. La enfermedad, la soledad, la ausencia, incluso la muerte, se narran sin abandonar el tópico de lo políticamente correcto, todo son emociones, exceso de optimismo, sonrisas que esconden el drama interno de los personajes.
En resumen, las parejas de actores ancianos están de moda como está de moda enseñar la forma en que sus personajes se enfrentan a la muerte; están de moda también los amores que duran hasta la muerte y los coros, sobre todo los infantiles, pero después de otro film británico –que sucede en una residencia de músicos jubilados- Una canción para Marion incorpora la tercera edad al mundo de “los coristas”.



